MARTES 25 DE JULIO DE 2000
Ahora, la inclusión
* José Blanco *
El de la transición es, por definición, un tema de las oposiciones. En la conducta práctica de los actores políticos la transición en México se centró, por necesidad histórica, y lo hizo por lustros, en el ámbito de la política, más específicamente, en el tema electoral.
Aunque la transición quedó completa cuando fueron estatuidos las normas y los mecanismos que rigen el procesamiento de las decisiones acerca de la conformación del poder, las oposiciones insistieron en que había un régimen de partido de Estado que había que desmantelar y que, por tanto, era necesaria la alternancia en el Ejecutivo para que la transición quedara completa.
Algunas voces dijimos en distintos momentos que el desmantelamiento de ese régimen se hallaba muy avanzado. Véase, por ejemplo, lo que pasó, desde hace muchos años, con los "sectores" del PRI. Ahora el propio resultado electoral muestra que, en buena parte, la derrota priísta se debe a ese desmantelamiento: las riendas corporativas no funcionaron más.
Quedan pendientes grandes temas de la reforma global: reforma, desarrollo y creación de las instituciones propias de un Estado de derecho moderno; la consolidación de un patrón de crecimiento económico de largo plazo; y el gran y difícil tema de los excluidos. Existen ahí, por supuesto, diversos traslapes: por ejemplo, el tema de los excluidos es, en lo fundamental, un tema de la economía.
Es absolutamente imposible exagerar la importancia de la estrategia para la inclusión social. Son muchos millones de mexicanos pobres y pobres extremos, con distintas formas y grados de exclusión. Y, de otra parte, ocurre que los fundamentos de los discursos preocupados por los excluidos no son muy prometedores.
Hoy los polos de incluidos y excluidos no se refieren sólo a quienes, de una parte, cuentan desde los satisfactores necesarios hasta la opulencia y, de otra parte, a quienes en distinto grado carecen de esos satisfactores, incluyendo al precarismo más profundo. Lo característico de hoy es que los incluidos son huéspedes del sector moderno de la economía, y todos los excluidos lo son del sector arcaico.
En el tema, las posiciones estratégicas se han establecido, desde hace mucho tiempo, definiéndose en relación con el mercado. De una parte, hasta ahora las posiciones de los neoliberales mexicanos suelen moverse en la idea de que el mercado, si crece con suficiente velocidad, acabará incluyendo a los excluidos. De otra parte, en la tradición priísta del nacionalismo revolucionario, adoptada en general por el PRD, los excluidos hoy son producto del "modelo neoliberal"; la estrategia por tanto consiste en "defenderlos" del mercado.
No hay duda, uno de los mecanismos a través de los cuales los gobiernos "revolucionarios" polarizaron a la sociedad, fue "defendiendo" a las "clases populares" del mercado. Así se "protegió", por ejemplo, al ejido y a toda clase de cooperativas de producción y de consumo: control estatal y legal sobre ellos, no fueran a convertirse en capitalistas. Entre tanto, las empresas privadas tuvieron libertad y toda clase de apoyos estatales para prosperar en el mercado capitalista.
Hay además otra confusión: desde el gobierno de De la Madrid, la crítica suele meter todo en un mismo costal llamado "neoliberalismo". Nunca pudo diferenciar entre los programas de ajuste ųy sus brutales impactos sociales en las capas más débilesų, y las reformas económicas estructurales que avanzaron hasta cambiar las bases mismas de operación de un patrón de crecimiento que hizo crisis desde los años setenta. Reformas exitosas (aunque no incluyentes), que acabaron por configurar un amplio sector económico moderno, abierto, y plenamente integrado a la economía global.
Resuelta hoy la transición política, las probabilidades de una mayor polarización socioeconómica, no hay duda, crecerán aceleradamente: la enorme confianza y las expectativas internacionales sobre la economía mexicana, asociadas a esa transición, atraerán hacia México ųcaeteris paribusų grandes sumas de capital. Y no vendrán a estimular el desarrollo social de los excluidos sino a hacer negocios en el sector moderno.
En esas condiciones, internamente podemos contribuir eficazmente a volver vertiginosa la polarización: los nuevos liberales, si persisten en creer que el crecimiento rápido del mercado por sí solo realizará la operación inclusión; las izquierdas y el priísmo tradicional, si resultan eficaces en la "defensa" de los excluidos frente al mercado capitalista.
México requiere una reforma profunda, de mercado, para los excluidos. *