Fin y principio de la izquierda
* Marco Rascón *
Tom Lehrer, un gringo sarcástico y simpático, cantaba una canción sobre la izquierda y la derecha, que decía: "ellos (la derecha) ganan las batallas, pero nosotros hacemos las mejores canciones...". ƑPor qué la izquierda no derrotó al PRI y ahora sólo nos queda el consuelo de la oposición eterna y el sacrificio? ƑPor qué no ganamos a la tercera y con tanta experiencia? ƑQué pasa si Cárdenas, por salvar al PRD, de nuevo salva a la burocracia perredista y sus grupos facciosos? No puede haber recomposición si no hay destitución completa de la actual dirección.
Al PRI y los priístas sólo les queda convertirse en mafia: Cosa Nostra o Garduña, porque ser oposición es una posición demasiado honorable para que pudieran asumirla.
Fidel Velázquez se quedó con las ganas de echar bala el 2 de julio. El barco del corporativismo se ha hundido y gracias al desasosiego y la derrota de los priístas, sus aliados: charros sindicales, caciques, periodistas corruptos y concesionarios de radio y televisión, habrá nuevo juego, nuevas reglas y nuevo pensamiento social y político. Zedillo se adelantó a Labastida no sólo como Presidente, sino como jefe último del PRI, para sepultarlo; pero la cultura priísta puede durar mucho tiempo más, si los cambios sociales se frustran.
Como en toda ruptura de régimen, vimos a locutores y propietarios empanizarse con desesperación saigonesa y pelearse sus propias pantallas y micrófonos para expresar su nueva lealtad: los propietarios de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) compitieron entre ellos, para agarrar el último bote y salvarse del hundimiento priísta. Vimos a todo el sistema de partidos, la cañería que se organizaba desde Los Pinos, caer en minutos dejando en la orfandad a Diego Fernández de Cevallos, a la burocracia perredista y todo el drenaje de pactos y acuerdos cupulares y secretos con esa izquierda y derecha que regulaban las tensiones y servían con eficiencia al régimen; vemos así a Rincón Gallardo clamando décimas de porcentaje para el registro de su partido, garantizando la lealtad opositora al poder
El voto acabó con el régimen surgido de la Revolución mexicana. El impacto ideológico es aún insospechado sobre todas las corrientes de pensamiento, una vez que los principios que rigieron al país setenta años, han entrado en crisis con la derrota del PRI, el cual, traicionándose a sí mismo, convirtió el nacionalismo en neoliberalismo, y la soberanía, en globalización. Con la derrota priísta se fue también el viejo presidencialismo, el control sobre los segmentos activos de la sociedad y sus instituciones, los medios y los partidos. Se fueron al resumidero, la estructura de control de los intelectuales abyectos al régimen y todo el despotismo ilustrado ligado al PRI.
En el DF se vio la cara del miedo y la derrota hasta que se paró milagrosamente el cómputo en el IEDF. El panzazo pactado en el DF se reflejó en un Zócalo semivacío y triste, ante tanta soberbia e inmovilización de la campaña de López Obrador, que se salvó gracias a la labor de gobierno y los cambios efectuados en la gestión 1997-2000 con Cárdenas y Rosario Robles. La retención del gobierno en el DF es obra de la determinación democrática y la fuerza de Cárdenas al margen de los grupos clientelares y el PRD-DF que rodearon la campaña de López Obrador.
El perfil conservador y anticomunista de López Obrador ahora quedará liberado, lo cual de nuevo le abrirá el camino al oportunismo, la corrupción clientelar, los vicios del 14 de marzo, la ineptitud profesional y la cesión de las posiciones estratégicas como la Procuraduría de Justicia a las mafias de la comunicación, que ya exigen.
Lo cierto es que ha muerto una izquierda que le sirvió al PRI durante décadas y ahora es necesaria: una izquierda con independencia política e ideológica, con pensamiento propio, compromiso de clase y con la democracia. El triunfo del foxismo exige que la izquierda libere sus potencialidades ya sin las trabas impuestas por el viejo régimen priísta y las burocracias entreguistas y mediatizadoras. Es una situación favorable para refundar la izquierda y esto ya no puede ser en los descompuestos marcos de las componendas de los grupos del perredismo, sino de manera amplia, recogiendo la voluntad, el pensamiento y la experiencia que surja de las luchas sociales y democráticas. Una izquierda con memoria histórica, ante una nueva realidad política. *