DOMINGO 23 DE JULIO DE 2000
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PAGINA
* Lourdes Galaz *
La renovación necesaria
* De los fracasos de la izquierda progresista y sus responsables * La sociedad que echó al PRI no ha celebrado * Por una directiva que no sólo cobre sueldos y prebendas
Para cualquier observador ajeno, más sorprendente que la derrota electoral del PRD debe ser el grado de confusión y desconcierto en que parece encontrarse el partido, como si el resultado comicial hubiese sido la ocasión para que se manifestara el conjunto de problemas y tensiones acumulados desde hace tiempo. Para quienes conocemos un poco de lo que ocurre en la organización y las ocurrencias de los perredistas, no es para admirarse la catarsis, las acusaciones, los mea culpa, los gritos y sombrerazos de este fin de semana en el Consejo Nacional del PRD. Tampoco causa sorpresa el documento con los qué, los por qué, los qué nos pasó, los dónde estamos y los hacia dónde vamos que presentó Cuauhtémoc Cárdenas
El fin de semana, el consejo perredista convocó a un congreso nacional para definir líneas de acción. Y es que, desde febrero-marzo de 1999, cuando comenzó la crisis, la constante ha sido una: quienes deciden en la directiva del partido no tienen nada que decir, y quienes tienen algo que decir no lo deciden. La bochornosa elección interna del 14 de marzo para cambiar la directiva nacional estuvo presente en los discursos, aunque nadie mencionó al o a los responsables de aquel proceso fraudulento que llevó al desprestigio social al PRD. Pero eso sí, en todos los tonos se expresó que la actual estructura partidista sólo es funcional para aquellos que quieren conservar, a cualquier precio, el remanente de poder o el estatus conseguido gracias a su posición en el tinglado partidario.
No hace falta ser experto en organización ni politólogo de profesión para conocer que los órganos directivos del PRD, especialmente el CEN, como en las viejas nomenklaturas partidistas, son funcionarios sin poder político propio. Como ejemplo sublime: cuando se habla de refundación, de reorganización, de renovación del partido, desde la directiva se sugiere que sea encabezada por los mismos dirigentes. ƑA qué llevaban las reflexiones de los consejeros nacionales? A que el problema inmediato del PRD es lograr un liderazgo partidario que garantice la cohesión y parezca capaz de ser una opción de poder en estos tiempos de la nueva democracia.
En esas coincidencias de los consejeros, fue tan celebrada la propuesta de Cuauhtémoc Cárdenas: acabar con las cuotas de poder en la directiva nacional y dar confianza plena a la dirección partidista para que responda con plena responsabilidad. También profesionalizar los servicios de administración y de asesoría jurídica del partido y las representaciones en organismos como el IFE... Y Cárdenas, como líder de respeto, llegó ante los consejeros nacionales con un buen trabajo político detrás. En la víspera del encuentro perredista, la senadora Rosalbina Garavito hizo distribuir un documento en el que planteó la renuncia inmediata del Comité Ejecutivo que dirige Amalia García, para dar paso a una directiva de transición encabezada por el líder real del partido. Y con todo el respeto que trae detrás, la senadora cuestionó las acciones del consejo y del CEN del PRD, en cuya constitución ella misma se marginó hace un año. Más aún, dimitió a su cargo de consejera y no asistió al encuentro catártico del fin de semana. Los cuadros del perredismo en la UNAM también distribuyeron en el consejo un "balance político" de su partido y de la izquierda progresista, luego de la debacle del 2 de julio. Los universitarios ųentre los firmantes Imanol Ordorika, Antonio Santos (faltó Carlos Imaz, hoy dirigente partidista), Fernando Belaunzarán, Inti Muñoz, Rodrigo Figueroaų dispuestos a fundar "el nuevo partido para un nuevo escenario nacional" presentaron sus propuestas para la reorganización que, precisan, debe ser resultado de una estrecha vinculación con la sociedad. Coinciden ciento por ciento con Cárdenas en el análisis y en el camino a seguir. Dicen con el líder: el PRD no debe volcarse hacia su interior y reducir el esfuerzo de transformación a un pacto entre corrientes. Y como Cárdenas, advierten que los cambios en el partido no pueden esperar y deben hacerse cuanto antes, porque así lo exige una circunstancia política inmediata. Recuerdan que "el proyecto que encabeza Vicente Fox tiene rumbo y contenidos bien definidos...", y aceptan la necesidad de tender puentes hacia otras organizaciones políticas y sociales, que coincidan con el PRD, para impulsar un proyecto nacional en favor de las mayorías.
La sociedad, que para muchos se volcó en las urnas el 2 de julio, no ha celebrado el triunfo electoral. Echar al PRI de Los Pinos no fue tarea de un domingo de elecciones, ni el resultado de un buen marketing político. La historia viene de las luchas de la izquierda progresista, de batallas ganadas ųtambién perdidasų en la guerra electoral de las últimas décadas, particularmente desde aquel 6 de julio de 1988... Y hoy, en la nueva victoria del conservadurismo, siguen siendo plenamente válidos los principios y las ideas que valieron para la fundación del PRD en 1989. Es válido el que la modernidad no es sinónimo de progreso y bienestar. También que cuando el poder económico se concentra en pocas manos son mayoría los que salen perjudicados. Que el libre mercado no garantiza la igualdad entre los individuos. Que la política es el mejor instrumento para hacer realidad el proyecto nacional que dé fin a la injusticia y a la desigualdad en todos los órdenes... Más de 6 millones de electores que votaron el 2 de julio en favor de la Alianza por México obligan a los perredistas a dar una respuesta de cara a la sociedad. También obligan los 42 millones de mexicanos que al comenzar este milenio de democracia (confiamos) sobreviven en la injusticia.