LUNES 17 DE JULIO DE 2000
* Juchitán es una tierra mítica que permea la obra del prestigiado creador
Francisco Toledo, vida y creación que enriquecen el arte en México
* Se exhibe una retrospectiva del pintor en el Centro Cultural Reina Sofía de Madrid
* Desde estas páginas le expresamos: šenhorabuena, maestro, por su cumpleaños!
Merry Mac Masters * Fue en la mítica tierra de Juchitán donde emitió su primer grito Francisco Benjamín López Toledo el 17 de julio de 1940. Su progenitor, Francisco López Orozco, era de oficio zapatero. Y la familia de su madre, Florencia Toledo Nolasco, mataba cochinos. Desde chico conoció los sinsabores del exilio, pues debido a problemas políticos, su padre, quien fue líder de los trabajadores del Istmo de Tehuantepec, tuvo que irse de Oaxaca. En Minatitlán, Veracruz, tuvo una tienda de abarrotes. También vivieron en Chiapas.
Tal vez Francisco Benjamín haya realizado su primer dibujo a los diez años. Recuerda que alguna vez pintó sobre las paredes de su casa. Cuando llegó el momento de renovar el inmueble, su progenitor respetó los trabajos de su hijo.
Al regresar a Oaxaca, otras personas le dijeron a su familia que el muchacho dibujaba. No obstante, Toledo dejó la casa paterna a los 12 años para estudiar la secundaria en la capital del estado y nunca volvió.
Se sentía solo y abandonado. Su tío lo inscribió en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca, donde en 1955 vio una exposición organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes, con cuadros de Rufino Tamayo, Diego Rivera y el Dr. Atl (Gerardo Murillo).
Nostalgia por el terruño
Instalado en la ciudad de México, donde su padre quería que estudiara abogacía, finalmente tuvo permiso para ingresar a la Escuela de Diseño y Artesanías (EDA), en la Ciudadela, donde incursionó en la litografía. En 1959 realizó su primera exposición en la Galería Antonio Souza, cuyo propietario le confirió su nombre de batalla: Francisco Toledo.
Una nueva exposición del artista se organizó para viajar a Fort Worth, Texas. Al año siguiente se fue a Europa. Como quería conocer Italia, llegó primero a Roma. Ya en París se fortaleció su interés por el grabado. También en el viejo continente fue presa de la soledad.
En la ciudad luz conoció, gracias a una carta de recomendación de Souza, al artista con quien frecuentemente se le vincula, llamándole incluso su heredero: su paisano zapoteco Rufino Tamayo.
El pintor y su esposa Olga vieron a Francisco casi como un hijo. Lo invitaban a comer y Tamayo recomendaba la compra de los cuadros de su joven colega. Haber conocido a Octavio Paz, en ese entonces agregado cultural de la embajada de México, también fue determinante.
Una vez el poeta en son de broma ofreció mandarle traer, a Toledo, una iguana por valija diplomática para que estuviera más contento.
A partir de 1963 los galeristas empezaron a interesarse en su obra. Tuvo exposiciones en Oslo, Londres, Ginebra, Toulouse y Hannover. En 1965, no obstante, le ganó la nostalgia por Juchitán, a donde regresó para rencontrarse con sus raíces. Los lazos familiares con esta región cercana a la costa del Pacífico y el modo zapoteco de vida empezaron a influir directamente en su temática.
Carlos Monsiváis escribió, para el catálogo de la retrospectiva de Toledo, que se exhibe en el Museo Nacional Centro Cultural Reina Sofía de Madrid, que ''pronto, impulsado por su afán de promotor cultural, atiende a la necesidad de los estudiantes juchitecos, y crea la Casa de la Cultura, institución pequeña y ejemplar que mantiene un ritmo de exposiciones y talleres de cerámica y dibujo, y alberga un acervo valioso de pinturas, grabados y fotografías.
''Surge entonces en Juchitán la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI), que gana la presidencia municipal. Para apoyar a la COCEI, Toledo patrocina la revista Guchachi Reza (Iguana Rajada), que dirige con el poeta Víctor de la Cruz, y que difunde textos históricos y literatura en zapoteco."
En los años ochenta fundó Ediciones Toledo con marcado acento en la poesía y, a su vez, promovió la revista trimestral El Alcaraván.
Promotor cultural, otra faceta
Más adelante, el periodista y ensayista apunta que ''también (Toledo) se involucra a su manera (siempre pictórica) en diversas causas: la exigencia de presentación de Víctor Yodo, dirigente secuestrado cuyo cadáver nunca se encuentra, y en la oposición al PRI, y sus provocaciones, fraudes electorales y asesinatos".
El 23 de septiembre de 1985, el artículo ''Los falos del mundo saludan a Toledo'', de Elena Poniatowska, inauguró las páginas del suplemento La Jornada Semanal. Allí la periodista escribió: ''Toledo es a Juchitán lo que la mujer es a Toledo, el único espacio posible, el ancho patio asoleado, la bóveda, el celaje, el ánfora y la respiración. Juchitán es Toledo, sus ocres y sus púrpuras, su negro vid de uva calcinada, su amarillo congo de tlapalería, el azúcar que va escurriendo por las calles, las abejas que zumban en torno a la miel, la miel en el paladar de la mujer, la miel en su sexo y en su vientre, la miel de sus pechos y de su cabello lavado en el agua del río".
Después de nuevas estancias en París, Nueva York y Barcelona, en 1988 Toledo retornó a Oaxaca donde se acentuó su faceta como promotor cultural, al grado de que a veces dispone de poco tiempo para la creación personal. En 1998 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes, cuyos 280 mil pesos fueron canalizados a sus diferentes proyectos, así como la medalla de oro que le entregaron.
La vida y obra del juchiteco Francisco Toledo enriquecen, sin ambages, la vastedad e importancia del arte en México. Y por todo lo que eso representa, desde estas páginas decimos, šfelicidades, maestro!