MARTES 25 DE JULIO DE 2000
Después de las urnas
* Alberto Aziz Nassif *
Cuando termina una elección viene la etapa de los balances y frecuentemente, lo que sucede con los partidos que fueron derrotados, es una mezcla entre un ajuste de cuentas y un deseo de acelerar el tiempo para llegar a la siguiente batalla. En México esta situación se repitió de la misma forma sexenio tras sexenio, con los mismos perdedores y el mismo ganador. El 2 de julio pasado se generó la primera alternancia en la Presidencia de la República y el escenario cambió de forma radical, a tal grado que todos los actores políticos pasarán por un severo periodo de cambios.
El partido de Estado entró en una crisis profunda por vejez y si quiere recuperarse va a necesitar tiempo y una fuerte transformación, es decir, el PRI no podrá volver a ser lo que fue nunca más. Ese partido sufre hoy el síndrome de El Mago de Oz: la fama de su poder y de su maquinaria invencible se hizo añicos cuando la ciudadanía ejerció sus derechos, decidió la composición del gobierno y descubrió el truco de la democracia. La derrota del PRI se parece a la que sufrieron los partidos de Estado en los países de Europa del Este. Sin embargo, no se puede desconocer que muchos de los espacios que ya había ganado la oposición y de las reformas que tuvo el país en los años anteriores, hicieron menos brusco el cambio el 2 de julio. En cierto sentido el triunfo de la Alianza por el Cambio no debería ser tan sorprendente, porque la oposición ya había ganado los territorios políticos y económicos más importantes del país, sólo faltaba la Presidencia. De esta forma, el PRI y lo que quede, tendrá que hacer un esfuerzo importante para salir del partido rural y atrasado en que se convirtió en los últimos años.
Por su parte, el PRD atraviesa quizá su peor crisis desde que se fundó en 1989. Al igual que el PRI, este partido tendrá que transformarse de forma profunda para lograr una recuperación política. A diferencia del partido de Estado, el del sol azteca tiene mayores oportunidades de convertirse en una fuerza importante en los próximos años, si logra ser la izquierda moderna y democrática que necesita el país. Vale la pena señalar al menos cuatro problemas que tendrán que ser revisados a fondo para su transformación: identidad, discurso, estructura y liderazgo. En un sector de la izquierda se piensa que hay una suerte de injusticia histórica porque el PRD debería de haber triunfado en esta transición y no la derecha; esta apreciación tiene un error histórico de apreciación, independientemente de la campaña y el perfil de los candidatos, no hay que perder de vista que el panismo tiene más de sesenta años metido en un proyecto de democracia electoral. Además, hay un problema de identidad, no se puede aspirar a gobernar el México del siglo xxi, sin una propuesta que logre incorporar a todos los grupos y sectores sociales y sin un arreglo ideológico que acepte y combine la tensión entre el mercado y la democracia; del mismo modo, no se puede ser una organización democrática con un mínimo de institucionalidad, cuando todo el horizonte se reduce a un reparto de cuotas y caciques. ƑCómo se pueden resolver estos retos con un liderazgo como el de Cuauhtémoc Cárdenas, que le pasa todo el costo de la derrota al partido y es incapaz de mirarse a sí mismo? Dentro de todas las dificultades que presenta la reforma perredista, también hay un mensaje importante de Cárdenas: en el PRD la apuesta del futuro no debe ser por un fracaso de la próxima administración, sino por la búsqueda de negociaciones y consensos para sacar adelante las reformas que necesita el país (La Jornada, 22/VII/2000). Si esa línea se impone, entonces ese partido será un importante factor de gobernabilidad; la composición del próximo Congreso le da esa posibilidad.
Los resultados del 2 de julio establecen, en principio, una serie de equilibrios importantes entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. El panorama deseable es que las fuerzas políticas encuentren la vía de una negociación para procesar las reformas que el país necesita, sin embargo, hay otros indicadores para un escenario de parálisis y conflicto. Se supone que la vieja lógica priísta del Congreso de tramitar las iniciativas del presidente, tendrá que cambiar hacia un poder autónomo y de contrapesos. ƑHabrá incentivos suficientes para una nueva lógica de colaboración y de nuevos consensos? Después de las urnas los problemas urgentes del país permanecen y requieren de soluciones y consensos. *