VIERNES 14 DE JULIO DE 2000

* ECONOMIA MORAL

Fábrica de pobres

Julio Boltvinik

 

La economía moral es convocada a existir

como resistencia a la economía del libre

mercado: el alza del precio del pan puede

equilibrar la oferta y la demanda de pan,

pero no resuelve el hambre de la gente

La semana pasada en este mismo espacio (Economía Moral, "Fox: el reto de la pobreza", La Jornada, 07/07/00) iniciamos el recuento de la situación que el régimen de partido de Estado hereda al gobierno que iniciará el primero de diciembre. En este primer análisis, mostré: 1. El consenso existente sobre el brutal aumento de la pobreza a lo largo de los tres gobiernos neoliberales del PRI, hasta 1996 (entre 44 por ciento y 80 por ciento según las fuentes), revirtiendo la tendencia a la disminución observada en los años sesenta y setenta (y seguramente en las décadas anteriores, aunque la evidencia es insuficiente para probarlo), durante los gobiernos priístas no neoliberales. 2. El aumento, otra vez brutal (31 por ciento) de la pobreza urbana (no hay información para el medio rural después de 1996) durante los primeros cinco años del gobierno de Zedillo. 3. El cambio en la estructura social de las ciudades mexicanas en los mismos cinco años, que era una forma en la que predominaban los no pobres, a una en la que predominan los indigentes.

Los electores, agraviados en su vida cotidiana por esta pauperización, votaron masivamente a favor de Fox. El voto urbano, particularmente, se volcó en ese sentido. Al aumento de la pobreza hay que sumarle el hartazgo de amplios grupos de la población (sobre todo entre los no pobres y los pobres no indigentes) respecto a un régimen que constreñía ciertas libertades. En este espacio (Economía Moral, "El error de Levy", La Jornada, 25/02/00) he venido insistiendo en el terrible error (técnico, moral y político) de haber reducido los apoyos a los pobres urbanos en un periodo en el cual la economía ha seguido desempeñando, para usar la afortunada frase de Cuauhtémoc Cárdenas, la función de fábrica de pobres. Conviene, por tanto, mirar más de cerca esta pauperización urbana y ver qué tan productiva ha sido esta factoría.

 

Se duplican los indigentes urbanos

En la gráfica 1 se expresan, en números absolutos, las personas indigentes, pobres no indigentes, y no pobres, en 1994 y 1999, que vivían en las 38 ciudades que cubría la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) al inicio del periodo. En este mismo espacio apunté, la semana pasada, que el crecimiento de la proporción de indigentes (personas que conforman hogares en los cuales el ingreso por persona es menor que la mitad de la línea de pobreza) en los años de Zedillo fue de 70 por ciento, cuando pasó del 22.3 por ciento a 38.1 por ciento. En términos absolutos ello significó, como puede grafica-1 verse en la gráfica 1, que el número de indigentes que habita en estas ciudades se duplicó, pasando de 8.26 millones en 1994 a 16.68 millones en 1999. šUna fábrica con un nivel de productividad sorprendente! Mientras tanto, el otro grupo de pobres, al que hemos llamado pobres no indigentes (con ingresos per cápita menores a la línea de pobreza, pero mayores que la mitad de ésta), aumentó mucho menos drásticamente como se aprecia en la gráfica, al aumentar en 2.2 millones y pasar de 11.04 a 13.26 millones de personas. En suma, el número total de pobres, la suma de los dos grupos previos, aumentó en 10.63 millones en sólo cinco años.

 

Disminuyen los no pobres de las ciudades

Como contraparte, los no pobres, aquellos que tienen un ingreso igual o mayor a la línea de pobreza, disminuyen en números absolutos en 3.82 millones, pasando de 17.68 a sólo 13.87 millones. En consecuencia, la pirámide social urbana, expresada en números absolutos cerrados a millones, escribiendo primero los indigentes, luego los pobres no indigentes, y terminando con los no pobres, pasó de 8-11-18 a 17-13-14. Como se aprecia, casi cuadro una inversión de la pirámide. Es importante tomar en cuenta que durante este periodo la población de las 38 ciudades creció, según la ENEU, de 36.98 a 43.8 millones de personas. Es decir, aumentó en 6.82 millones.

 

Incidencia marginal de la

indigencia y la pobreza

Podemos calcular con los datos que ya hemos presentado, la incidencia marginal de la indigencia y de la pobreza. Esta medida, cuyos cálculos se presentan en el cuadro, expresa el aumento que tuvo la población del estrato respectivo (indigentes o pobres) como proporción del aumento de la población. Tanto el número absoluto de indigentes como el de pobres aumentó más que la población total de las ciudades, por lo cual la incidencia marginal fue mayor a 100 por ciento en ambos casos: 123.5 por ciento la indigencia y 156 por ciento en pobreza. Es decir, por cada 100 personas adicionales en la población urbana, aumentaron en 123 los indigentes y en 156 los pobres. Esto naturalmente implicó la transformación a pobres de importantes núcleos de población que antes no lo eran. De ahí que disminuyera el número absoluto de no pobres. grafica-2

También se duplican los indigentes

de la ciudad de México

La zona metropolitana de la ciudad de México (ZMCM), con una población de más de 17 millones de personas en 1999 según la ENEU, sigue siendo, con mucho, la ciudad más grande del país. Su población es más de cinco veces la población de la zona metropolitana de Guadalajara, la segunda ciudad del país. Representa casi 40 por ciento de la población de las 38 ciudades que hemos venido analizando. Comprende el Distrito Federal y 35 municipios conurbados del estado de México. La evolución de la indigencia y de la pobreza fue muy similar a la que vimos antes para el conjunto de 38 ciudades. Los indigentes de la ZMCM se duplicaron pasando de 3.66 a 7.26 millones de personas, es decir aumentaron en 3.6 millones, mientras los pobres no indigentes se elevaban en cerca de medio millón, totalizando un aumento de poco más de 4 millones de pobres en el gobierno de Zedillo. Este aumento fue a costa del crecimiento poblacional (alrededor de 2 millones) y de la disminución de los no pobres (otros 2 millones). Por tanto, las incidencias marginales son peores que a nivel nacional: 175.6 por ciento la indigencia y 198.5 por ciento la pobreza. Es decir, por cada habitante adicional de la ZMCM los pobres aumentaron en dos.

Aún así, la política de atención a la pobreza, que como hemos señalado abandonó a los pobres urbanos, abandonó en mayor medida a los del Distrito Federal. No sólo les fue eliminado el subsidio a las tortillas y reducidos sustancialmente los subsidios a la electricidad y el gas (si es que todavía lo están, lo cual es muy dudoso), como a todos los habitantes urbanos del país. El DF fue excluido también de las aportaciones federales a los fondos de infraestructura social (destinados a la lucha contra la pobreza en materia de servicios básicos). El golpe fue devuelto por los habitantes del DF de manera severa. Los habitantes saben que su pobreza está determinada por las políticas federales. Por ello, sólo uno de cada cinco votantes lo hicieron por el PRI, que quedó en tercer lugar en la lucha por la jefatura de gobierno, que no ganó ni una sola delegación ni ningún diputado local de mayoría. En los municipios conurbados del estado de México el PRI también fue avasallado, aunque en menor proporción.

Lo que hemos presentado aquí no es la imagen del país que reflejan los anuncios de Presidencia de la República. Tampoco es la que presentará Zedillo ante un Congreso de la Unión mayoritariamente opositor el primero de septiembre. ƑSerá la que asuma como realidad Vicente Fox el primero de diciembre?

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