JUEVES 6 DE JULIO DE 2000
* Cartas a una joven psicóloga es el libro que dedica a su hija Matilde
Por apatía, la juventud rehúye
practicar la introspección: Solares
* Sigmund Freud reconoció que la literatura abre puertas insospechadas, señala el escritor
* ''Si el ser humano tiene sótano, Ƒpor qué no suponer que puede tener buhardilla?'', plantea
Renato Ravelo * ''Así como ahora se quiere huir del dolor con una pastilla, hay una tendencia en la juventud a sustituir la experiencia. Existe una apatía hacia la introspección, porque muchos jóvenes no se han dado cuenta que el mundo tiene que descifrarse", opina Ignacio Solares.
Una inquietud por influir en la menor de sus tres hijos (de los dos mayores, una es bióloga y otro es ingeniero), propició que Solares emprendiera un reto: escribir un libro sobre psicología con un clara intención de acercamiento a la literatura (Cartas a una joven psicóloga, Alfaguara)
Sin embargo, el escritor explica que inició con una petición de su hija: ''Una mañana en que llevaba a mi hija Maty a la escuela me dijo que, tal vez, iba a decidirse por la psicología como profesión, ya que le interesaban las causas y los motivos del comportamiento humano. Pero, además, porque yo le había comentado en alguna ocasión que el estudio de la psicología era muy divertido. Y me preguntó de golpe: 'A ver, Ƒpor qué crees que es tan divertido estudiar psicología, papá?' Al regresar a la casa, intenté responderle en una carta".
Ese día se propuso redactar en una cuartilla cuáles son los aspectos atractivos del estudio de la sicología con las referencias literarias a la mano, como Chesterton, Huxley, Orwell. Un texto íntimo con la Matilde adolescente.
Y fue tanta la pasión que despertó el tema que se generó un volumen de cartas, éstas sí ya escritas con la intención de que otros lectores acudieran a la comunicación con su hija.
Interés por los ''detectives del alma''
Por qué abrir a los lectores esa puerta, se le pregunta, y es entonces que habla de esa juventud que rehúye la introspección. De cómo heredar unas claves del sentido del mundo, porque sin ellas ''se genera la depresión, que es la pérdida del sentido de las cosas".
Se convirtió en un divertimento que se extendió durante ocho meses entre la investigación, apoyado por la memoria, del asunto ese del alma humana relacionada con la lectura: ''La literatura, como alguna vez reconoció Freud, abre unas puertas insospechadas en el ámbito de lo psicológico".
Al tratarse por ello de un juego voluntario el autor escogió los terrenos de la literatura que deseaba pisar: ''Uno debe definir muy bien cuáles son los autores que son afines, para no invadir terrenos que no son tuyos. En ese sentido a mí me interesan los, por así decirlo, 'detectives del alma', y no quienes considero menos cerca de mis afinidades como (James) Joyce y (Marcel) Proust, porque trabajaban más con el lenguaje".
No se puede entender a Freud, por lo demás, sin referencia a toda la literatura griega, agrega Solares, para quien el descubrimiento del inconsciente marca un antes y un después en el estudio de la psicología, y le dice a Maty:
''Freud no sólo fue un apasionado de la literatura, sino que él mismo era un verdadero virtuoso de la escritura (hasta le dieron el premio Goethe, también literario e incluso fue postulado para el Nobel). De ella utilizó descripciones, pasajes y nombres para sus casos. Hizo tan famoso a Edipo que un supuesto diccionario, en broma, lo define así: rey griego famoso por su complejo."
Escritura directa, pero amable, es una suerte de acompañamiento lo que Solares entrega en doce cartas. En una de las primeras revisa la teoría de Sigmund Freud y le cuenta a Maty, con acotaciones y citas a textos, cómo elabora el psiconalista su básico complejo de Edipo a partir de ciertos temores del hijo de unos de sus colaboradores, Hans, de cuatro años.
Prosigue con la revisión que Huxley hace de los postulados freudianos, según la cual: ''La hipótesis del inconsciente resulta válida científicamente y de gran importancia práctica... Sin embargo, hay que tenerlo siempre presente, los hombres y las mujeres son mucho más que el lugar donde se libran las respuestas a problemas conscientes o inconscientes". Si el hombre tiene sótano, utiliza la imagen Solares, Ƒpor qué no suponer que también puede tener buhardilla?
En el terreno de la psicología, comenta el escritor, la literatura ha descubierto muchos arquetipos de lo que para Carl Jung sería el inconsciente colectivo. Es el caso del Quijote, del don Juan o de Madame Bovary. Cuando Nabokov terminó su novela Lolita, sobre la adolescente que ejercía una atracción perversa, dijo: ''He descubierto un arquetipo". No había falsa modestia en ello, pero sí razón, apunta.
Analiza la teoría de la sincronicidad, el conductismo, el pragmatismo. Luego de una reflexión sobre el uso de las drogas en el tratamiento de algunas afecciones, así como de la presencia cultural del alcohol en la sociedad, Solares cita la analogía de Frankl: ''El sufrimiento en los humanos actúa de modo similar a como lo hace el gas en el vacío de una cámara. Esta se llenará por completo y por igual cualquiera que sea su capacidad. Análogamente, el sufrimiento ocupa toda el alma y toda la conciencia del hombre tanto si el sufrimiento es mucho como si es poco". Igual pasa con el placer, agrega, por lo que el problema es la ''avidez".
De esa manera pasa a la meditación, aspecto relacionado con la psicología, donde el escritor acrisola el arte de la meditación con el arte de los poetas, con la frontera de lo maravilloso trascendental para terminar con un viaje imaginario por la Vía Láctea.
Por primera vez, confiesa Ignacio Solares durante la entrevista acerca del libro Cartas a una joven psicóloga, ''quiero influir en uno de mis hijos. Espero esta vez lograrlo".