VIERNES 14 DE JULIO DE 2000

* Revelaciones de un ex militar a Nuevo Criterio


Orquestado por políticos, el asesinato del cardenal Posadas

* Poseía pruebas de nexos de ese grupo con narcos: Torres García

José Antonio Román * El asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue producto de un ''plan orquestado'' por ''destacados políticos y altos funcionarios'' para silenciar al jerarca católico, por poseer documentos que demostraban la relación de ese grupo con diversos cárteles de la droga, según el testimonio de Marco Enrique Torres García, ex militar que participó en los hechos, y que fue reproducido por Nuevo Criterio, órgano de divulgación de la Arquidiócesis Primada de México. Incluso, se deja entrever que se trató de un ''crimen de Estado''.

La publicación dedica las páginas centrales de su número a ''la verdad sobre el asesinato del cardenal Posadas Ocampo'', donde señala que esta versión coincide con la opinión de la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, la cual sostiene que Rodolfo León Aragón, director de la Policía Judicial Federal, era el brazo operativo de Raúl Salinas de Gortari, de Justo (Ceja), secretario particular del presidente Salinas, y de Mario Ruiz Massieu, subprocurador de la PGR, en el trato con los capos de los diversos cárteles de la droga.

La versión del ex militar revela que el grupo que orquestó el asesinato pretendía recuperar documentos que una mujer había entregado al cardenal Posadas, los cuales demostraban la relación de ese grupo con narcotraficantes.

Dice Torres que las órdenes se dieron en tres tiempos: primero, hablar con el cardenal para convencerlo de que devolviera la información, cosa que se rehusó a hacer; segundo, intentar robar los documentos de su casa, intento que resultó frustrado; la última instrucción, y antes de que el cardenal pudiera entregar los documentos al nuncio Girolamo Prigione para hacérsela llegar al Papa, fue quitársela por la fuerza, lo cual requirió tener que asesinarlo primero.

Torres dice que el general Jesús Gutiérrez Rebollo, en ese entonces fiscal antidrogas, estuvo previamente al tanto del operativo del asesinato pues, según él, habría participado su propio subalterno, el capitán Horacio Montenegro, hoy también sentenciado

Nuevo Criterio revela que los hermanos Arellano Félix, cabezas del cártel de Tijuana, y a los que la versión oficial responsabilizaba del crimen, enviaron un total de cinco cartas al papa Juan Pablo II, en las que explican detalladamente por qué no pudieron haber sido ellos los homicidas del cardenal Posadas. Señalan que en el escenario del crimen existía un tercer grupo actuando libremente.

El primer grupo, contratado por El Popeye en Estados Unidos, se iba de Guadalajara por no haber encontrado al Chapo Guzmán. Los del segundo grupo, pistoleros del Chapo, declararon que desde su llegada al aeropuerto se replegaron al ver a agentes de la PJF ''que no eran de su gente'', pues a los judiciales que tenían comprados los conocían perfectamente.

Entonces, y aunque nunca lo hubiera constatado el grupo interinstitucional ųintegrado en julio de 98 por la PGR, gobierno de Jalisco y la Conferencia del Episcopado Mexicanoų, se evidenciaba de los primeros años del proceso que había, efectivamente, un tercer grupo encargado específicamente de matar al cardenal Posadas. Este es el grupo que la PGR nunca quiso investigar.