VIERNES 21 DE JULIO DE 2000

* La sociedad empieza a ser más dinámica que la universidad, advierte Roger Bartra


La autonomía podría ser barrera de la UNAM

* Las fuerzas que surgieron en 1968 se anquilosaron, y están dispuestas a resurgir en el congreso, señala

Karina Avilés y Roberto Garduño * La UNAM no "podrá avanzar si los puestos de dirección, de influencia y de poder se encuentran en manos de universitarios mediocres o neutralizados por las presiones burocráticas", advirtió el politólogo Roger Bartra. Parte de la transformación de la máxima casa de estudios, dijo, implica ampliar la representatividad del Consejo Universitario y formar las instancias de la coordinación académica, cambiar las funciones de la Junta de Gobierno, o incluso eliminarla.

Y alertó: si la sociedad comienza a ser más dinámica y creativa que la universidad, "la autonomía puede convertirse en una barrera que la conserve como un reservorio de viejas prácticas académicas ya marchitas".

Al participar en el encuentro de especialistas en educación superior, expuso su temor de que en el futuro congreso universitario se despierten "pasiones, enconos y disputas" políticas sobre los mecanismos de elección de funcionarios, en lugar de una propuesta para modernizar, por ejemplo, el sistema de bibliotecas.

"Algo tan evidente como crear la gran biblioteca central, aglutinando las decenas de bibliotecas dispersas en facultades, institutos o centros significa dotar a la UNAM de un inmenso cerebro al que podrían acceder miles y miles de estudiosos".

Roger Bartra vislumbró la posibilidad de que con el final "del sistema autoritario a escala nacional, con la derrota electoral del PRI", se acelere la transición en la máxima casa de estudios, ya que en la historia de la universidad se han presentado obstáculos que provienen principalmente de las fuerzas "que se han disputado la UNAM durante 30 años": los administradores duros, protegidos por los poderes federales, la vieja izquierda que desciende del ya remoto 1968, los caudillos conservadores, los tecnócratas, la ramificada pero ineficiente burocracia, etcétera.

Señaló que las fuerzas que tomaron su aliento e inspiración del movimiento de 1968, y que se expandieron con cierta frescura y originalidad durante los años 70 y 80, han terminado por anquilosarse. "Muchos académicos reformistas acabaron en la amargura dogmática; los trabajadores democráticos dejaron paso a un sindicalismo atrasado y la imaginación estudiantil terminó en un descomunal berrinche fundamentalista.

"Estos dos conglomerados de fuerzas, que han iniciado una lenta decadencia, están dispuestos a continuar en el congreso universitario su tradicional disputa por la máxima casa de estudios", puntualizó.

Al inicio de su exposición, Bartra afirmó que la UNAM ha terminado el ciclo regido por el predominio de la enseñanza masiva, el populismo académico y autoritario, y los fantasmas del 68. Dicho lapso, que se inició en los años 70, durante el periodo de Luis Echeverría, y que se ha prolongado a lo largo de tres décadas, comenzó y terminó con dramáticos enfrentamientos... con el derrumbe de rectores autoritarios, empezó y concluyó con sendas huelgas, una de trabajadores y otra de estudiantes".

El especialista explicó que la nueva situación universitaria requiere algo más que la democratización de las formas de elegir a sus autoridades, y añadió que si la UNAM quiere sobrevivir mereciendo ese nombre deberá fundamentar los cambios en contenidos que auspicien el más alto nivel intelectual y académico.