La Jornada lunes 10 de julio de 19100

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

La doble eme (Madrazo y Murat) frenó el martes pasado la pretensión del doctor Zedillo de imponer a Jesús Murillo Karam como sucesor de Dulce María Sauri Riancho con la amenaza de convertir la inminente sesión del Consejo Político Nacional (que finalmente se suspendió) en un acto de público enjuiciamiento del propio presidente Zedillo, que podría llegar a la petición pública de que éste fuera expulsado del tricolor.

Un (aspirante a) rey que quiere ser peón

La exigencia de la doble eme fue escuchada al principio con la tradicional desatención que caracterizó al zedillismo en materia de asuntos priístas. Pero, cuando los operadores del Presidente se dieron cuenta de que la postura de los gobernadores de Tabasco y de Oaxaca podría prender en el pasto seco de la desilusión priísta, acordaron frenar las torpes maniobras de emergencia con las que ese mismo zedillismo pretendía apoderarse del cascarón del PRI, ya no mediante un caballo de ajedrez (Murillo Karam, quien siempre brinca como que va de frente, pero termina de lado) sino con un rey en jaque mate histórico (Labastida, que quiso y quiere seguir jugando, sin entender que, después del jaque mate, la partida ha terminado y, desde luego, obviamente, el rey ya no puede seguir jugando, ni siquiera como peón, como ahora anhela el sinaloense).

La doble eme ganó la primera partida al conseguir que fuera cancelada la sesión del Consejo Político Nacional en la que el zedillismo planeaba apoderarse con un virtual madruguete de la directiva priísta (que tendría en el primer lugar de su agenda la tarea de hacer todo lo posible para no entorpecer la llegada al poder del nuevo aliado del zedillismo, Vicente Fox). Pero esa aparición pública del madracismo-muratismo generó de inmediato la reunificación de los grupos zedillistas y labastidistas (resentidos algunos de éstos por considerar que el jefe había traicionado al candidato).

Ahora se habla de que Emilio Gamboa Patrón estará (hoy) en Villahermosa para parlamentar con Madrazo Pintado y tratar de firmar un armisticio, una especie de intercambio de rehenes: el propio Emilio dejaría de figurar en el comité priísta, refugiándose en su futura condición de senador (seis años con fuero, por si alguna indagación estadunidense se asomase en ese lapso) a cambio de que el habitante de la Quinta Grijalva deje de buscar la presidencia nacional del PRI.

Madrazo, una larga lista de triunfos sobre Zedillo

Será difícil arrancarle a Madrazo tal pretensión. Ha sido históricamente el gran triunfador sobre las ineptitudes del zedillismo. No fue quitado de la gubernatura de Tabasco en 1995, cuando Esteban Moctezuma había negociado con Andrés Manuel López Obrador. Se defendió a golpes, amenazando con una sublevación, y a Zedillo no le quedó sino aceptar su derrota y concurrir meses después a Villahermosa para levantarle la mano a Roberto y anunciar que gobernarían juntos hasta el 2000.

Luego, en 1999, se enfrentó al preferido de Zedillo para la sucesión, Francisco Labastida (preferido por descarte, debido a los famosos candados priístas que le cerraron el paso a Gurría, Ortiz y Ruiz Sacristán, los verdaderamente deseados por el ciclista que ha gobernado México estos años). Gamboa y Murat fueron a negociar con Madrazo cuando éste se fue a Estados Unidos para no levantarle la mano al sinaloense después del 7 de noviembre del año pasado. Roberto simuló una operación en la mano derecha para así tenerla enyesada y justificar su premeditada decisión de no estrechar la diestra de Labastida, ni abrazarlo, ni levantarle la mano reconociéndole como triunfador.

Tan buen secretario de Salud que hubiera sido

Zedillo le ofreció ser secretario de Salud (para ello había movido antes a Juan Ramón de la Fuente de ese cargo y lo había enviado a la rectoría de la UNAM) o, ante la negativa de Madrazo de aceptar ese cargo médico, hacerlo secretario de cualquier otra cosa, o presidente del PRI. Roberto escogió regresar a la gubernatura de Tabasco, para luego imponer a Manuel Andrade como candidato a gobernador y a sus favoritos como aspirantes al Senado y a las diputaciones federales.

La maestra Elba Esther

Ahora, cuando está por terminar su mandato, cuando le quedan apenas unos meses más de mando directo (con Andrade seguirá mandando, pero indirectamente), está decidido a ser el próximo presidente del PRI, tal vez con Elba Esther Gordillo como candidata a la secretaría general, si no es que ésta es convencida por el zedillismo para que se encargue de la presidencia interina que convocaría a asamblea nacional y a la elección de un dirigente definitivo.

Borrego, Sauri, Labastida

También se habla de la posibilidad de rencarrilar a Genaro Borrego en aquella idea maltrecha de refundar al PRI. También se habla de la posibilidad de mantener a Sauri Riancho en su condición decorativa actual y entregar el poder en una comisión que presidiría Labastida. Los cuadros tradicionales, como son los ex presidentes del comité nacional priísta, los dirigentes de los sectores, y otros miembros de la nomenklatura que llevó a la derrota a Labastida, ya están alineados en esta propuesta presidencial con la que se pretende cerrar el camino a Madrazo y sus acompañantes políticos como Carlos Salinas, Carlos Hank y Carlos Cabal.

Mientras tanto, el presidente Zedillo persiste en la postura de ayudar cuanto le es posible a Fox a instalarse sin problemas en la Presidencia. En la alocución radiofónica nacional que cada sábado ofrece, el doctor en economía aludió a sus (Ƒex?) compañeros de partido: "Quienes estarán en la oposición tendrán también una responsabilidad, pues en el Congreso y desde los partidos políticos tendrán influencia en el rumbo que tomen las acciones del gobierno. Por ello, deben prepararse para llevar a cabo una oposición constructiva, que busque beneficiar a las grandes mayorías".

Jalisco: el drama de ser priísta

No se ven muy bien preparados los priístas que están en ruta electoral. En Jalisco, por ejemplo, se evitó, mediante penosas negociaciones, el trágico espectáculo de elegir de manera pública al candidato priísta a gobernador del estado. La catástrofe tricolor en aquella entidad ni siquiera fue asumida con dignidad por sus presuntos caudillos. El empresario salinista (más bien, cordobista) Raymundo Gómez Flores, dueño de una de las principales fortunas del país, había prometido invariablemente que no aceptaría ser senador de minoría, pues él se consideraba llamado para ganar un escaño de mayoría y no por mecanismos de caritativa compensación. Llegado el momento de la derrota, don Raymundo reflexionó con filosofía pragmática y decidió que siempre no renunciaría a la senaduría que le quedó, la de minoría, pues estimó que no había sido vencido a la buena, sino por artilugios del gobierno estatal y del panismo jalisciense en pleno que habían conjurado en su contra.

Otro que prefiere aunque sea una pluri

Con tales antecedentes, este domingo 16 deberían elegir los priístas de aquella entidad a su candidato a gobernador. Pero prefirieron arreglar las cosas en privado (en una cena en la casa de Ismael Orozco Loreto), para decidir un candidato único y evitarse la pena de las elecciones internas.

Uno de los aspirantes, Enrique Ibarra, que fue largo tiempo representante del PRI ante el IFE, era apoyado por el grupo labastidista. Ahora, ya en desgracia, prefirió ceder su pretensión a Jorge Arana Arana, actual presidente municipal de Tonalá. Ibarra negoció la primera posición de la lista de candidatos plurinominales a diputados locales (tan seguro se muestra Ibarra del triunfo de su partido que prefiere refugiarse en la seguridad de una pluri amarrada).

El priísta Arana Arana va contra el panista Francisco Ramírez Acuña y contra un perredista hasta hoy enmascarado pero externo, pues ni siquiera se imaginan los del sol azteca quién podría aceptar tal postulación sandwich entre el bipartidismo PRI-PAN. La elección en Jalisco será el 12 de noviembre.

Por lo pronto, los priístas sufren para entender su presente y su futuro.

Fax: 55 45 04 73 Correo electrónico:
[email protected]