SABADO 15 DE JULIO DE 2000
Ť Es inútil continuar la guerra, afirma el presidente separatista Masjadov
Vladimir Putin pronostica más bajas en Chechenia
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 14 de julio Ť Para el presidente Vladimir Putin no hay nada que negociar con Aslan Masjadov, el todavía gobernante de Chechenia, y reiteró que las tropas rusas permanecerán en la república separatista porque "no podemos permitir que Chechenia se convierta en objeto de la expansión de las fuerzas extremistas y, por consiguiente, en plataforma para atacar a Rusia".
En una entrevista publicada este viernes por el diario local Izvestia, reconoce que "la solución del problema (checheno) requiere de un cierto tiempo", que la operación militar tendrá que continuar y que debe empezar lo que él llama "rehabilitación social" de la república, que implica instalar un proceso político efectivo a través de la administración temporal.
Agregó también que, para lograr esto, habrá todavía que sufrir "un determinado" número de bajas, y enfatizó que "es necesario que todos lo entiendan definitivamente: o resolvemos este problema ahora o, si volvemos a flaquear y nos retiramos, se reditará muy pronto y el número de víctimas será mucho mayor".
Masjadov mantiene otra opinión: "Estamos tratando de convencer a Rusia de que es inútil continuar la guerra", afirmó la víspera en una entrevista otorgada al Servicio Noticioso de Azerbaiyán, grabada en las montañas del sur de Chechenia por un equipo de televisión del vecino país.
El mandatario reiteró que está dispuesto a negociar un arreglo político, pero también advirtió que los combatientes islámicos "seguirán defendiendo a su patria el tiempo que sea necesario".
Las palabras de Putin no son sólo una respuesta indirecta a Masjadov, cuyo ofrecimiento ignoró debido a que hace tiempo dejó de ser reconocido como interlocutor válido por Moscú, y parecen tener un claro destinatario en la población rusa, que por su costo y lo largo empieza a desencantarse con la guerra de Chechenia.
Los sondeos más recientes revelan que a 34 por ciento de los encuestados les "preocupa" y a 43 por ciento les "preocupa mucho" que Putin no haya resuelto hasta ahora el problema checheno y concluida la operación militar.
Cansados de las mentiras y verdades a medias, los rusos toman con escepticismo anuncios como el que hizo el general Valeri Manilov, subjefe del estado mayor del ejército, de que "la administración temporal logró convencer a una banda de 200 combatientes de que depongan las armas a cambio de ser indultados".
El golpe de efecto se desvanece cuando el propio general agregó: "La situación está bajo control y nadie va a permitir que los rebeldes nos impongan sus condiciones para rendirse". En otras palabras, ese grupo de rebeldes lleva varios días rindiéndose.
La situación en Chechenia comienza a complicarse para Rusia. La designación del mufti Ahmad Kadyrov, como jefe de la administración temporal, no respondió a las expectativas del Kremlin y, contrariamente al plan inicial de apostar por una sola figura, tuvo que volver a llamar al controvertido Bislan Gantamirov, quien acaba de ser nombrado por Putin primer subjefe de la administración temporal, a cargo de la policía y el servicio de seguridad de los chechenos pro rusos.
Dotar de poderes equivalentes a dos enemigos, hasta hace poco irreconciliables, difícilmente puede contribuir a reducir las tensiones entre los distintos clanes chechenos leales a Moscú.
Por el contrario, tarde o temprano se puede provocar un choque frontal, sobre todo a la hora de controlar los flujos financieros destinados a la reconstrucción de la república, ya que Kadyrov representa los intereses de la región de Gudermes y Gantamirov los de Grozny.
Asimismo, pueden repercutir en la conducción de la guerra de Chechenia las fisuras que han aparecido en la cúpula militar rusa, ahora que han salido a relucir las diferencias que tienen el ministro de Defensa, Igor Sergueiev, y el jefe del estado mayor, general Anatoly Kvashnin, respecto de la reforma de las fuerzas armadas rusas.
Las Tropas de Misiles Estratégicos, apoyadas por Sergueiev, y las Tropas Terrestres, cercanas a Kvashnin, absorben 80 por ciento del presupuesto de defensa ruso.
En tanto, la inconclusa reforma de las fuerzas armadas no ha podido concretarse, sobre todo por el fuerte gasto adicional que representa la guerra chechena, y sólo podrá continuarse si desaparece una de las dos divisiones de tropas antes mencionadas.
Sergueiev invoca, en favor de conservar las Tropas de Misiles Estratégicos, la amenaza nuclear, y Kvashnin defiende la necesidad de reforzar las Tropas Terrestres ante el riesgo de los conflictos locales, y en la inusual pugna está en juego todo: la cartera de Defensa, la conducción de la reforma del instituto armado y el control sobre la distribución de los recursos asignados.
Ambos tienen numerosos partidarios entre los generales y el ambiente que prevalece en el Ministerio de Defensa no es el más propicio en tiempos de guerra, aunque las autoridades sigan llamando operación antiterrorista a la guerra en Chechenia.
Igor Sergueiev amenazó hoy con renunciar, pero moderó sus ánimos cuando Putin anunció que la reforma de las fuerzas armadas será debatida en el Consejo de Seguridad, antes de tomar cualquier decisión.
Tarde o temprano el presidente deberá optar por Sergueiev o Kvashnin, consciente de que el dinero no alcanza para satisfacer los contrapuestos intereses de sus dos militares de más alto rango.