VIERNES 21 DE JULIO DE 2000
* Astillero *
* Julio Hernández López *
Ahora es en los asuntos militares donde el foxismo anda haciendo chuza. El general Miguel Angel Godínez se ha declarado presto para encabezar la Secretaría de la Defensa Nacional en el próximo gobierno federal, luego de la revelación que hizo la periodista Marta Anaya, en Milenio Diario, de la disposición de decenas de personajes de las armas a apoyar a Godínez.
Al menos teniendo a la vista estos tempranos revuelos en un área tan hermética a los cambios como la militar, no parece ser ese ámbito uno de aquellos en los que se dará la continuidad entre zedillismo y foxismo. En lo económico, como se ha visto, hay una verdadera luna de miel entre Gurría y Fox, al igual que en terrenos como el de la política social (donde ayer, por ejemplo, Carlos Jarque logró dejar impactado a Fox, según la confesión de éste, ante el detallado panorama de la pobreza mexicana). En lo político, Ernesto y Vicente se han plantado en la misma trinchera, combatiendo al dinosaurismo que pretende convertir al PRI en instrumento de combate contra el cuarto momento del neoliberalismo pactado el reciente día 2.
(Por cierto, la noche del miércoles hubo un buen programa en Televisión Azteca, conducido por Eduardo Ruiz Healy, en el que participaron destacados priístas de elite, algunos de ellos barnizados de actitudes críticas y democratizadoras. Lentamente, pero parece que al fin comienza a abrirse la discusión sensata y no demagógica ni totalmente oportunista sobre lo que sucederá en el tricolor. Entre otros, participaron en ese programa Humberto Roque Villanueva, Manuel Jiménez Guzmán, Rodolfo Echeverría Ruiz, Mauricio Rosell y, mereciendo ponerlo aparte, Humberto Hernández Haddad, el ex senador tabasqueño de persistente y arriesgada oposición al salinismo y a los excesos neoliberales no de ahora, en los momentos de la derrota esclarecedora, sino de varios años atrás, cuando se corrían graves riesgos personales y familiares por denunciar lo que Hernández Haddad en su momento denunciado.)
relevo castrense
Pero en lo militar, según lo visto, el foxismo no desea continuidad y, en un descuido, puede estar intentando el desplazamiento cuidadoso de la elite que ha dominado largos años los puestos de mando de las fuerzas armadas mexicanas, en particular el grupo de Enrique Cervantes Aguirre. Las razones de ese desmontaje provienen de la convicción del equipo foxista de que en ese ámbito podrían estar varios de los principales obstáculos reales a los proyectos de largo plazo que tratarán de desplegar los nuevos ocupantes del poder civil mexicano. No se trata ni siquiera, ni necesariamente, de oposiciones ideológicas, ni de choque entre convicciones nacionalistas y programas neoliberales, sino, sobre todo, de la elevada concentración de pesados intereses que se ha dado en esas franjas del mando armado.
La sombra del narcotráfico
No es irrelevante mencionar que el fenómeno del narcotráfico ha tocado la estructura militar, y que persiste la sospecha de que desestabilizaciones políticas como la derivada del asesinato de Luis Donaldo Colosio pudieron estar relacionadas con desajustes en los acuerdos clandestinos que habían permitido la libre operación de las principales bandas de negociantes de drogas. Dicho de otra manera: todo intento de combate real contra el poder del narcotráfico genera de manera obligada la reacción violenta de los afectados, reaccio- nes que suelen no estar detectadas o no pueden ser combatidas genuinamente por los aparatos policiacos y militares, contaminados como luego están por la aceptación de la alternativa menos dramática de las dos que, según la tradición, ponen los capos sobre la mesa de los jefes : plomo o plata.
Dineros sin control
Tampoco debe olvidarse que la Secretaría de la Defensa Nacional es el último reducto del manejo presupuestal a discreción. Un ejemplo que el tiempo pondrá en su total magnitud es el del mantenimiento de decenas de miles de soldados en Chiapas. Las razones del secreto militar pueden servir para encubrir la utilización desviada, en dimensiones increíbles, de los cuantiosos fondos económicos destinados a la alimentación, equipamiento y sueldo de elementos castrenses que igual son diez mil que cincuenta mil.
Ciertamente, nada demuestra que Fox o su equipo estén verdaderamente alentando hechos como la aparición del general Godínez en la escena pública. Pero, si no hubiera otra relación, ésta podría ser simplemente la de que, con su triunfo, el guanajuatense generó una ola de esperanza tan amplia que no ha alcanzado sólo a civiles que con emoción concursan por plazas gubernamentales correspondientes a su ámbito, sino que también esas aguas de deseo de cambio han llegado a zonas que antes del 2 de julio parecían tan inalcanzables como las de las fuerzas armadas.
Hay un ingrediente importante en el insólito hecho de la postulación del general Godínez. No es un personaje tocado por la sospecha de que pudiera ser instrumento dócil para los intereses ideológicos y políticos del foxismo. Las historias que se cuentan en relación con Godínez le muestran como un militar recio, institucional y nacionalista. Tales condiciones son fundamentales para evitar que el interés de sanear los mandos castrenses fuera pretexto para que la corriente derechista y extranjerizante que encabeza Fox pretendiera tomar mediante un golpe de mano una institución esencial para la preservación del sentido nacionalista de nuestras instituciones.
Desde luego, bien pudiera ser que el general Godínez no fuera a tener mejor destino que el de haber acelerado la discusión sobre los asuntos del mando militar. Bien pudiera resultar que, a la hora de las decisiones, el presidente Fox nombrara como secretario de la Defensa Nacional a alguien expresamente adherido a su pensamiento político y económico. O pudiera ser que a pesar de todos estos revuelos se mantuviera el poder en grupos relacionados con el actual titular de la Sedena. De cualquier forma, y hayan sido sus propósitos los que sean, es muy importante el arrojo del ex jefe del Estado Mayor Presidencial (con José López Portillo) y la posibilidad que ha abierto de asomarnos a un mundo hasta ahora escamoteado al resto de la sociedad mexicana.
Astillas: El secretario de Estado para asuntos de Oaxaca, Diódoro Carrasco, sigue aferrado a no perder su materia de trabajo, por lo cual se mantiene en la línea de fuego, atacando a su principal adversario, el actual gobernador de aquella tierra de nostalgias. No han sido únicos los hechos denunciados el pasado miércoles por José Murat en cuanto a acosos sin aparente explicación. Otros funcionarios de aquella entidad aseguran que también han sido objeto de sospechosos asaltos, tanto ellos como sus familiares, de robos y de vigilancias persistentes. Todo listo para que se firme la paz en Chiapas. No quince minutos, como pidió en campaña Fox, sino un minuto es lo que dice necesitar Rodolfo Elizondo, miembro de la coordinación de asuntos políticos del equipo de Fox, para arreglar el asuntillo ese del sureste. Ahora hasta a golpes pretenden en el PRI arreglar sus diferencias, como sucedió ayer en la explanada del CEN del tricolor.
Asuntos de cárcel: Carlos Hank Rhon cumple una diligencia judicial frente a Raúl Salinas de Gortari relacionada con la compra de una casa en la ciudad de México; Miguel Angel Yunes, el famoso organizador de la comodísima conferencia del llamado "cocinero" para desdecirse de anteriores acusaciones relacionadas con el caso Stanley, ahora acusa a Samuel del Villar de inventar delitos y de otras linduras idiomáticas.