MIERCOLES 28 DE JUNIO DE 2000

Cárdenas en la UNAM: Ƒquiénes ganaron?

 

* Arnoldo Kraus *

Romper hitos es siempre un placer: se encajonan ideas mohosas, se retan opiniones, se sepultan paradigmas. Si la UNAM no es México, sí es su espejo. Por eso el desastre aún insepulto tras la iniciativa de Francisco Barnés de Castro y el gobierno. Por lo mismo, las acaloradas discusiones acerca de los rumores de privatizar la enseñanza y la huelga, que devino anarquismo del CGH, y los desaires a los candidatos que visitaron la universidad o que lo intentaron.

La magnífica pluralidad de la UNAM, su diversidad y sus vientos democráticos sufrieron, como nunca, tras el oscuro asalto del año pasado. Romper hitos, sobre todo si engloban patologías muy intrincadas, es deseable: hay que agradecerle a Cuauhtémoc Cárdenas y a los universitarios que impulsaron su visita, la restauración, aunque sea parcial, de esa imagen añorada, de esa UNAM abierta.

Me repito: la UNAM no es México, pero sí fiel espejo de sus múltiples aristas. Circulan por sus pasillos estudiantes pobres y ricos, profesores que vindican las ideas de la izquierda y quienes aplauden los modelos neoliberales, alumnos de todos los rincones del país, algunos con ideas progresistas y otros que elogian filosofías reaccionarias. Están los del CGH y los que creen que la tolerancia es espacio universitario. Y un sindicato añejo, poderoso e insoslayable.

Medirse ante esa diversidad, en estos tiempos, calibrarse frente a esa comunidad, cuyas heridas aún supuran, es un gran reto. Por eso Francisco Labastida no ha pisado la explanada frente a rectoría y, por idénticas razones, Vicente Fox no ha caminado sus calles. Esa comunidad sigue herida, y aunque menos dividida, persisten grupos que impiden dialogar. Las respuestas exageradas de diversos círculos y muchas veces inentendibles, son reflejo de esas llagas. Lo anterior explica la inteligencia de los asesores de las campañas del PRI y el PAN al no llevar a sus candidatos a la UNAM: para equiparar la batalla, el número de guardaespaldas o de miembros de la Policía Federal Preventiva tendría que ser no menor que el de los congregados.

Con Cárdenas, la explanada frente a la rectoría se convirtió en un tapete humano. No había ni despensas ni dispendio. Se llenó motu proprio. Se abarrotó pese a las encuestas y se vivió un gran momento de esperanza dentro de la zozobra por la que ahora atravesamos. Hastiados de campañas y desgastados por la embestida publicitaria, quienes acudieron a la reunión de Cuauhtémoc con la UNAM, pese a las amenazas del CGH y sus cómplices embozados, hicieron del encuentro un pasaje histórico, rico en ganancias, repleto de lecciones.

Hubo tres triunfadores: Cárdenas, la UNAM y la libre expresión. Cuauhtémoc por lo que logró y por lo que dijo: "... quien aspira a la Presidencia no puede rehuir los problemas, sino ir a su encuentro para contribuir a su más pronta solución". La UNAM, porque Cárdenas abrió otras puertas; pese a la intención del CGH de sabotear la reunión, la pluralidad de nuestra universidad se manifestó, tras mucho tiempo de ostracismo, gracias a las 50 mil personas que acudieron al mitin. Y, finalmente, la libre expresión encontró su camino en el corazón del encuentro. Aunque difieran las opiniones, considero que el peso de los tres rubros, de los tres logros, es similar. Hay que agradecerle a Cárdenas por devolverle a la UNAM parte de la UNAM y por restituir parcialmente el derecho al pensamiento libre, cuyos caminos se encontraban un tanto varados, ya sea por el conflicto inicial, o por la tozudez del CGH.

Los perdedores son más claros que el aire de la ciudad de México: el gobierno --todos los que resulten responsables-- y los candidatos Fox-Labastida. El dueto aspirante a la Presidencia, porque la explanada frente a rectoría no es espacio para ellos. Nuestro gobierno, por haber urdido las maniobras que llevaron a la huelga.

Importan mucho más los resultados positivos que las pérdidas para el PAN, el PRI o el gobierno actual. Lo que hicieron Cárdenas y los universitarios no es poca cosa: reabrieron el diálogo, reinstauraron la pluralidad de la universidad, mostraron las caras genuinas de la democracia, enfriaron las opiniones de los grupos ultras y cuestionaron seriamente las ofertas del poder y de los candidatos de los otros partidos.

Es cierto, la UNAM no es México, pero sí fiel espejo de sus sucesos, de sus opiniones, de sus malos y buenos ratos, de los que creemos en la educación libre, tolerante y con oportunidades dignas para quienes menos tienen. Cárdenas, amén de ser adalid de la democracia, revitalizó todas esas avenidas. *