LUNES 17 DE JULIO DE 2000

* Su red se extendía desde Sudamérica hasta la frontera con Estados Unidos


Detienen a importante banda de traficantes de personas en Chiapas

* Movilizaban diariamente a 200 indocumentados y a cada uno le cobraban de mil a dos mil dólares

Notimex, 16 de julio * Agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) detuvieron en flagrancia a Carlos César Farrera de los Santos, uno de los jefes más buscados de redes de tráfico ilegal de personas y a diez de sus cómplices, en un operativo efectuado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

La corporación señaló en un boletín que Farrera de los Santos fue sorprendido con diez de sus principales cómplices en cuatro casas de seguridad ubicadas en Tuxtla Gutiérrez cuando iniciaban el traslado de 159 indocumentados hacia la frontera estadunidense a bordo de varios vehículos.

Indicó que por tratarse de crimen organizado, el presunto cabecilla y sus cómplices fueron puestos a disposición de la Procuraduría General de la República (PGR), que ordenó su traslado a la ciudad de México.

Apuntó que también fueron entregadas las unidades de transporte aseguradas, entre ellas dos tráilers camuflajeados con logotipos del Servicio Postal Mexicano, así como un lote de joyas y dinero en efectivo.

Subrayó que con esta acción culminó una fase indagatoria permanente iniciada en diciembre de 1999, que permitió desentrañar la estructura organizativa de esa red de traficantes de ilegales, la cual se extendía desde Sudamérica hasta la frontera con Estados Unidos.

La banda estaba integrada por el líder de la banda y su socia, Dora Leonor Vargas Hernández, así como por ocho responsables de los traslados, seis células y 78 operadores para la conexión en Centro y Sudamérica.

De acuerdo con el trabajo de inteligencia realizado por la PFP, la red de Farrera de los Santos empezó a operar hace diez años con enclaves principales en los estados de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Tabasco y Sonora.

La organización montó una infraestructura que combinó la organización de una cadena de casas de seguridad para esconder a los indocumentados, así como la cobertura de agencias de viajes para simular el traslado de falsos peregrinos a centros religiosos, y sistemas de transporte aéreo y terrestre. En este último caso, las unidades de carga transportaban diversas mercancías, pero contaban con compartimientos secretos para ocultar a los migrantes.

Se estima que esta red movilizaba cada día a unos 200 ilegales, a los que cobraban tarifas individuales de mil a dos mil dólares, aunque a veces fueran interceptados por corporaciones mexicanas, abandonados en zonas desérticas o detenidos en Estados Unidos.