* Astillero *
* Julio Hernández López *
Y, de pronto, la democracia se hizo: sufragio libre y secreto, conteo impecable de papeletas, cierre de votaciones en calma, respeto absoluto a las prevenciones contra madruguetes informativos, encuestas de salida pulcras y libérrimas, medios de comunicación independientes, broncos candidatos conversos a la apacibilidad antes de que fuera anunciado oficialmente su triunfo, IFE sin caídas de sistema, y un Presidente de la República presto para reconocer la derrota de su propio partido.
El día de la democracia suiza
Atrás quedaron, en ese súbito Día de la Democracia Suiza, todos los preparativos que había hecho la compañía Gonzalo N. Santos, herederos y sucesores, para defender a la patria que se veía (solo entonces, en ese pasado tan rápidamente remoto, en esa virtual prehistoria) en peligro ante el acoso del derechismo con botas.
Días, horas antes de ese luminoso amanecer dominical, el Gran Dinosaurio acechaba, recogiendo por doquier credenciales de elector ųo datos de ellasų, presionando a la burocracia entera ųremember Pemexų, repartiendo progresas, procampos y demás artillería asistencial coaccionadora del voto.
Feos presagios generados por el aletear de antifaces de los ingenieros electorales que preparaban la movilización electoral priísta del domingo 2, con todo el peso del sistema. Los gobernadores (Montiel, Yarrington, Madrazo, Albores, Cervera, sólo para dar ejemplos ilustrativos pero no únicos) juraban y perjuraban que harían ganar la causa tricolor a cualquier costo.
Setenta años, un pestañeo
Pero héte allí que de pronto todo cambió. México, en un abrir y cerrar de ojos (tan fácil que hubiera sido mover las pestañas sin esperar 70 años) se volvió democrático. Adiós México bronco. Adiós Gran Dinosaurio. Adiós estorbo llamado PRI. Y entonces El Aparato, El Sistema, el binomio PRI-gobierno, se volvió bueno. Las encuestas fueron certeras. Los difusores de radio y televisión fueron libres. Y el presidente Zedillo, puntual, reconoció el triunfo de sus (Ƒpresuntos?) opositores. Y Labastida también. Y los mariachis callaron en las plazas cívicas donde los priístas habían sido durante 70 años los amos del jolgorio.
ƑAsí de sencillo? ƑTan al alcance de la mano estaba la democracia y no nos habíamos dado cuenta? ƑO acaso hubo negociaciones, arreglos, concertaciones todavía hoy desconocidas?, Ƒla puerta abierta a la democracia cuando el invitado a trasponerla es de la derecha fraterna, y cuando se sabe que no habrá ningún riesgo de que el cruzamiento inaugural se dé por la izquierda?
No es que Vicente Fox no tuviera el amplio número de votos que finalmente (afortunadamente) se le reconoció. Esa tendencia antipriísta derivada del hartazgo de setenta años (y de los defectos propios de la candidatura labastidista) iba manifestándose de manera clara. El panista tenía y tuvo la mayoría aplastante de sufragios a su favor, sin dudas ni retorcimientos.
Ser y parecer
Pero aún así, con esa mayoría indudable, el Presidente pareció tener especial prisa en reconocer la victoria foxista. Algunas de las empresas encuestadoras que han sido acusadas de estar a su servicio, ahora eran prontas confirmantes del triunfo del guanajuatense. Joaquín Vargas, acusado largamente de haber hecho una especie de complot con Emilio Gamboa para manipular los medios electrónicos y dar por ganador al priísta y no al panista, apareció ahora para decir lo contrario. Notimex envió tempranamente la información que daba cuenta del triunfo del candidato blanquiazul.
Tales premuras democráticas no cayeron bien al aparato jurásico herido de muerte. Traición, susurraron algunos. Entrega del poder, comentaron otros por lo bajo. Lo que Carlos Salinas no pudo hacer, cuando pretendía desaparecer al PRI para crear el Partido de la Solidaridad, lo consiguió silenciosamente Ernesto Zedillo, creando acaso el clandestino Partido de la Nueva Hermandad.
Madrazos al PRI
Todos esos priístas que se sienten entregados, lloran hoy con aires de rebeldía lo que antaño no supieron defender como entes políticos respetables. Fue tanta su dependencia de las palabras presidenciales, que las obedecieron inclusive este domingo en que caminaban rumbo al sacrificio. Ahora están allí, presentando su renuncia al Comité Ejecutivo Nacional: Sauri, Gamboa, Moctezuma, Guadarrama y demás. Que dejarán como encargado a Jesús Murillo Karam, dicen. Que Roberto Madrazo Pintado ya se apresta para venir a apropiarse de los restos del naufragio. Que debe darse por muerto al PRI y buscarse la creación de uno nuevo, en el que acaso podrían confluir los priístas nacionalistas y no neoliberales, con los perredistas que también necesitan pensar en alianzas y nuevos proyectos.
Transición democrática y
transmisión de poder
Una muestra de los puntos de referencia que compartirán el salinismo-zedillismo y el foxismo lo dio ayer el comportamiento de los mercados accionarios y cambiario. Buen día para la Bolsa de Valores y buen repunte del peso frente al dólar. No pasa nada. Hay continuidad en lo esencial.
Luego, por la tarde, la obligada reunión entre el Presidente en funciones y el candidato virtualmente triunfador. Un día antes, en la explosión de júbilo, en la relación pública de agradecimientos, el guanajuatense había sido altamente elogioso para el presidente Zedillo, "hombre de Estado" que hizo la "hombrada" de aceptar la alternancia partidista.
Pero la transmisión de poder, que está en curso, no significa necesariamente la transición democrática, que está en veremos. La derecha habrá de medir la fuerza y las condiciones de sus dos aversarios que hoy están en terapia intermedia: el priísmo que juega a las rebeldías y sueña con terminar de darle plena impunidad a Carlos Cabal Peniche trayendo a Roberto Madrazo a presidir el PRI; y el perredismo que se debate entre las lealtades y los afectos a su figura histórica, Cárdenas, y la necesidad de discutir, replantear, refundar.
Astillas: Diego Fernández de Cevallos es otro de los damnificados del 2 de julio, al menos en lo inmediato. Había prometido que ayer, 3 de julio, habría de ajustar cuentas con el bellaco con botas que había osado tacharlo de haberse echado para atrás cuando tenía el triunfo sobre Zedillo a la mano, en 1994. Deseoso de no causar daño al candidato de su partido a la Presidencia, el ex jefe Diego decidió ausentarse de todo acto de promoción de ese candidato incómodo, dejando para después de las elecciones el momento en el que habría de soltar de su barbado entorno facial las imprecaciones que corresponderían a un malandrín mal hablado. ƑEsperará don Diego seis años para cumplir sus promesas?... La sombra de Jorge Carrillo Olea abonó el camino para el triunfo panista en Morelos, lugar donde, de nueva cuenta, las divisiones y los enconos internos del perredismo le impidieron tener una participación parecida a la presencia que tuvo en las luchas cívicas contra el gobernador de los secuestros... En Guanajuato se confirmó la tendencia plenamente favorable a la corriente foxista, con un candidato a gobernador, Juan Carlos Romero Hicks, al que sus adversarios internos consideraron abierta imposición del ahora virtual Presidente de la República.