DOMINGO 2 DE JULIO DE 2000

* Textos inéditos *

 

* E.M. Cioran *

Me extraña que no sintamos envidia de quienes tienen la facultad de rezar, mientras que sentimos la mayor envidia de las riquezas y los éxitos exteriores de los demás. Nos resignamos a la salvación de los demás, no a sus prosperidades.

 

Noche en blanco. El insomnio me seca las venas y me quita la poca sustancia que me queda en los huesos. Horas dando vueltas en la cama sin esperanza alguna de perder por fin el conocimiento, de desvanecerme en el sueño. Es un auténtico saqueo del cuerpo y del espíritu.

 

Es triste decirlo, pero lo que queda de alguien, digamos de un escritor, es su obra. Nuestros restos no son nada, absolutamente nada. Trabajemos, pese a todo, ya que, además, no tenemos la fuerza de ánimo para querer desaparecer sin dejar rastro. Hacer un libro es una señal de abdicación metafísica. Abdiquemos.

 

Mi única excusa: no he escrito nada que no haya surgido de un gran sufrimiento. Todos mis libros son resúmenes de duras pruebas y desconsuelos, quintaesencia de tormento y de hiel, son todos ellos un solo y mismo grito.

 

Estoy escuchando el quinteto para clarinete... que ha marcado mi vida. Siempre que lo escucho, no puedo olvidar que Mozart lo escribió al mismo tiempo que el Requiem... es decir, durante el último año de su vida.

 

Sigo presa del hechizo (en sentido propio) del concierto de Mozart. ƑQué ha podido tocar en mí? ƑQué cuerda secreta? En Mozart hay el recuerdo de otro mundo, de algo de lo que nuestra memoria ya no conserva ninguna marca.

 

La verdad no está ni en la reacción ni en la revolución. Radica en la puesta en entredicho de la sociedad y de quienes la atacan.

 

Una joven cantante alemana me pregunta cuál es el verdadero significado de mi pasión por Bach. Le respondo que Bach es para mí un anti-duda.

(Es casi un juego de palabras y me horrorizan los juegos de palabras.)

 

Desesperación ''sin motivo", sin conciencia de desgracia, sin ningún sentimiento de decadencia ųdesesperación puraų y de nuevo la certidumbre ųen modo alguno tristeų de que el suicidio es la única salida, el único consuelo, la puerta, la gran puerta. Pasar al otro lado eludiendo a la muerte.

 

La desesperación no me deprime, me eleva. La desesperación es distinta del desconsuelo, es llama, una llama que atraviesa la sangre.

 

No sólo llevo una vida marginal, sino que, además, soy marginal como persona. Vivo en la periferia de la especie y no sé con quién ni a qué afiliarme.

 

No son los pesimistas, sino los decepcionados, los que escriben bien.

 

Enesco, refiriéndose a Bach, decía: ''El alma de mi alma". Esa expresión, sencilla y aparentemente ingenua, manifiesta exactamente mi sentimiento para con el Cantor.

 

Nietzsche es sin lugar a dudas el mayor estilista alemán. En un país en el que los filósofos escribían tan mal, debía nacer por reacción un genio del Verbo, que no existe en un pueblo enamorado del lenguaje, como el francés. Pues en Francia no existe el equivalente de un Nietzsche... en el plano de la expresión, quiero decir de la intensidad de la expresión.

 

Dos cosas que han contado enormemente en mi vida: música y mística (por tanto, éxtasis)...

 

He escuchado mucho a Chopin estos días. Comprendo que fuera la única música ante la que aún reaccionaba Nietzsche, cuando estaba loco. A veces tengo la impresión de que, aun después de muertos, seguirá conmoviéndonos.

Cuanto más tiempo pasa, me acostumbro a las realidades más sombrías (suicidio, horror del nacimiento, etcétera), sin ninguna reserva mental de pena y desolación. Concibo lo irreparable sin tristeza. Estoy inmerso hasta el cuello en el desconsuelo objetivo, evidente, impersonal. Llanto con ojos eternamente secos.

 

Escuchando El Mesías: Ƒcómo es posible semejante dechado de invención desde el comienzo al fin, sin decaer lo más mínimo? Es milagroso. Además, hay un júbilo y una alegría incluso que no existen en Bach. ƑEn qué obra literaria podríamos encontrar un logro tan constante, un nuevo universo en cada capítulo?

 

Un régimen desaparece cuando sus representantes han dejado de creer en sí mismos. De igual forma, el hombre desaparecerá cuando haya perdido la fe en su destino. Ocurrirá, si no ha ocurrido ya. No necesitará fuerzas adversas para abatirlo; se desplomará por sí solo.