JUEVES 6 DE JULIO DE 2000

* NUEVO SIGLO

El 2 de julio, parteaguas en la historia nacional, es motivo de reflexión. Al respecto, el historiador Enrique Florescano opina:

El primer y más importante resultado de la elección pasada fue haber terminado con el funesto vínculo que unió al PRI con el gobierno. La voluntad que le dio el triunfo a Vicente Fox dijo basta y lanzó al país a una transición política avalada por la mayoría de la población. Esto significa un voto de confianza para que el gobierno futuro rompa con los candados que aún oprimen al sistema político mexicano.

La población votó por un cambio político radical, y por una transición efectiva y pacífica hacia la democracia. Esto supone, en primer lugar, el pleno reconocimiento del Estado de derecho que hemos suscrito los mexicanos. Hacer efectivo ese Estado de derecho es uno de los primeros compromisos del próximo gobierno.

Quizá la lección más clara del voto electoral es el rechazo a los políticos que dicen discursos y no son capaces de cumplir la función específica para la que fueron nominados. Los ciudadanos quieren políticos efectivos, honestos y capaces de hacer realidad las tareas que les fueron encomendadas. El voto de los ciudadanos fue muy claro: castigó tanto al PRI como al PRD.

Los retos que tendrá el gobierno de Vicente Fox son los mismos que antes fueron una y otra vez eludidos: pobreza, inequidad social, inseguridad, educación eficiente, proyecto nacional colectivo... Se trata de una tarea inmensa, que no es sólo del gobierno, sino del conjunto de los ciudadanos. Lo nuevo es que hoy hay instituciones electorales autónomas, eficientes y confiables, y una ciudadanía alerta. Una ciudadanía que, esperamos, no sienta que su misión concluyó con el voto. La verdadera democracia exige una ciudadanía de tiempo completo. (Arturo Jiménez)