JUEVES 20 DE JULIO DE 2000
* Independentistas sacan provecho de la situación y atacan a tropas rusas
Gobernantes pro rusos en Chechenia, al borde de la ruptura
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 19 de julio * Mientras el presidente Vladimir Putin escuchaba los vítores de bienvenida de una multitud enardecida en Pyongyang, la capital de Corea del Norte, el alto mando militar ruso fracasó en su intento de solucionar el grave conflicto que enfrenta, al borde de la ruptura, a los gobernantes pro rusos de Chechenia.
El deterioro de la situación es más acusado, paradójicamente, en lo que Moscú presentaba como el inicio de un arreglo político: la imposición del mufti Ahmad Kadyrov al frente de la administración temporal, con el contrapeso de Bislan Gantamirov como su segundo, jefe de la policía y del aparato de seguridad.
La rivalidad entre ambos personajes, figuras más visibles de los intereses contrapuestos de Gudermes y Grozny, afloró a primer plano mucho antes de lo que se pensaba y estuvo ya a punto de derivar en una matanza entre clanes, impedida de último momento por el ejército ruso.
El motivo de la discordia fue la decisión de Kadyrov de destituir a cuatro de los titulares de distrito en Grozny, que provocó la ira de Gantamirov y una demostración de fuerza de 200 hombres armados frente a la sede misma de la administración temporal como argumento adicional para exigir que se revocara la orden.
La guardia personal de Kadyrov, integrada por varios cientos de efectivos, había cortado cartucho, cuando el comandante militar de Chechenia, general Ivan Babichev, dispuso que los soldados rusos rodearan a ambos grupos y abrieran fuego al primer disparo de cualquiera de los clanes enfrentados.
En ese contexto poco propicio para el acuerdo, Kadyrov y Gantamirov fueron forzados por el alto mando militar ruso a negociar durante dos días y, hoy, las acaloradas pláticas concluyeron en rotundo fracaso.
Kadyrov acusa a su rival de estar preparando una rebelión armada para derrocarlo y desconoce las funciones encomendadas a Gantamirov por el presidente Putin. "Existía sólo un entendimiento verbal de que Gantamirov se haría cargo de la policía y el aparato de seguridad, pero no he recibido copia de ningún decreto presidencial en ese sentido", comentó el mufti, probablemente siguiendo línea del Kremlin.
En ausencia de Putin del país, y ante el peligroso cariz que están tomando los acontecimientos, ahora sólo falta que se pretenda hacer creer que Gantamirov se adjudicó él mismo el control sobre la policía y el aparato de seguridad de los chechenos pro rusos.
Si no llega a un acuerdo con el mufti, y no parece probable, Gantamirov amenazó con renunciar y anticipó que todos sus hombres, varios miles, están dispuestos a romper con la administración temporal. "Pensaba que Kadyrov quería la paz, pero sus primeros pasos demuestran lo contrario: quiere una guerra civil", reviró Gantamirov en una mezcla de decepción y advertencia.
De llegarse a ese extremo, Gantamirov ofreció deponer las armas para evitar un choque con las tropas federales, que siguen respaldando a Kadyrov.
El Kremlin, sin embargo, no pierde las esperanzas de suavizar el conflicto para no tener que admitir, a escasos días de proclamar que había encontrado la fórmula que necesita Chechenia, el error de dotar de poderes equivalentes a dos enemigos irreconciliables. Hará hasta lo imposible, y ese será otro error, por posponer un desenlace inevitable: la ruptura en la cúpula chechena orientada hacia Rusia, al costo de aumentar la inestabilidad en la república.
De todos modos, hay indicios de que el Kremlin ya busca sustituto a Gantamirov como nuevo contrapeso a Kadyrov, mientras los combatientes islámicos sacan provecho de la lucha intestina de los chechenos leales a Moscú y asestan nuevos golpes a las tropas federales.
En medio de ese panorama de incertidumbre, en Moscú, fue gravemente herido de cuatro impactos de bala Yusup Soslambekov, presidente de la Confederación de los Pueblos del Cáucaso del Norte, influyente figura de la diáspora chechena.
Ex ministro de Defensa y ex presidente del Parlamento de Chechenia, Soslambekov, desempeñó un papel determinante como puente entre el gobierno ruso y el presidente checheno, Aslan Masjadov, a comienzos de esta guerra, pero su mediación no se concretó en negociaciones formales.
Hasta el momento, nadie ha reivindicado el atentado, aunque Soslambekov se hizo de poderosos enemigos en Chechenia, cuando anunció su ruptura oficial con el wahabismo, rama islámica radical que encabeza el jefe militar Shamil Basaiev.
En otro orden de cosas, el magnate Boris Berezovsky hizo efectivo su anuncio de renunciar como diputado de la Duma, advirtiendo que "me despido pero no me voy", al tiempo que en extraña coincidencia ųacaso a golpe de chequeraų se desarrollaron varios mitines de apoyo al dimitido legislador en Karachaevo-Cherkesia, la república caucásica que representaba, en los cuales los oradores tampoco se olvidaron de exacerbar las tensiones interétnicas.
La procuraduría general, por su parte, continuó el acoso del dueño del consorcio de prensa Media-Most, Vladimir Gusinski, al decretar el embargo precautorio de sus bienes en la causa penal que se le sigue por el delito de "fraude en gran escala".
De su lado, la Duma Estatal (Cámara baja) desaprobó dos textos de ley que consolidan la reforma de Putin y lo autorizan a destituir a los gobernadores regionales si violan la ley federal.