VIERNES 30 DE JUNIO DE 2000

* Se incluye el estudio de un dibujo capital de David Alfaro Siqueiros


En San Ildefonso, arte moderno de México con enfoque heterogéneo

* Procedente de Canadá, la muestra incrementó 36 por ciento su acervo inicial

* Exhiben apartado especial con fotografías de Alvarez Bravo y Agustín Jiménez, entre otros

Merry Mac Masters * Sumar nombres que por tradición ''no se exportan" como una visión del arte mexicano, esto ha sido posible debido al enfoque heterogéneo de Arte moderno de México, 1900-1950, exposición que será inaugurada el 6 de julio en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. Así, nombres como Isabel Villaseñor, Rosa Rolando, Fernando Castillo, Manuel González Serrano y Francisco Gutiérrez, se mezclan con los de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo y Rufino Tamayo.

Arte moderno de México, una iniciativa canadiense, después de su estancia en los museos de Montreal y Ottawa, llega aquí ''crecida" en 36 por ciento. Si en su segunda sede, la Galería Nacional de Canadá, contó con 275 obras, ahora exhibe 320, entre pintura, escultura, dibujo, fotografía y gráfica. El 13 por ciento del conjunto que no vendrá fue sustituido con algunas piezas novedosas para México, como el cuadro La cosecha, de Saturnino Herrán.

Síntesis de una gran complejidad

Entre los dibujos, uno ''capital" es Cabeza (ca. 1923), un estudio para la figura de la República que Siqueiros pintó en el Patio Chico de la otrora Escuela Nacional Preparatoria y que después fue borrado. Ayer en conferencia de prensa, Luis-Martín Lozano, curador de la exposición, utilizó el ejemplo de este dibujo de la colección Jean Charlot de la Universidad de Hawai, en Honolulú, para decir que la investigación, como punta de lanza de este proyecto ''nos permite agrupar este universo tan heterogéneo y tan plural".

Para Lozano ''de entrada" la muestra intenta sintetizar una gran complejidad acerca de la realidad artística y cultural del país. Quizá como ninguna otra nación de América, en la primera mitad del siglo, México fue capaz de producir una tendencia en el arte intrínseca a las condiciones históricas que la vieron surgir, siguió. Invocar 1900 como punto de partida no significa que allí comienza propiamente el proceso del arte moderno. No obstante, su primer núcleo temático ųhasta 1920ų patentiza que los artistas ''más revolucionarios" del muralismo, como Rivera y Siqueiros, fueron practicantes del modernismo finisecular y estuvieron asociados con las ideas culturales del porfiriato. De esta manera la muestra revela la imposibilidad de que el proceso del arte moderno de México comience con la posrevolución y mucho menos con el muralismo, afirmó Lozano.

En la siguiente sección se recapitula sobre la importancia de la Revolución mexicana en el cambio de mentalidades. Se abrió un apartado específico para conformar un conjunto, en su mayoría inédito, de fotografía de vanguardia no sólo de Manuel Alvarez Bravo, sino también los experimentos formales de Emilio Amero y Agustín Jiménez, en paralelo a los fotógrafos que visitaron el país en los años veinte y treinta como Paul Strand, Edward Weston y Tina Modotti. La gráfica no se limita a figuras como Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce.

Un último apartado, en vez de plantear la ''ruptura'' de los años cincuenta, revisa una visión experimental de lo que aún podían ofrecer pintores como Siqueiros y Orozco.