JUEVES 13 DE JULIO DE 2000
* Emilio Pradilla Cobos *
Poderes compartidos
El resultado de las elecciones del 2 de julio en México y el Distrito Federal ha sido una compleja situación de poderes políticos compartidos, que puede entorpecer la necesaria profundización del cambio político, económico, social y territorial en curso en la capital, prometido por López Obrador y el PRD. En la medida que los proyectos económicos y sociales de las principales fuerzas políticas en juego son muy distintos, el resultado pueden ser bloqueos y conflictos cuyos efectos sufrirán todos los ciudadanos, independientemente de sus simpatías políticas, lo cual asigna a todos los partidos políticos, sobre todo al PAN, una parte de la responsabilidad de lo que ocurra en los próximos años en la ciudad.
Por lo inconcluso de la reforma política, el gobierno perredista del DF dependerá del gobierno federal foxista en temas de tanta importancia como la presentación del presupuesto, que en años pasados ha dado lugar a conflictos cuya conclusión fue la restricción presupuestal. En este mismo tema y en otras materias legislativas concretas, como la reforma política para la capital, la Cámara de Diputados, con equilibrio de fuerzas mayoritarias entre el PRI y el PAN, tiene el papel decisorio. En el estado de México, con quien se comparte la responsabilidad sobre muchos aspectos vitales para la Zona Metropolitana, la ciudad real, el gobierno estatal es priísta y varios municipios conurbados estarán gobernados por priístas y panistas.
Las cinco delegaciones del DF ganadas por el PAN, generan la mayor parte del producto y el empleo locales y reciben un gasto público por habitante superior a la media; las atribuciones que tendrán los jefes delegacionales, mal definidas en el Estatuto de Gobierno, pueden llevar a desencuentros frecuentes con el gobierno central en términos de política urbana, creación de infraestructura y prestación de servicios a escalas urbana y metropolitana. Los jefes delegacionales panistas podrían tener la tentación de buscar una relación privilegiada con el gobierno federal, para su beneficio, dándole la vuelta al gobierno de la ciudad y pretender, así, ganar la competencia con las delegaciones gobernadas por representantes de la Alianza por la Ciudad de México.
La incomprensible aplicación de la "cláusula de gobernabilidad" por el Instituto Electoral del Distrito Federal, que le da la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa del DF al PAN-PVEM, opuestos al jefe de Gobierno perredista, abrirá otra puerta a la ingobernabilidad: las iniciativas legislativas del GDF, necesarias para hacer efectivas las propuestas de campaña de López Obrador, estarán sometidas a una mayoría panista que aún contará con la reserva de apoyo de los diputados priístas; a su turno, podrán aprobar iniciativas propias contrarias al proyecto de cambio perredista. Los temas del presupuesto anual o los diversos programas de desarrollo urbano, serán seguramente temas para esta confrontación.
En este escenario, sobrepolitizado por las implicaciones de la derrota del PRI y de los reacomodos de los actores políticos buscados afanosamente por Fox, no parece estar garantizada la satisfacción de las necesidades esenciales de los capitalinos, en particular de los excluidos y empobrecidos por el neoliberalismo salvaje impuesto por el PRI y el PAN, ni parece plenamente viable la aplicación de todas las propuestas y compromisos de los perredistas electos. La ciudadanía no podrá hacer responsable de estos problemas sólo al Ejecutivo local y su partido. Compartir poderes implicará compartir responsabilidades; el PAN y los medios de comunicación antiperredistas deben tenerlo muy claro. Esta es otra consecuencia perversa del voto conservador por Fox y el PAN y del irreflexivo "voto útil", que no fue siquiera "voto diferenciado" de los capitalinos, ya sea el producto del hartazgo del PRI, de la superficialidad de la cultura política o del oportunismo político e intelectual de algunos propagandistas de esta falacia foxista.
El próximo Gobierno capitalino, el PRD y sus legisladores, tendrán que encontrar respuestas a esta compleja ecuación política, con apego a principios, imaginación, políticas integrales, flexibilidad y rigor, con la mira puesta en las necesidades de todos los capitalinos, sobre todo las mayorías trabajadoras.