LUNES 3 DE JULIO DE 2000
* Labastida, anfitrión de una fiesta que nunca inició
Llorosos, los priístas aceptaron su derrota; seguimos vivos, dicen
* Reconocen que la tarea inmediata es tejer alianzas políticas
Rosa Elvira Vargas * Con los ojos nublados por el llanto, Francisco Labastida y el PRI lanzaron desde la oposición su grito de guerra. Derrotados pero no acabados. No escriban epitafios, parecía decirle el candidato a esa aristocracia partidista que compartía sus lágrimas. Pero por lo bajo, un viejo priísta, ahí mismo anunciaba, apenas a unos metros de los rescoldos gimientes: "Vamos a endurecer la línea interna para correr a esos tecnócratas que se acabaron al partido''.
Labastida se dirigía en esos momentos a esa militancia priísta tan vilipendiada, todavía anoche, cuando se le trajo a una fiesta que nunca inició, pero con todo y eso, lloraba con la militancia y no depuso su lealtad. La tarea inmediata, anunciaban los más pragmáticos y asimilados en la derrota, está en tejer de inmediato las alianzas con otras fuerzas políticas "para cuidar al país de lo que viene''.
Ayer se escribió el adiós del PRI en la Presidencia de la República. El hartazgo se volvió voto y decidió. Se acabó su poder. Terminó la presencia que parecía eterna de una fuerza política que hizo creer a varias generaciones de mexicanos que no había de otra, que el destino manifiesto del país era estar siempre bajo su égida, bajo su control. Perdió el PRI.
En el auditorio Plutarco Elías Calles, Francisco Labastida, flanqueado por dos mujeres, su esposa Teresa Uriarte y la dirigente del tricolor, Dulce María Sauri, lució un rostro enrojecido y una voz que no se quebró incluso cuando le regalaron un largo aplauso y repetidos šLabastida!, šLabastida! Abajo, en las primeras filas, descompuesto, Carlos Almada, el que nunca anticipó vísperas, certificaba con su presencia que ya todo era irreversible.
Otros, los cercanos Ƒculpables? del equipo de campaña, lucían caras de funeral. Acaso sólo mantenía alguna presencia de ánimo Emilio Gamboa, pero Esteban Moctezuma, Marcos Bucio y Guillermo Ruiz de Teresa asistían al homenaje de cuerpo presente de un féretro que ellos mismos ayudaron a cargar.
Los estoicos
Y en las primeras filas, al rostro siempre duro de Manuel Bartlett lo traicionaba la emoción, no acertaba a comentar, a decir algo. Estoicos, seguían las palabras del candidato, Mariano Palacios Alcocer, Rogelio Montemayor, Jorge de la Vega, Alfredo del Mazo, Jesús Murillo Karam, Rafael Rodríguez Barrera, María de los Angeles Moreno (que al final, cuando ya se iba Labastida inició el primer Himno Nacional que entona el PRI fuera del poder presidencial).
Y en la mesa central que se colocó al frente, tres líderes que ayer sí fueron rebasados, que pensarán mucho lo que harán ahora (incluida una huelga nacional), rendían cuentas mentales: Heladio Ramírez, Leonardo Rodríguez Alcaine y Elba Esther Gordillo.
Sobrarán las explicaciones. Pero al PRI le ganó por fin, ahora sí, su soberbia, su prepotencia. Hoy lunes despertará sin saber qué hacer, cómo vivir fuera del presupuesto, de los cargos gubernamentales, de la administración federal, de la vida sin el poder.
Porque es eso y no otra cosa. El Revolucionario Institucional perdió el poder. Lo perdió Ernesto Zedillo y ya no lo llegará a tener Francisco Labastida Ochoa.
El todavía presidente no pudo persuadir, convencer, hacer entender, porque nunca ocurrió realmente, que el suyo fue un gobierno que dio "bienestar para tu familia'', mientras que al sinaloense le tocará estrenar y entregar el nuevo siglo a su partido en la derrota, en la oposición. Sobre todo, en la nueva certeza de que no era invencible.
Los mariachis callaron
Se pone fin al régimen de partido de Estado, y bueno, ese honor -alguno habría que darle- le corresponde a Labastida.
Al candidato que nunca logró convencer incluso ni a sus más cercanos, aquéllos que cuando se les inquiría sobre sus virtudes, hacían lucir, en todo caso, sus prendas de serenidad (Zedillo dixit), su entrega a la amistad. En todo caso, y puestos en espléndidos, ponderaban su firmeza y buenas intenciones. Pero no más.
Los mariachis callaron. Pero así, del mismo tamaño fue el silencio que reinó todo el día en la sede nacional del PRI, donde salvo en algún momento, por ahí de las 14 horas, algunas caras volvieron a su color, cuando las tendencias empezaban a enderezárseles.
Pero hasta eso está en duda, porque prácticamente siempre lo supieron. A lo largo del día, en el edificio principal fortificado y de acceso restringido, las cifras, los datos, las tendencias, fueron llegando contundentes. Desde el inicio de la jornada electoral casi nunca tuvieron lugar para el optimismo o para el júbilo.
De ese lento transcurrir de las horas, de cómo se vivían en la sede nacional del PRI -al que Labastida había llegado antes del mediodía- y cómo fue enterándose el "aparato'', el "sistema'', el "invencible'', el que gobierna este país hace 71 años, que se le acabó, que lo echaron del gobierno, de la Presidencia de la República, es algo que hasta se pagaría por saber.
Nadie daba la cara
Y es que ayer en el PRI nadie salía sonriente, porque tampoco nadie daba la cara. Nadie, claro, de aquellos del cercano equipo labastidista que todavía por la mañana, en la apertura de las casillas, se llenaban la boca con su fatuidad y con una confianza férrea en la efectividad de sus métodos. Y por supuesto, algo se intuía, se respiraba en el aire.
"Aquí algo pasa'', comentaban con más certeza que incertidumbre los reporteros que aguardaban frente a las escalinatas del búnker y sólo de vez en cuando veían salir, sin ningún ánimo festivo, a pocos, pero eso sí, los priístas de siempre, Eliseo Mendoza Berrueto, Máximo Carvajal, etcétera.
"Y es que, šmíralos, son las 7:15 y ni siquiera un puto rumor!, decía la enviada de una agencia noticiosa. Para esa hora, también, ni asomo del café que se había ofrecido tendría Labastida con un grupo de cronistas y más tarde, Héctor Gandini, del equipo de prensa, emitía un inaudible šbien!, cuando se le inquiría cómo les pintaban las cosas, y justificaba el hermetismo de su candidato diciendo que había tenido una muy larga charla con el ex presidente y observador electoral James Carter.
(Claro, a la luz de lo que ya en punto de las 20 horas se confirmó sonada derrota, es de entenderse que ciertamente esa conversación ocurrió y en qué términos).
Y al estacionamiento, habilitado desde muy temprano con potentes bocinas, templetes, luces, el escenario pues, donde sería la fiesta del triunfo, empezaron a llegar algunas docenas de esos militantes a los que siempre recurrió el tricolor, a los que siempre también, ninguneó en sus mítines y luego en sus tareas de gobierno, y en los que sin embargo, una vez más confiaba para repetir el triunfo.
Los ferrocarrileros, algunos vendedores ambulantes, sus líderes con matracas y sordinas, fueron acomodándose para poner de nuevo -y como quizá lo hicieron sus padres y se habían resignado a que lo continuaran sus hijos- la dosis de popularidad suficiente para legitimar
Minutos después de las 18 horas, unas nubes negras cubrieron el cielo y un aire fuerte hizo agitar el inmenso retrato de Francisco Labastida que pende sobre la pared norte del edificio nacional del PRI. Alguien lo tomó como presagio. Y se cumplió.
ƑQué pasó? Se preguntaba por lo bajo a esos célebres nombres del PRI que ahora tendrán que buscar, como oposición, esas alianzas. Y entre las primeros diagnósticos, expresaron que el PRI nunca logró remontar en otros estados, el gran hueco que de antemano, y lo decían todas las encuestas, tendría en el Distrito Federal.
"Sabíamos que aquí perderíamos unos 500 o 600 mil votos, y nunca se pudo hacer lo suficiente para cubrirlos en otros estados'', comentaban.
Pero en el sentimiento de aquel que parece crecido ante la derrota, surgían de inmediato las acciones a tomar. Perdido al parecer también el Congreso, el PRI se prepara para hacer alianza con otras fuerzas ahora de oposición como él "para evitar que el país caiga en la incertidumbre que hoy se advierte ya''.
De cuando todo era alegría
Por la mañana -ya en la noche no quedaría ni sombra-, Guillermo Jiménez Morales, con una extensa trayectoria pública que incluye haber pasado la prueba de las urnas en su natal Puebla, donde fue gobernador, se movía afanoso y por telefonía celular reportaba incesante a Marcos Bucio, el vocero de Francisco Labastida, los pormenores del avance de la jornada en la sección electoral 4942, ubicada a tres cuadras de Lomas Virreyes, donde está el domicilio del candidato del PRI.
Le reportaba que con alrededor de 80 sufragantes habían pasado ya por las urnas instaladas en la Escuela Centro de Jardinería de la ciudad de México, y era por tanto un buen momento ya, para que el candidato tricolor y su esposa Teresa Uriarte se apersonaran en el lugar.
La pareja había reportado a los ávidos de cualquier detalle en ese momento, que desayunaron huevos, frijoles y nopales, y que antes de acudir a votar habían charlando -dijo ella- sobre "intrascendencias''.
Para entonces, el centenar de reporteros, camarógrafos, fotógrafos y los encargados de las tres unidades móviles dispuestas en torno a la casilla, habían "matado'' el tiempo desde las 8 horas, viendo cómo madrugadoras señoras nice de Las Lomas, ataviadas con el coordinado informal dominical y cívico, acudían a votar. Llegaban también no pocas trabajadoras domésticas en uniforme de servicio, y algunos más que viven y atienden los changarros de la exclusiva zona residencial.
Así, después de las 10:30 de la mañana, y con la bien calculada aparición a bordo de una camioneta color arena 4x4 que él mismo manejaba, Francisco Labastida arribó al lugar donde entre semana se dan clases de jardinería y arreglos florales. Aquello fue declaraciones triunfales. Nada parecía nublar un panorama que 12 horas después había cambiado radicalmente.
Todavía llorosos, esos priístas que acataron la convocatoria para celebrar lo que nunca llegó, se fueron maldiciendo y jurando que su partido sigue vivo, pero que ante todo debe renunciar el Comité Ejecutivo Nacional en pleno. Refundarse, pues.
Eso dijeron cuando todavía no saben cómo amanecerán hoy.
LUNES 3 DE JULIO DE 2000
* Los resultados que dieron ventaja al panista cayeron como lápida al PRI
Reconoce Francisco Labastida su derrota
* En primera fila, los dirigentes priístas lloraron durante el anuncio del sinaloense de su fracaso electoral
José Gil Olmos y Enrique Méndez * La derrota enmudeció al PRI. La historia de 71 años de victorias ininterrumpidas se cerró ayer. Los primeros resultados extraoficiales que daban el triunfo a Vicente Fox cayeron literalmente como una lápida y generaron un ambiente de silencio. El histórico resultado cerró una página y abrió otra. Por primera vez el Revolucionario Institucional pasará a la oposición.
Francisco Labastida Ochoa, primer candidato presidencial del PRI en ser derrotado, aceptó las tendencias en su contra y sin regateo alguno aseguró que respetará la decisión tomada por la ciudadanía el 2 de julio. En el auditorio Plutarco Elías Calles, trasmitió un mensaje en el que se reafirmó como "un hombre de profunda convicción democrática" y con base en ello dijo que se había sometido a la decisión de los electores. Confió en que el tránsito del poder será "en paz y por la vía del estado de derecho".
Con su esposa María Teresa Uriarte al lado y también con la presidenta nacional del PRI, Dulce María Sauri, el sinaloense leyó con titubeos y al borde del llanto, el discurso en cual aceptó el fracaso.
"Los resultados electorales deben llevar al Partido, a los cuadros y dirigentes a una profunda reflexión: nuestro partido, en el que orgullosamente milito, le ha dado estabilidad y paz social al país y ha impulsado los grandes cambios, incluido por supuesto el de la democracia. Lo seguiremos haciendo desde cualquier posición. Lucharemos para que el país no retroceda, para que las conquistas de los obreros y de los campesinos se respeten, para que las mujeres avancen en su lucha por la igualdad, sin permitir que visiones contrarias a sus derechos y a su dignidad las hagan retroceder".
Sus simpatizantes le aplaudieron. En primera fila, los dirigentes lloraron.
Confió en que ahora que el PRI ya no tendrá la Presidencia, el partido "no debe permitir nunca jamás que México retroceda; no lo permitirán nuestros gobernadores, nuestros legisladores federales y locales, nuestros presidentes municipales ni los sectores. México tiene toda la posibilidad de salir adelante, nuestro papel será que el tránsito sea en paz y por la vía del estado de derecho".
Insistió en que los resultados electorales deben llevar a una profunda reflexión para que el PRI tenga una nueva vida y vigor. Apegados a la ley defenderemos cada uno de nuestros votos".
Expresó su agradecimiento a su familia, a sus hijos -Francisco llegó a las 11 de la noche-, a su equipo de trabajo y a los que votaron por él. "Por encima de todo -insistió- está México", y aseguró que el PRI seguirá "vivo" y recuperará su vigencia, en el futuro.
Encabezados por la coordinadora de los senadores priístas, María de los Angeles Moreno; por la senadora Beatriz Paredes y Carlos Almada, secretario de Elecciones, los priístas cantaron lánguidamente el Himno Nacional mientras lloraban.
Por primera vez en su larga carrera de político duro, a Manuel Bartlett Díaz le temblaron los labios y aguantó cuanto pudo las lágrimas. Era el reflejo del candidato, que también se presentó con los ojos enrojecidos y la mirada acuosa.
Emilio Gamboa Patrón, el operador de la campaña, aceptó: "šHijo, la gente salió a votar y quiso el cambio y hay que entenderlo!" Atrás quedaron sus propias palabras que alguna vez expresó, tajante: "La reacción nunca llegará a la Presidencia de este país".
Leonardo Rodríguez Alcaine anoche aseguró que no habrá paro general de trabajadores. "Yo lo que advertí es que pintaría mi raya (con Fox), y que si es la tendencia acabar con las conquistas de los trabajadores, entonces sí haría un movimiento para parar este país".
-ƑQué significa "pintar su raya"?
-šAsí, pintar mi raya a secas!
El director de Caminos y Puentes, Gustavo Carvajal Moreno, fue más duro con su partido y con esta campaña: "Nada más fue el cobro de facturas".
Los priístas salieron en silencio. "Los hechos, son los hechos", atajó Almada. Mariano Palacios Alcocer aseguraba que el PRI tendrá que aprender de esta lección para no quedarse para siempre en la oposición.
-ƑEn seis años se recuperarán, ahora que no tienen el aparato de Estado? -se le preguntó al diputado Enrique Ibarra Pedroza.
-ƑLo tuvimos en este sexenio? -devolvió.
Dulce María Sauri también contuvo las lágrimas. "No me siento satisfecha -admitió-; no tenemos vocación de oposición eterna. Tenemos vocación para recuperar el gobierno y desde ahora estamos trabajando en ello". Entre la desazón, el único gran ausente fue Esteban Moctezuma.
ƑY Juanga?
Francisco Labastida, con sus 37 años de burócrata, salió derrotado. El día más importante de su vida fue su caída. Es el primer candidato presidencial del PRI que es derrotado por la oposición, y desde que llegó a sus oficinas en el segundo piso de la sede priísta, en Insurgentes Norte, se encerró para no salir hasta las 11 de la noche.
El augurio de la derrota se percibió conforme pasaron los primeros minutos después del cierre de casillas a las 18 horas. El acceso a los informadores se redujo en el edificio 2 del CEN del PRI. El nerviosismo se propaló entre los reporteros al darse las primeras encuestas de salida dando a conocer que Guanajuato y Morelos los había ganado el PAN. Cualquier intento por comunicarse con los operadores electorales de Labastida fracasó.
La reunión que se tenía programada entre el candidato y un pequeño grupo de informadores se canceló sin mayor explicación. A pesar de que en la explanada decenas de trabajadores daban los últimos toques a las luces, sonido y templete del escenario para la "fiesta de la democracia", las versiones de la derrota continuaron cada vez con mayor fuerza.
Antes de las 9 de la noche, cuando el ambiente ya era de franca derrota, de las oficinas del partido, bajo las luces de los reflectores se fue el ex canciller Fernando Solana Morales. Iba enjuto, encorvado, las manos en las bolsas del pantalón.
Entre los reporteros que cubrieron la campaña durante 157 días había caras distintas. Unas de alegría, pero las más compartían el duelo priísta. Entre los primeros uno se mofó: "ƑDónde anda Juanga para felicitarlo?"
Desde la tarde, el búnker priísta fue reforzado con cientos de guardias del Buró Mexicano de Seguridad (BMS), que tiene el contrato del resguardo del partido, y se apostaron detrás de vallas metálicas. Entre ellos también había desazón: "Ya bailó", dijo uno.
Desde las 7 de la noche en el estacionamiento del partido ya se habían instalado sanitarios portátiles, miembros de organizaciones afines al tricolor, billeteros, ambulantes y ferrocarrileros con tambores y sirenas de aire. Sólo casi hasta las 8 de la noche comenzaron a realizar bailes, pero sin ondear banderas, y hasta reventaron dos cohetes, pero nada más. Pero el preludio del fin de la "fiesta" se confirmó cuando el mariachi calló. No había fiesta para ellos.
En el segundo piso del edificio 2 del partido, el candidato y sus colaboradores cercanos continuaron encerrados, revisando los resultados "estado por estado", y cuando se les buscaba por celular sus teléfonos estaban apagados o pedían se les buscara más tarde.
Desde la sala de prensa a la que fueron confinados, los reporteros exclamaron un "aaah", cuando Televisa presentó los resultados del conteo de la empresa Consulta Mitofsky, que le daba seis puntos de ventaja a Fox sobre Labastida. Y 20 minutos más tarde, al hacerse público el conteo de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión, que daba una ventaja de 10 puntos al guanajuatense, surgieron silbidos de admiración. El silencio informativo del PRI, persistía.
El primer priísta vencido...
Labastida inició el día animoso. Tanto, que definió desde la hora en que votó lo que deberá ser el próximo presidente, pero que entonces pretendía para él: "Debe ser una figura que cumpla con las promesas que hizo con los mexicanos, debe ser una figura que gobierne para todos, debe ser una figura que ponga todo el corazón para servirle a los mexicanos".
Para ir a votar a la casilla 4942, Labastida y su esposa María Teresa Uriarte se hicieron acompañar sólo de Jorge Alcocer, del diputado federal sinaloense Manuel Cárdenas, de su vocero Marcos Bucio, y su principal asesor Adolfo Orive.
Una y otra vez, el candidato priísta mostró el dedo pulgar, sonriendo a las cámaras. Posando todo el tiempo, el sinaloense aseguró que con las elecciones el país confirmaba su "ritmo de progreso" y con el pulgar impregnado de tinta, "la creencia en la democracia" para el desarrollo nacional.
Mientras Labastida depositaba las boletas en las seis urnas instaladas en el patio de la Escuela de Jardinería, encaramado en una silla plegable, un reportero del canal 13 de Chile, grababa su nota: "Hoy Labastida podría pasar a la historia como el primer candidato presidencial priísta derrotado..."
Jorge Alcocer, su asesor, se molestó ante el acoso de la prensa al sinaloense.
-ƑDónde dan cursos de gente que se sepa formar para tomar su foto? -se quejó mientras señalaba hacia camarógrafos y fotógrafos- šEs de locos!
Por la noche, el ex gobernador Manlio Fabio Beltrones sólo musitaba: "Ni hablar, mano, ni hablar".
El PRI quedó en pocos minutos vacío. La caída del más viejo de los partidos en el mundo en el poder se daba en silencio, sin los estrépitos tantas veces esperado.