Me desperté y el dinosaurio ya no estaba ahí
* Samuel Schmidt *
Y lo inconcebible sucedió. Nos despertamos, y con la venia de Monterroso, el dinosaurio ya no estaba allí. El partido invencible fue derrotado y la forma como entendemos la política mexicana tendrá que revalorarse. Sin embargo, ensayo algunas de las explicaciones de este triunfo-derrota:
1) El PRI dejó de ser atractivo para las grandes masas de votantes pobres y mal escolarizados. Aquellos que migran descontenos por su mala situación económica, al parecer le han pasado la factura al PRI por sus males y mala fortuna. Dejaron de confiar en que el PRI los sacaría del hoyo en el que se encuentran.
2) Hay una capa de políticos/empresarios/líderes que todavía le apuestan sus fichas al PRI y que no tuvieron la capacidad de movilizar a las masas como para ganar una elección.
3) La tesis del segundo lugar no funcionó. El PRI sostuvo que quedaría en primero o segundo lugar en todas partes, y eso le daría el triunfo. Esto demostró ser incorrecto. Si bien se pensaba que no se podía menospreciar su presencia en todo el país, al parecer, allí donde han perdido gubernaturas, los restos del partido ya no le permiten ganar elecciones. Los líderes locales, que se establecieron a lo largo de muchas décadas de dominio, han dejado de ser funcionales para ganar elecciones o bien el dedazo mostró su obsolescencia. En este sentido la nominación de candidatos a diputados y senadores fue la estaca en el corazón.
4) María Herrera Sobek sostiene que es imprescindible diferenciar entre el lore de la elite (elitelore) y el del pueblo (folklore). Así el recuento histórico, que muchas veces se reduce al relato de cómo le ha ido a la gente, puede variar considerablemente. Los intelectuales y empresarios, que no les fue del todo mal con el sistema de cooptación priísta, pensaron que ya es hora de lograr un cambio a través de la salida del PRI, y el pueblo parece estar de acuerdo con la premisa. El discurso de los privilegiados se encontró con el de los "condenados de la tierra", como diría Fanon, para negarle otra oportunidad al PRI.
5) Durante la campaña campeó la idea de que el voto mexicano todavía se puede comprar. Esta derrota demuestra que esta práctica puede quedar en el olvido y que el clientelismo está desterrado. Las imágenes de la tierra entregada, de las pequeñas, muy pequeñas prebendas, como Progresa, ya no son el factor que inclina las elecciones.
6) El oportunismo como el del Partido Verde aún puede verse recompensado.
7) El país fue llevado a la derecha por el gobierno priísta, y Fox aprovechó la incompetencia gubernamental a su favor. La consigna del cambio pegó, aunque sea irreflexivamente. Fox se apropió del agotamiento societario de un gobierno que no pudo o no quiso eliminar la corrupción.
8) La centro-izquierda se estancó y no mostró viabilidad frente al discurso agresivo y desparpajado de Fox.
Por lo que toca a la batalla por el Congreso, al parecer el PAN podría gobernar solo. Los datos preliminares le dan un gran avance en el Senado y podría consolidar su posición en la Cámara de Diputados. El cambio de régimen de partido único pluriclasista como el PRI, al régimen de partido único de derecha, podrá traer una polarización que provoque serias turbulencias.
El PRI y el PRD se quedan ante la disyuntiva de unirse para servir como contrapeso. Aunque el PRI estará sometido a presiones internas muy severas.
La viabilidad futura del PRI pasará por el cambio interno y una gran apertura democrática. Esta derrota lo llevará a modificar la estructura de poder y, en ésta, los gobernadores adquieren un papel protagónico; estará por verse quién logra aprovechar la coyuntura para erigirse en el nuevo líder priísta nacional.
El PRD tiene mucho que aprender, si acaso quiere crecer y convertirse en una opción verdadera y no ser simplemente una voz moral en el concierto partidista.
Todavía está por verse lo que nos espera. No pongo muchas esperanzas en que Fox cumpla sus últimas ofertas de campaña y arme un gobierno de unidad nacional. Mucho ojo a su gabinete, no se vayan a colar los panistas de dudosa reputación. Su mesianismo podrá traicionarlo, lo que lo haría llegar engreído y soberbio, pensando que no le debe a nadie el voto ni al PAN y posiblemente piense que no se lo debe ni siquiera al pueblo.
Estamos ante la posibilidad de un populismo de derecha y si bien hay barreras estructurales para que no se instale en México un sistema fujimoriano, la proclividad de Fox a seguir ese camino puede introducir una gran tensión. Pero esto ya es adelantarnos mucho.
Por lo pronto, los paradigmas explicativos de la política mexicana han caído y queda en el aire la duda, de si esta elección será en verdad el inicio de la democracia mexicana, o el cambio de color del autoritarismo.