MARTES 25 DE JULIO DE 2000
* Antonio Gershenson *
Reforma eléctrica: fuentes alternas
Otra vez está sobre el tapete la reforma a la industria eléctrica. En el fondo, se trata de definir cuál debe ser el rumbo de esta industria. Como se trata de una discusión de fondo, abordaremos sus principales aspectos en artículos específicos para cada uno. Empezamos por un tema que habíamos mencionado de lado en artículos anteriores y que creo importante desarrollar: las fuentes de donde se obtendrá la nueva capacidad de generación de electricidad.
Algunos funcionarios toman como punto de partida una cantidad astronómica, que pretenden sea tomada como el costo real de la inversión futura. Ese es un punto a definir sobre la base del análisis de la realidad, y no un dato mágico ni milagroso. Los supuestos implícitos en las cifras oficiales de hoy (que no coinciden con las anteriores al anuncio de la difunta reforma constitucional) incluyen que todo se siga basando en quemar un gas que, en pocos años, ya no nos va a alcanzar para esos programitas, y que el sistema eléctrico siga con el enorme margen de pérdidas que ahora tiene.
En cuanto a pérdidas, en 1998 el sistema eléctrico nacional generó un total de 171 mil millones de kilowatts- hora, y de ahí sólo se vendieron al público 137 mil millones. La diferencia, fundamentalmente pérdidas, equivale a 25 por ciento de la generación total. Lo primero que tenemos que ver es en cuánto podemos reducir estas pérdidas.
Otro elemento importante consiste en la diversificación de fuentes de energía. Al poder usar varias, y no una sola como se ha hecho desde 1982, primero con puro combustóleo y luego con puro gas, podemos seleccionar las mejores condiciones, sitios y tecnologías para cada una de ellas. Los avances, en estos 18 años, en la tecnología y en el conocimiento de nuestros recursos naturales, así como el aumento en costos de energéticos, hacen que varios proyectos de energías alternas sean más económicos que, por lo menos, una parte de los de gas. Cito solo un ejemplo.
La planta hidroeléctrica de Chicoasén, en Chiapas, tiene cinco turbinas de 300 megawatts cada una, o sea, un total de 1500 megawatts. Pero se dejaron previsiones, incluidos sitios de colocación y túneles, para tres turbinas más del mismo tamaño. Los 900 megawatts adicionales tendrán un costo muy inferior que los primeros, que requirieron una obra civil gigantesca y un tiempo de construcción de diez años, con lo que eso implica también de costos financieros. No se habían instalado esas tres turbinas porque el agua del río Grijalva en esa zona no alcanza para la operación regular de las ocho. Aún así, se lanzó ya un concurso para instalarlas. Se requiere un complemento para el uso óptimo de las nuevas turbinas, cuya mayor utilidad es en las horas de mayor demanda u horas pico. En las tarifas de alta tensión, la electricidad en hora pico cuesta cuatro veces más que las horas de menor demanda.
La solución a esto es la instalación de generación con viento en La Ventosa, donde tenemos el mejor recurso eólico de México y posiblemente del mundo. Esta zona, en el Istmo de Tehuantepec, está en el paso de las líneas de alta tensión que salen de Chicoasén y las otras plantas del Grijalva. Está cerca, también, de las líneas de enorme capacidad que traen la energía desde las plantas de Chiapas hasta el centro del país. Y el viento es más intenso y constante en los meses en que no llueve, y también en los años de menos lluvia en esa parte del país. Con esto, se complementa de manera natural con las hidroeléctricas como Chicoasén. Cuando hay más viento, se cierran más las compuertas de la presa de Chicoasén y, si es necesario, de otras plantas, y el agua se reserva para su uso en las horas de máxima demanda. El costo de la energía eléctrica proveniente de la mejor área de La Ventosa es menor que el de los últimos concursos de plantas de gas. La economía de este proyecto es en su conjunto muy superior a por lo menos algunas alternativas de gas del que, por si fuera poco, no tenemos suficientes reservas probadas.