DOMINGO 9 DE JULIO DE 2000

 


* Antonio Gershenson *

Terremoto político

Lo sucedido el domingo 2 de julio resultó ser un verdadero terremoto político. La sacudida no sólo implica la salida del poder del partido que lo ocupó durante siete décadas, sino muchas cosas más.

El panorama para el PRI se ve especialmente catastrófico, especialmente en el valle de México. Además del hecho medular de haber perdido la presidencia, este partido no ganó en el DF ningún diputado federal ni local de mayoría, ningún jefe de delegación, ningún senador (ni siquiera le toca el de primera minoría, pues quedó en tercer lugar), ni el jefe de Gobierno. En el estado de México, perdió varios municipios a manos del PAN y del PRD. En especial, el tricolor pierde el principal municipio que retenía en el estado, Ecatepec, y la capital, Toluca, ambos ganados por el PAN. Pierde también la gubernatura de Morelos. Con todo, el PRI conserva una fuerza considerable: tendrá mayoría relativa en el Senado, conserva fuerza en la Cámara de Diputados y tiene la mayoría de los gobernadores, aunque no los de las entidades más pobladas y más importantes. El problema es: Ƒquién va aglutinar a esa fuerza, especialmente después de que termine el actual gobierno el próximo 1o. de diciembre?

Otro elemento del proceso fue el de las irregularidades e ilegalidades, especialmente acarreos, en algunas partes alejadas y sobre todo donde subsisten formas de caciquismo. Fue tal la conmoción por el resultado, y la derrota de quienes habían sido acusados de la mayoría de estas faltas, o sea, los priístas, que no se prestó tanta atención a este elemento.

El PRD conservó el Gobierno del DF, ganó la mayoría de las diputaciones de Michoacán y tuvo avances en municipios del estado de México, pero en términos generales retrocedió en el número de legisladores federales y locales, perdió cinco delegaciones y posiblemente también la mayoría en las Asamblea del DF. Esto y un resultado general inferior al que muchos de sus integrantes esperaba después de las enormes movilizaciones que había logrado; ponen a discusión rumbos y tácticas.

Los nuevos partidos que se presentaron por su cuenta perdieron, todos, el registro. Esto ya había pasado en momentos de polarización entre las fuerzas principales: pocos se resignan a que su voto no cuente en las definiciones principales de la elección. En cambio, los partidos que se coaligaron con el PRD o con el PAN conservaron el registro y lograron algunas diputaciones. En el caso del Partido Verde, sus logros estuvieron totalmente fuera de proporción con los votos que obtuvo: 15 diputados frente a cinco en la legislatura saliente, y cinco senadores.

También se cuartea, en una magnitud por ser apreciada en el futuro, la legislación electoral. Los casos en los que la representación no corresponde a la votación y los problemas en las casillas especiales por falta de boletas suficientes, son algunos ejemplos muy evidentes. Ya sin la necesidad de extremar medidas antifraude a cambio de que se generen otros problemas, las cosas podrán cambiar.

Tampoco el PAN, aunque tenga triunfos electorales mayores que los que ellos mismos esperaban o anunciaban, está libre de problemas. La afirmación de Fox en el sentido de que gobierna él y no el PAN no es una simple afirmación: no podría gobernar así, pues el PAN está en minoría en ambas cámaras legislativas. Fox tendrá que construir consensos para que se aprueben la Ley de Ingresos y el Presupuesto del próximo año. Pero además ya se prefiguraba una especie de caudillismo o bonapartismo en el que Fox trate de lograr equilibrios y acuerdos que le permitan gobernar.

La izquierda parlamentaria, en estas condiciones, tiene dos posibles caminos: o bien se aísla y acusa a las otras fuerzas de ser las culpables de los problemas, o bien empieza por definir su propia alternativa política ante los principales problemas del país en estos momentos, y sobre esa base se alía, para cada asunto, con quienes tengan posiciones análogas a la suya en el mismo. Posiblemente en puntos de política económica tenga más coincidencia con el PRI o sectores del mismo, y en los relacionados con la erradicación de corporativismo o el ataque a casos de corrupción dentro del gobierno saliente, tenga más coincidencia con el PAN o sectores de éste. En mi opinión, es este último camino el que puede permitir construir una fuerza alternativa con posibilidades de resolver esos problemas.