SIDA: A MEDIO CAMINO
Diversos organismos no gubernamentales señalaron ayer la importancia de que el próximo gobierno dé continuidad a los actuales esfuerzos en materia de prevención y control de la epidemia de sida, atención a los afectados por el VIH y lucha contra las prácticas discriminatorias que aún se practican en el país contra los seropositivos.
El llamamiento no es de importancia menor si se toma en cuenta que el sida es ya la segunda causa de muerte en México entre la población de 24 a 35 años, que existen más de 20 mil personas que han desarrollado la enfermedad y que alrededor de 200 mil son portadoras del virus, muchas de ellas sin saberlo. Con estas cifras en mente resulta claro que el control de la epidemia de sida constituye uno de los más importantes desafíos de salud pública para el gobierno que habrá de arrancar el próximo primero de diciembre, y acaso también para el que lo suceda en el 2006.
En esa perspectiva, resulta obligado, en primer lugar, extender y profundizar las tareas de prevención, las cuales pasan por educar e informar a la población ųcon énfasis en los segmentos que están por iniciar su vida sexualų acerca de los mecanismos de protección disponibles para evitar el contagio, así como por una concientización de la sociedad en general acerca de la solidaridad a la que está obligada para con los afectados por la enfermedad; sólo de esa forma podrán erradicarse prácticas discriminatorias que implican una inaceptable degradación moral para el conjunto social. Pero además se requiere de esfuerzos presupuestales para dotar de los costosos medicamentos antirretrovirales a todos los enfermos de sida, independientemente de que estén afiliados o no a alguna institución de salud pública.
Ante la necesidad de una política gubernamental coherente e inequívoca para enfrentar la epidemia en los terrenos educativo, médico y social, diversos sectores de la sociedad civil han expresado su preocupación por la influencia que pudieran llegar a tener en la próxima administración grupúsculos fundamentalistas azuzados por la Iglesia Católica que se oponen ųsin base racional algunaų a las campañas de educación, salud reproductiva y prevención que realizan las autoridades educativas y del sector salud. Tales programas no deben reducirse ni acotarse en forma alguna sino, por el contrario, acentuarse y extenderse, si es que el país desea evitar escenarios de catástrofe, como los que se presentan en algunas naciones africanas en las que la propagación del VIH va a traducirse pronto en una contracción demográfica.
La preocupación referida seguirá expresándose, y tendrá sentido, en tanto no exista un compromiso claro del virtual presidente electo en materia de estrategias para enfrentar este grave problema de salud pública.
|