JUEVES 6 DE JULIO DE 2000

 


* Jean Meyer *

Inventario balcánico

A 13 meses de la suspensión de los bombardeos de Serbia, Montenegro y Kosovo Ƒcuál es la situación y cuáles son las perspectivas? No es la guerra, tampoco la paz. Kosovo no es ya una zona de despotismo ejercido por el Estado mafioso de Slobodan Milosevich, pero, si los albaneses kosovares han sido objetivamente liberados, dicen que no es suficiente y el no violento Ibrahim Rugova sigue reclamando la independencia. Mientras los serbios kosovares han pasado de ser partícipes de la opresión, a ser víctimas de la revancha y del odio de sus antiguas víctimas. ƑJusticia distributiva o inmanente? No creo en esa justicia. ƑTragedia? Ciertamente.

La ONU, con sus soldados de la KFOR y su para-gobierno dirigido por el "french doctor" Bernard Kushner, se atasca en un oscuro pantano y no ve ni cuándo ni cómo salir del lodo. Finalmente en el norte de Kosovo, los serbios atrincherados impiden el regreso de los albaneses expulsados en 1998-1999 y afirman; "Aquí es Serbia, para siempre", mientras que Milosevich pide con cara dura la salida de Naciones Unidas de "la provincia serbia de Kosovo".

Europa y Estados Unidos reconocen que la construcción de la "autonomía sustancial" de la provincia, según la resolución 1244 del Consejo de Seguridad, se topa con obstáculos infranqueables; el virrey Kushner se queja, con toda razón, que está en la miseria, que la burocracia europea necesita seis meses antes de poder soltar un euro; y la mayoría albanesa quiere una independencia que le niegan la ONU, Rusia, Estados Unidos y Europa. Serbia sigue, oficialmente, soberana en Kosovo. Y Milosevich ha conservado su poder en Belgrado para mayor desgracia de sus pueblos.

Entonces ƑKosovo no puede ser serbio y tampoco independiente? ƑTampoco se acepta la idea de la división, con la minoría serbia concentrada en los cantons del norte incorporados a Serbia? Sin embargo, el statu quo actual es demasiado peligroso para no buscar una solución que se podría encontrar en la figura jurídica del protectorado ejercido por la ONU en un plazo bastante largo, digamos de 20 años, lo que dura una generación. En ese lapso la población practicaría la democracia local y Europa podría entender finalmente que la nueva cuestión balcánica es suya, que los Balcanes son Europa del Sureste y que la única manera de resolver el problema de Kosovo es subiendo las apuestas, poniendo sobre la mesa todos los problemas a la vez, desde Bulgaria hasta Chipre, lo que implica la participación activa de Grecia, Turquía, Hungría, Rumania y, evidentemente, Rusia además de toda la Unión Europea.

Esa Europa mayor debería actuar por sí sola y convocar a un Congreso de Viena o, si quieren evitar alusiones post napoleónicas, de Visebad o Marienbad. Con o sin Milosevich, la fase yugoslava de la historia de Kosovo ha terminado. Por lo tanto, se debe trabajar para definir una Unión balcánica, adentro de una comunidad europea ampliada, y también un Plan Marshall generoso y ambicioso para esa Europa del Sureste. Así y sólo así se podrían diluir, que no resolver, los problemas "étnicos" de los mil y un cantones balcánicos. Al desaparecer los imperios turco y austro-húngaro que hacían, bien que mal, convivir tantas naciones y sin naciones, los Estados nacionales han manifestado su incapacidad de encontrar una nueva fórmula. En esa nueva Europa, reconociendo a los Balcanes no como una "cuestión" sino como una parte de sí mismo, Serbia no "perdería" Kosovo y nadie le temería al surgimiento de una "Gran Albania". A los ricos europeos que encontrarían demasiado caro el plan Marshall balcánico, hay que explicarles que el costo de las guerras es diez veces superior al de las ayudas económicas.

Por lo pronto hay que "hacer tiempo" mientras cambie la situación política en la Serbia de todas las crisis. Una Serbia democrática es clave para el soñado pacto de estabilidad europea por diseñar en Marienbad.