La Jornada lunes 10 de julio de 19100

José Cueli
La fiesta ya no es brava

Los toreros presionaron lentamente a los ganaderos por la selección de un torito noblón y suave en la embestida. Los ganaderos a cambio de eso y para mejor favorecerlos les cumplieron el gustito y no sólo eso, los engordaron como cochinos y se los envían a la plaza con menos edad y todos salieron ganando. Menos los "cabales" y alguna crítica similar a ésta.

Los toros quedaron en la mayoría de los casos faltos de fuerza, casta, bravura y en México para rematarla aún de trapío. Nada que moleste a las figuras del ballet en que quieren convertir el toreo. Este toro ha hecho desaparecer la brillantez de la suerte suprema; que no es la de la muerte, sino la de varas, en la que antiguamente se medía la bravura del toro y los toreros alternaban en los adornos con el capote.

Los picadores citaban de largo y marcaban el puyazo. Sólo lo que el toro recargaba. Lo que permitía captar las diferencias de los bureles; los boyantes, los suaves, los dormidos en la suerte, los que tratan de quitarse la garrocha, o los que empujan desde los riñones. Hoy una y otra vez los torillos se tratan de quitar el palo con la cabeza alta y sólo de milagro van de largo. Los picadores los cazan y luego acribillan a mansalva.

Los apoderados y empresarios exigen al ganadero un toro noble, colaborador y sin peligro, para ayudar a las figuras en su moderno ballet. Los toros, gracias a la genética, aumentan la bondad y pierden la casta, entendida como fuerza, el arte de tirar cornadas, de galopar y embestir por derecho, rápido, a lo que se mueve. Tan es así que las figuras son incapaces de lidiar un toro encastado.

šPero, ese pero! En el pecado llevaron la penitencia y estos toritos dotados de nobleza duraron tan poco que ya pierden toreros y ganaderos. La falta de casta y sobra de nobleza terminó en mansedumbre y peligro en ocasiones. Así terminarán con encastes que llevan a los animales a embestidas borregunas, en la misma forma que el buey sigue al arado.

Este tipo de toros es el que demanda el toreo del futuro. En esta nueva versión de la fiesta, los toreros para triunfar tendrán que ser artistas de ballet. Los giros de sus capotes y muletas, expresiones de su ser en lenguaje telar. La muerte de los toros no será necesaria. La de varas ya no lo es. Los toreros "bonitos y galanes" están en su momento. Los toreros machos, sólo en plan de los villanos del ballet torero al igual que picadores y banderilleros. El toreo desaparece; la fiesta brava, como "el número" de grandes comederos, bares en que se convierten las plazas. El último ejemplo, la feria de San Fermín, en Pamplona.