MARTES 18 DE JULIO DE 2000

El ajuste de los partidos

 

* Alberto Aziz Nassif *

La elección del 2 de julio dejó dos novedades básicas: primero, el triunfo de la oposición al frente del gobierno que empezará el próximo 1o. de diciembre, y segundo, una composición del Congreso de la Unión sin mayorías absolutas. En 1997 el voto ciudadano generó una Cámara de Diputados sin mayoría y en estos tres años el país vivió una experiencia de gobierno dividido; hoy, la pérdida de la Presidencia es un acontecimiento que marca, por su importancia y su espesor histórico, una nueva etapa en el sistema político mexicano. Después de la batalla electoral todos los partidos políticos han entrado en un severo ajuste, no podría ser de otra forma.

El sistema de partidos en México tiene dos niveles, el de las organizaciones pequeñas que están en el nivel de sobrevivencia y el nivel de los grandes partidos que gobiernan el país. En 1999 este sistema llegó a tener 11 diferentes institutos, cinco que ya existían y seis nuevos; después de las elecciones el grupo se modifica otra vez porque tres partidos perdieron su registro al quedar por debajo del 2 por ciento de los votos, PDS, PCD y PARM; otros tres chicos salvaron el registro por haber formado parte de la Alianza por México, Convergencia, PSN y PAS; los otros dos chicos que ya tenían registro lo conservaron, uno en la Alianza por México, el PT, y otro en la Alianza por el cambio, el PVEM.

En el grupo de los partidos gobernantes se dan dos situaciones iniciales, la crisis en el PRI y el PRD por la derrota y los reacomodos por la victoria en el PAN. Al momento de perder la Presidencia el PRI se fue a pique, la desesperación, la catarsis y la falta de liderazgo dejaron como saldo un partido de Estado en donde lo único que faltó fue que alguien cerrara la oficina y luego hiciera un remate de lo que había quedado. A diferencia de otras derrotas de este tipo de partidos, el PRI había empezado a perder el poder de forma gradual; incluso se podía pensar que ese partido había aprendido a convivir exitosamente con la competencia electoral. Cientos de municipios, 10 estados y el Distrito Federal están gobernados por la oposición; ya no tenía mayoría en la Cámara baja, pero el trauma de perder la Presidencia, que era su centro articulador, fue demasiado contundente. En unos cuantos años pasó de ser partido hegemónico a partido dominante, y ahora simplemente es un partido de oposición con un futuro incierto. ƑCómo será la vida priísta sin la Presidencia, sin el apoyo incondicional de muchos medios de comunicación, sin el uso electoral de los programas sociales, sin la capacidad de chantaje y coerción, sin los recursos gubernamentales? Sin embargo, el hecho de perder la Presidencia, no significa que automáticamente desaparecen las estructuras e intereses que están amalgamados en ese partido. A pesar de la derrota, el PRI se queda con una gran capacidad para obstaculizar el próximo gobierno.

En el PRD la derrota tiene otro perfil y por lo tanto un significado distinto. El 2 de julio fue un regreso a su pasado. Cárdenas se quedó con el voto duro que sacó en 1994 y en 1988, alrededor de 6 millones de ciudadanos. Sin embargo, su grupo de diputados disminuye casi a la mitad y su triunfo en el DF queda acotado por la pérdida de la mayoría en la Asamblea de Representantes. Falló la estrategia electoral, la candidatura de Cárdenas y se impone la dolorosa autocrítica. A pesar de la miopía que dominó el discurso de la campaña de ver a Fox como el peor mal, el horizonte democrático abre posibilidades para que se pueda fortalecer una izquierda democrática y moderna. La posición perredista en el Congreso puede ser una pieza estratégica para legislar el marco institucional que necesita la democracia mexicana, pero también puede ser un obstáculo, en donde el triunfo de las viejas identidades ubique al PRD en una alianza con el PRI. El punto de partida puede estar en la pregunta: Ƒqué izquierda necesita hoy el país?

Por último, el PAN tendrá que pasar por un importante reacomodo, porque ir de partido de oposición a partido gobernante después de sesenta años resulta complicado. De cualquier forma, el desafío del triunfo es muy diferente a la crisis de una derrota. El panismo necesitará construir su relación con el presidente y desarrollar una hábil estrategia de consensos en el Congreso. ƑPodrá el PAN ser la derecha democrática que se necesita, un constructor político, o se quedará rezagado en sus inercias como un obstáculo del cambio? *