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México, D.F. jueves 6 de julio de 2000
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Editorial

FOX: ƑSEXENIO PARLAMENTARIO?

SOL Uno de los aspectos más inciertos del primer gobierno no priísta en siete décadas, el cual habrá de arrancar el próximo primero de diciembre, es la política de alianzas que le dará sustento. En un mapa político profundamente alterado por la derrota priísta del 2 de julio, y en el cual han perdido sentido las alineaciones a las que el país estaba habituado, Vicente Fox tendrá que construir una coalición de gobierno que no puede ser una mera repetición del frente electoral que lo llevó a ganar la Presidencia.

En entrevista con este diario, el virtual presidente electo descartó que la suya vaya a ser una administración de partido; este aserto recuerda la situación incómoda en la que se encuentra Acción Nacional desde el arranque mismo de la campaña foxista, y subraya el hecho de que el blanquiazul es sólo un componente más de la Alianza por el Cambio -acaso no el más importante-, compuesta, además, por el Partido Verde Ecologista Mexicano (PVEM) y por Amigos de Fox, una agrupación tan súbita como difusa, y que fue el verdadero cuartel general del ex gobernador de Guanajuato en su ruta hacia Los Pinos.

Adicionalmente, Fox ha reiterado su determinación de constituir un gabinete plural, en el que haya cabida para priístas y perredistas, entre otros, y ello diluye aún más el peso que podrían tener el PAN y el PVEM en el Ejecutivo.

La postura de Fox aporta factores de incertidumbre al régimen de partidos que ha venido desarrollándose en el país desde 1988, y acentúa la personalización de la disputa por el poder -tendencia deplorable observada ya en el curso de las campañas-, en detrimento de las plataformas y programas. Si a ello se suman los escenarios de fragmentación que se barruntan en el seno del PRI, resulta inevitable observar los riesgos de atomización en el mapa político.

Por otra parte, la votación, claramente diferenciada del 2 de julio, en la que el candidato presidencial de la Alianza por el Cambio recibió un volumen de sufragios muy superior al de los aspirantes de esa coalición al Legislativo, deja a Fox sin una mayoría automática en el Congreso, y ello implica que tendrá que negociar con las otras fuerzas políticas para construirla.

Aun en el marco de la institucionalidad inequívocamente presidencialista heredada del PRI, estas circunstancias colocan a la clase política ante la necesidad de incursionar en prácticas de ejercicio del poder propias de regímenes parlamentarios pero casi totalmente desconocidas en México.

Ante esta perspectiva, cabe esperar que la civilidad expresada el 2 de julio por el conjunto de los actores políticos siga presente en la conformación del gobierno que habrá de tomar el relevo dentro de seis meses.


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