DOMINGO 9 DE JULIO DE 2000
* Justificó el presidente ante el Parlamento la guerra en Chechenia
Putin, por un Estado ruso "fuerte y centralizado"
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 8 de julio * Al presentar su primer mensaje a la nación ante los diputados de la Duma y los miembros del Consejo de la Federación, en sesión conjunta de ambas cámaras del Parlamento ruso, el presidente Vladimir Putin reiteró hoy la necesidad de un Estado "fuerte y centralizado" como premisa para impulsar las reformas económicas, la justicia social y las libertades individuales.
Según la Constitución rusa, el mensaje presidencial debe darse el primer cuatrimestre de cada año, pero en esta ocasión se pospuso por la renuncia de Boris Yeltsin, y finalmente resultó más una suma de intenciones que un recuento de lo realizado.
En un discurso de 50 minutos por momentos bien estructurado y en otras partes repetitivo, el mandatario se cuidó de mencionar a los culpables de la herencia que recibió, pero sí habló de los principales vicios de la gestión de Yeltsin.
Fue notoria la ausencia de éste entre los invitados de honor, lo cual podría interpretarse como un primer signo de distanciamiento entre el ex presidente y Putin, quien llegó al Kremlin como su "sucesor" designado, mientras otros consideran que la no asistencia de Yeltsin es parte de un juego de apariencias, que no altera el tácito acuerdo de mantener su impunidad.
Al proponer un nuevo "pacto social" para sacar adelante el país, enfatizó que "sólo un Estado fuerte, o eficaz si a alguien no le gusta la palabra fuerte, y democrático es capaz de proteger las libertades cívicas, políticas y económicas"; advirtió que la supervivencia de la nación está en peligro y reveló que la población se reduce cada año en 750 mil personas y que las proyecciones demográficas apuntan que, de no revertirse las tendencias, Rusia podría perder 22 millones de habitantes en 15 años.
También reclamó su derecho, como presidente, de restablecer el orden en el país y de proceder contra los gobernantes regionales que no respetan la legislación federal y que usan sus cargos para beneficio personal.
Putin no tiene duda: Rusia no puede resignarse a ser débil y "su única opción es ser fuerte, no contra la comunidad mundial, no contra otros estados fuertes, sino conjuntamente con ellos".
Justificó la guerra de Chechenia al decir que "el terrorismo era un ataque permanente a la integridad de Rusia" y que sólo la "operación antiterrorista" hizo posible acabar con ese riesgo, y no desaprovechó la oportunidad para criticar a quienes se opusieron a la operación militar, al considerar que intervinieron en asuntos internos "bajo el pretexto de la injerencia humanitaria".
Aunque refrendó que "sólo un Estado democrático puede garantizar los derechos de sus ciudadanos" y que la libertad de expresión seguirá siendo un valor intocable, no pudo evitar las alusiones al reciente escándalo que se generó con el arresto, y posterior liberación, de un magnate ruso de los medios de comunicación.
"Muchos medios de comunicación dependen de sus propietarios, que los utilizan para combatir a sus adversarios o contra el Estado", acusó el mandatario, y en el plano económico reconoció que "el Estado mismo contribuyó en mucho al auge de la corrupción, a la preminencia de la economía en la sombra y a la fuga masiva de capitales".
Sentenció que el atraso económico progresivo empuja a Rusia al Tercer Mundo, y que es cada día mayor la brecha con las naciones más desarrolladas.
Putin no comparte el optimismo de quienes, apoyándose en los indicadores macroeconómicos, destacan el crecimiento registrado en los últimos meses, y a su juicio dichos indicadores "son muy modestos en comparación con otros países que se desarrollan más rápido y de manera más estable", y se deben a una coyuntura externa favorable, principalmente al alza del precio internacional del petróleo.
Tras sostener que Rusia ha sido rehén de un modelo económico basado en una política populista, Putin redujo su política económica a la fórmula de "menos regulación y más competencia", y ofreció no apoyar a un grupo selecto de empresarios, sino a la iniciativa privada en su conjunto.
A lo largo de su discurso, Putin subrayó que restablecer el poder central es clave en su estrategia para reconstruir Rusia como gran potencia, y mencionó seis prioridades que tendrá que enfrentar: evitar que el Estado se entrometa donde no debe y asegurar que intervenga donde es indispensable, garantizar los derechos de propiedad, ofrecer igualdad de condiciones para la competencia, reducir los impuestos, desarrollar la infraestructura financiera y, por último, aplicar una política social realista.