Recordar a Fernando Gamboa
* Teresa del Conde *
Margarita Herrera y Daniel Fernández, ambos colaboradores cercanos de Fernando Gamboa en Fomento Cultural Banamex, organizaron un ciclo de conferencias en el ''Espacio cultural Carmen" que se encuentra en la calle de Varsovia, cerca de la Embajada de Polonia (San Angel). Varias personas que lo conocimos participamos con ponencias que acompañaban la exhibición de obras de muchos de los artistas a quienes promovió. Uno de los rubros de estas ponencias, en el que me tocó participar, se tituló ''Las preferencias artísticas de Fernando Gamboa".
Sería muy fácil suponer que se reflejaron principalmente en las exposiciones que presentó en el MAM durante los nueve años de su brillante gestión (1972-1981), pero eso no refleja más que parcialmente su labor en este orden de cosas, ya que antes de asumir esa dirección tuvo otros puestos importantes en el INBA desde los que realizó exposiciones canónicas que giraron por todo el mundo y que sentaron bases para las que vinieron después. La primera, en 1951, se inauguró en Suecia e itineró por varias capitales europeas conjuntando arte mesoamericano, colonial, decimonónico, siglo XX y popular, esquema idéntico al que diez años antes inauguró El Chamaco Covarrubias en la muestra Veinte siglos de arte mexicano presentada en el MoMa de Nueva York. El mismo guión siguió repitiéndose en Retrato de México (las piezas se incorporaban o se desincorporaban casi en cada sede), que anduvo girando durante 16 años. Yo la alcancé en Cuba, donde a instancias suyas impartí conferencias que pretendían complementar el sentido de esa muestra, titulada Retrato de México. Los catálogos que se hacían distaban de ser como los que se editan ahora y los cambios continuos en los contenidos de la exposición imposibilitaban que contuvieran listas de obra confiables. Este es el meollo negativo que yo veo en la función promotora de Gamboa, su excelente ojo, sus indudables conocimientos sobre arte, su capacidad de asir, muchas veces al vuelo, tal o cual exposición importante y su actitud visionaria acerca de la inmortalidad de ciertas obras, no corrieron parejos con sus cuidados curatoriales ni técnicos.
Cuando abandonó por decisión propia el MAM, para hacerse cargo por brevísimo tiempo del flamante Museo Tamayo, la era de las brillantes exposiciones se eclipsó por varios años y los sucesivos directores tuvieron que responsabilizarse de un recinto que poseía una mínima o inexistente infraestructura curatorial, que ha venido implementándose en la medida de lo posible pero ya sin las bonanzas presupuestarias de las que el jefe Gamboa llegó a disfrutar para encarar sus importantes proyectos.
Trajo a México los frescos florentinos, los caballos de San Marcos, la maravillosa e inolvidable exposición del Ermitage y el Museo Estatal Ruso (ésta sí con un catálogo urdido en buena forma y de pasta dura), dio a conocer aquí a Francis Bacon, Dubuffet, Giacometti, De Kooning y Robert Motherwell; propulsó importantes muestras latinoamericanas, entre ellas las de Portocarrero, Bonevardi y Lam. La generación ahora llamada ''de Ruptura" mucho es lo que le debe, como mucho es lo que le debo también yo, que impartí mi primera conferencia en espacio público importante (sobre Robert Motherwell) a invitación suya.
Sus preferencias más íntimas supongo quedarían reflejadas en la colección particular que albergaba en una casa de la avenida Durango. Nunca la vi, aunque sí conocí la sala de su otro inmueble, también en la misma calle. Allí pude ver unos extraordinarios nacimientos del siglo XIX. Con el sigilo que siempre acompañó sus propias acciones, Tello y Jorge Guadarrama, así como Rosendo González, levantaron el inventario de esa colección que heredó, creo casi por casualidad, una dama holandesa, de acuerdo con disposiciones testamentarias que ųcomo las que rigieron para Rufino Tamayoų no se modificaron ni se revisaron durante las últimas décadas de vida del genial museógrafo, cuya biografía debería convertirse en empeño prioritario de algún investigador del temple y la tenacidad que caracteriza, por ejemplo, a Germaine Gómez Haro.