* Mañana culmina exposición del artista en la Galería Gómez Luna


En la pintura lo único que vale es ser honrado con uno mismo, dice Federico Cantú Fabila

Merry Mac Masters * Aunque afirma que su padre, el pintor, grabador y escultor Federico Cantú Garza (1908-1989), fue ''el más grande", para el también artista Federico Cantú Fabila (1929) su obligación es hacer ''hasta mi muerte" la lucha por sobresalir, convencer, crear lo que quiere. ''Desde mi nacimiento ųdiceų no pude ver otra cosa en casa que arte (su madre fue la pintora Luz Fabila Montes de Oca). Empecé a hacer mis pininos cuando era un niño, pero nada serio. Como cualquier chico que va a la escuela lo que quiere es dibujar a Dick Tracy o Flash Gordon, como fue en mi época.

''Ya de adolescente, mi padre accidentalmente descubrió un día que esgrafiaba un unicornio sobre una placa de blanco de España. Nos echamos a caminar y me dijo: 'Oye, espérate. ƑDe veras te interesa esto?' 'Sí'. 'Ah, pues, la disciplina es muy sencilla. Tienes que dibujar todos los días un mínimo de tres a cuatro horas y leer otro tanto igual'. No se puede ser un pintor cretino. ƑMe entiende? Lo veo en los muchachos jóvenes que tienen un gran talento pero una gran ignorancia en todos sentidos."

Los Cantú, que siempre se han considerado ''artesanos" con vistas a llegar a ''orfebres", enseñaron a su hijo a buscar saber de todo acerca del arte.

''Si no conoce usted las bases, desde los griegos a la época contemporánea, si no tiene el conocimiento de cómo se preparan los colores, cómo se pinta con óleo, igual que con esmalte, pastel, lápiz, caseína o con gouache, es inútil. No se puede decir, es que soy pintor acuarelista. Mentira, eso no es ser un pintor. Un pintor tiene que haber pasado por todo. En el grabado también se requiere conocer la madera, el zinc y el cobre. A la hora de hacer escultura es igual, necesita conocer todos los recursos. Una vez que tiene conocimientos en todo, pues, ahora sí, vamos a maestrearnos."

Fascinación por el bodegón

Cantú Fabila siente una especial fascinación por el bodegón. Además, cree que es de las cosas más económicas que puede haber para recurrir a una modelo. Explica: ''Las modelos son tan difíciles de conseguir. Digo, soy una persona mayor, no tengo interés de la juerga ųcon mi mujer y mis amigos síų, pero encontrar una buena modelo šni con la lámpara de Diógenes!". Sobre los requisitos de ésta, dice, ''que sea una mujer fresca, saludable, en el buen sentido de la palabra. No se requiere que sea perfecta la anatomía. La obligación de cualquier pintor es quitarle donde le sobra y ponerle donde la falta. Así, efectivamente, sensualidad. Si no la tiene, no pinte".

No obstante que el retrato y la figura humana no son ajenas a su obra, a Cantú Fabila le gusta mucho el bodegón y el paisaje urbano. Acostumbra irse a Francia de manera ''muy austera" una o dos veces por año a pintar. Asegura que las mejores manzanas y peras que se han pintado fueron a finales del siglo pasado por ''un señor Cézanne" y que ''ya el camino está abierto". Y aclara: ''No trato de emularlo, aunque sí a distanciarme de lo que se llaman frutas mexicanas. En la pintura lo único que se vale es ser honrado, pero antes que nada con uno mismo".

Para finales de septiembre, en la galería del Centro Médico Siglo XXI, se prepara una magna exposición de unas 300 obras de los Cantú ųdos hijos del entrevistado también pintan y esculpen.

(Después de 16 años de no hacerlo, Federico Cantú Fabila exhibe óleos y esculturas de hierro forjado recientes hasta mañana en la Galería Gómez Luna, en Estocolmo 18, Zona Rosa.)