MIERCOLES 19 DE JULIO DE 2000

* Recogió en sus textos su preocupación por el mundo y los explotados


Murió José Angel Valente, uno de los baluartes de la literatura española

* Cosechó numerosos galardones, entre ellos el Príncipe de Asturias de las Letras 1988

* Pérdida irreparable, en atención a la universalidad de su obra, dicen sus colegas

Agencias, Santiago de Compostela, 18 de julio * El poeta de influencia mística y metafísica José Angel Valente, considerado uno de los grandes autores españoles de la literatura contemporánea, murió la madrugada de hoy a los 71 años víctima de una prolongada enfermedad, en una clínica de Ginebra, Suiza.

Sus primeros versos se publicaron cuando aún era estudiante, en 1947, y acumuló tras de sí una vasta producción literaria en la que sobresalen títulos como Poemas de Lázaro (1960), El inocente (1976) y el volumen en lengua gallega Sete cantigas de alen (1981), entre otros.

Admirador de San Juan de la Cruz y los poetas místicos y metafísicos, que dejaron huella en él, otros de sus textos, inscritos en esta línea, son Mandorla (1982) y El fulgor (1984).

Más allá de la pura poesía, cultivó también la llamada prosa poética y el ensayo en los libros Número trece (1971), El fin de la edad de plata (1973) y La piedra y el centro (1983).

Cultivador de la lengua gallega

Valente, también ensayista y traductor, nació en la ciudad gallega de Orense el 25 de abril de 1929 y estuvo marcado tanto por la Guerra Civil (1936-1939) como por las desgracias personales. Cosechó en su trayectoria numerosos galardones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1988).

Miembro de la generación del 50 y con una obra sólida que contribuyó a realzar el esplendor de la lengua gallega, el fallecimiento de José Angel Valente fue calificado en España como una pérdida irreparable, en atención a la universalidad de su poesía.

El poeta se mantuvo siempre apartado del temario de su generación y de los círculos de poder intelectual.

''El intelectual tiene que estar siempre en estado salvaje", dijo en una ocasión el autor de La memoria y los signos.

Valente también recogió en sus obras la preocupación por el mundo exterior y por los explotados. Ese inconformismo le llevó a ser juzgado en rebeldía en 1972 por el régimen de Francisco Franco tras la publicación del cuento ''El uniforme del general".

Valente vivió un exilio voluntario en Oxford (Inglaterra) y, sobre todo, en Ginebra (Suiza), donde trabajaba para la Organización de las Naciones Unidas, y en París laboró para la UNESCO.

Su última obra fue Nadie, primera parte de un poemario que dejó inconcluso.