VIERNES 29 DE JUNIO DE 2000
* Ayer presentaron su más reciente material, Mar adentro en la sangre
No damos mensajes en nuestras canciones, sólo decimos lo que sentimos: Santa Sabina
Juan José Olivares * La profundidad de los sentimientos, el conflicto sobre la condición humana y su parte luminosa, oscura y pasional, son los elementos que convergen, aparte de sensibilidad y una sonoridad ecléctica enriquecida de contemporaneidad lírica, en el nuevo disco de Santa Sabina, Mar adentro en la sangre, el cual es un océano interior que comienza cuando la tierra firme se nos pierde de vista. El material lo dieron a conocer ayer en el Museo de la Ciudad de México, y hoy lo harán en el antro Roxy, de Guadalajara. La presentación masiva en el Distrito Federal será el próximo 17 de agosto, en el Metropólitan.
Santa Sabina, sin duda una de la bandas más etéreas y sublimes del rock nacional, sigue en el camino de la evolución al echar mano de una gama infinita de recursos eufónicos, con los que rompen las barreras de la creación, para no encallar en un solo género: ''No nos caracterizamos por dar mensajes, nada más somos expositores de nuestros sentimientos; sólo podemos decir que nuestra música es un rock experimental mexicano del año 2000", dice con íntegra libertad el bajista Alfonso Figueroa.
Y vaya que la libertad es una fracción lúdica de estos músicos. "Al realizar este disco con nuestra producción, ya sin disquera, tuvimos la libertad de hacer lo que quisimos: sacar sonidos específicos en cada canción, los cuales tienen un sello especial; cada tema brilla con personalidad propia. Las rolas son muchos estados de ánimo, por eso el disco no es una globalidad en sí misma".
Más arriesgados ųal basar su iluminación artística en elementos sagrados desde su surgimiento en 1989, pero con una franqueza natural, la que les da el no depender de un emporio disqueroų, juegan en este material con la ilusión de portentosas letras ųunas de Rita Guerrero, de Silvio Rodríguez, del poeta Xavier Villaurrutia, Jordi Soler, Alejandro Otaola y Adriana Díazų y con la fantasía de las liras, bataca, bajos, contrabajos, chelos, percusiones, sax, viola, clarinete, citara, ritmoman electro, y la šummm!, exquisita voz educada de la muñeca Guerrero.
Para Juan Sebastián Lach quizá es un disco más profundo e intenso, "que nos da el privilegio de llegar a lugares donde no habíamos llegado antes. Ser dueños del disco ųaunque no tengamos la promoción de una disqueraų nos da el poder de decidir y de incluir lo que queramos. Sobre esto, Rita agrega: "No nos salimos de la disquera por represión. Siempre nos respetaron, pero la verdad es que cambió su política y fue cuando vinieron las sugerencias de hacer algo más vendible". Pero "pudimos hacer cosas más agradables, como darle una bonita parte al arte del disco", que, por cierto, contiene unas fotos auténticamente del expresionismo alemán de los años veinte.
Entre preguntas, rolas y un proselitismo natural --''somos cardenistas y perredistas, porque es la mejor opción"-- nos adentrábamos poco a poco en el misterio de 14 estupendas canciones, que fueron producidas en el estudio de Benny Ibarra, y que dejarán huella en los seguidores de los sabinos por su compromiso de entregar el alma, como en sus discos anteriores, Santa sabina, Símbolos, Concierto acústico y Unplugged. Los sabinos también trabajan en el soundtrack del largometraje de Alejandro Valle, Historias del desencanto.
Pero no todo fue blablabla, la Santa habló con su mejor lenguaje: el musical, al ofrecer un delicioso desenchufadito de cuatro rolas en medio de un proscenio al estilo de El gabinete del doctor Caligari.
El piano de Sebastián Lach, el bajo de Alfonso Figueroa, la guitarra de Alejandro Otaola, el chelo de Leonel Pérez, la batería de Julio Díaz (que entró por Patricio Iglesias, ahora con el grupo Estrámboticos), el belcanto de Rita y el aguacero que cayó ayer, nos hicieron divagar cielo adentro, al percibir cuatro aurales historias: Domingo, Canción, Algo cambia y 9999999, que no obstante las goteras del domo del recinto, aromatizaron la estética de la interpretación de la bella Rita y los sabinos. Ahora nos resta sólo a esperar su gran recital del Metropólitan.