MIERCOLES 19 DE JULIO DE 2000

 

Ť Luis Linares Zapata Ť

Debacle impune

El cuadro poselectoral del PRD ha quedado bien dibujado con las posibles asignaciones (IFE) a los partidos para el ejercicio del 2001. El panorama que revela es el de un gran fracaso político electoral. Fue el único partido, aparte de los que perdieron su registro, que recibirá menos prerrogativas para llevar a cabo sus tareas de aquí a la próxima elección federal (2003). Pasó de 320 millones de pesos (mdp), que se le asignaron desde el 97, a 282 mdp para el 2001. Es decir, disminuye 38 mdp, que mucha falta le harán para desempeñar sus tareas, sobre todo cuando la distancia con los dos grandes se ensancha desproporcionadamente. Tanto PRI (696 mdp) como PAN (631mdp) le triplicarán en recursos a su disposición año con año y hasta el futuro reajuste que se dará en la próxima contienda federal.

Pero la plana dirigente del PRD sigue tan campante y, en adición, se le ha dado una tregua para no tomar decisiones apresuradas. No quiere arriesgarse, tampoco, a la orfandad respecto a su líder moral y candidato permanente (CCS) para permitir que nuevos cuadros maduren. No importa que hayan perdido, además, votos en la presidencial (407 mil), en la de diputados (482 mil) y en cuanto a senadores 532 mil respecto al pobre desempeño del 94 y eso que, entonces, se tenía una menor lista nominal. Las catástrofes en algunos estados, como Morelos, Baja California Sur, Zacatecas o Tlaxcala, son indicadores que ayudan a dimensionar, con crudeza, lo sucedido.

Sus bancadas, en ambas Cámaras, serán ahora marginales y más cerca de la chiquillería que de los partidos grandes. Para colmo, en la de diputados, apenas conservan 52 curules (de 126 en 1997), pues tuvieron que ceder 15 diputaciones a los demás partidos coaligados --si es que ese título puede darse a los membretes que se adhirieron a la Alianza por México. Pero, además, a estos partidos les consiguieron, como de pasada, la friolera de 310 mdp en prerrogativas adicionales y que los contribuyentes tendrán que aportar por sus tonterías. Tanto el PT, como el PAS, el PSN y CD recibirán, en total, 545 mdp, mucho más que aquel partido que los agrupó. Ni duda, es lo que se define, con irónico toque, como un "negocio redondo". Tal descalabro es imposible de apreciar sin que ello se corresponda con una verdadera debacle de dirigentes, ayudantes, candidatos involucrados, programas, formas de organizarse internamente y actitudes. Ya se sabe que, a toro pasado, los recuentos a veces son injustos, pero los resultados son los que cuentan en los negocios y más aún en los de la política, que trata con los intereses públicos.

El mismo triunfo perredista para la capital se puso en riesgo. La distancia con el PAN se redujo, de tal manera que ahora se lucha en los tribunales por obtener, sin grandes esperanzas y bases legales, la mayoría absoluta en la asamblea (cláusula de gobernabilidad). Con independencia de las consideraciones positivas para los balances de poderes, el PRD, y en particular López Obrador, quedó acotado por todos los puntos cardinales de su próximo gobierno. Tendrá que lidiar con un Congreso donde sus aliados partidistas son minoría. La negociación con el titular del Ejecutivo Federal, al que han tildado de entreguista, reaccionario y hasta de traidor (calificativos que habrá que borrar de la cotidiana práctica), será intensa y requerirá abierto talante pues de ello dependen nombramientos, presupuesto y otras minucias interesantes. Lateralmente tiene a varios delegados del PAN, entre ellos a unos de zonas críticas. Y, para terminar, se aprecia una copiosa bancada de opositores en la asamblea. Puede decirse, en abono de los perredistas encargados de las decisiones en la campaña por el DF, que en realidad se trató de una operación de rescate la que llevaron a cabo dadas las condiciones desventajosas que se tenían al inicio de la contienda. Cierto, pero ello no disminuye el susto final y las valiosas posiciones perdidas con el panismo foxista.

Quizá lo crucial del análisis faltante provenga de examinar tanto el perfil de los electores del PRD, como su mismo número, respecto de los que sufragaron por otras opciones. Saber que un 83 por ciento de votantes, ciudadanos con plenos derechos, prefirieron distintas ofertas políticas sitúa, al PRD, al borde de la marginalidad. No obstante, algunos de sus dirigentes se han apresurado a confirmar, sin mediar crítica de por medio, el apego intransigente a sus propuestas que, no sólo han sido rechazadas por la mayoría, sino que han dejado, con el súbito y completo cambio del horizonte político, de ser realistas o de despertar el imaginario colectivo. La parte final de la transición mexicana no pasó por las filas perredistas y el reto que tienen por delante es el de prefigurar su participación activa en el proceso en marcha para consolidar la normalidad democrática. Del 60 por ciento de personas en la pobreza, el PRD no ha conseguido alinear tras sus llamados ni siquiera a un 15 por ciento de ellos, es decir, la cuarta parte, aun considerando que es un grupo de factibles apoyadores. En resumidas cuentas, un partido que ha perdido a la juventud, a las clases medias educadas, a un fuerte sector de la izquierda ilustrada y se ha quedado con viejos, de escasa educación y pocas mujeres, es un instituto político que tiene un futuro acotado a menos que emprenda ya su indispensable reforma interna.