MIERCOLES 28 DE JUNIO DE 2000
Partido acorralado
* Bernardo Bátiz Vázquez *
El presidente del PAN, a pesar de ser neopanista y tener sus raíces en el mundo de los organismos empresariales, se vio obligado a deslindarse de los amigos de Fox, con motivo del incidente provocado por las denuncias hechas por el diputado Enrique Jackson sobre las intrincadas vueltas y revueltas que dan los dineros de la campaña del candidato panista.
Vueltas y revueltas, que parten de un banco estadunidense, que pasan por diversas cuentas y bancos mexicanos, por manos de amigos de Fox y de parientes y empresas de amigos de Fox, pero nunca por la tesorería del PAN.
Y esto que pasa con los dineros, también sucede con lo que decide, con la línea de campaña, con los temas básicos de la propuesta (o de las contradictorias propuestas) de Fox.
El PAN no maneja la campaña de Fox; el ensayo, hace doce años, con Manuel Clouthier, que puso por encima del CEN del partido su propio equipo de recolectores de fondos, de publicistas y de operadores, se repite con la campaña actual. Es el equipo del candidato la locomotora que arrastra al tren panista en el cabús, dando tumbos y sin saber bien a bien hacia dónde los lleva la loca carrera del candidato iluminado; viajan los panistas auténticos que aún quedan, pero ellos ignoran cuáles son las fuentes de financiamiento de la campaña, no saben de dónde vienen los ríos de dinero de esa publicidad dispendiosa y reiterativa, que pretende convencer a todos de que el candidato blanquiazul "ya ganó", sin esperar el 2 de julio.
Ellos no saben tampoco quiénes son ni de dónde llegaron los amigos de Fox, qué intereses representan y qué buscan. Uno de los nuevos foxistas de la hora nona, Jorge Castañeda, analista surgido del mundo académico, en unas sinceras declaraciones a Proceso hizo una profesión de fe pragmática. Hay que unirse con quien sea, buscar votos de donde vengan y apoyos de quien quiera darlos. Ya le pasarán al candidato las facturas al triunfo de la causa (si es que llega) y entonces el pueblo de México y más cercanamente los militantes sinceros del PAN (que todavía los hay) sabrán de quién son deudores, se enterarán quiénes son los acreedores que presentarán sus facturas exigiendo su pago.
Pueden ser ciudadanos patriotas que piensen de buena fe que el único problema es sacar al PRI de Los Pinos, ingenuos que no dimensionan la magnitud del asunto, pero ésos serán los de las aportaciones menores, de relleno; las grandes cuotas, las que cuentan, ésas no son de ingenuos entusiastas del cambio; esas grandes aportaciones, que el mismo partido ignora, que la tesorería del partido no maneja, son las que muy bien pueden hacer que el puro cambio de una persona por otra o, en el mejor de los casos, de un equipo por otro, no sea suficiente, si los que lleguen tendrán que pagar las facturas, responder a los que apoyaron en serio y ésos no sabemos quiénes son ni dónde están ni qué exigirán a cambio de su apoyo.
Por todo lo anterior, insistimos en el título de este artículo: el PAN es un partido acorralado que ya sirvió con sus siglas y su registro a Fox, pero que se volvió prescindible ante la fuerza, el número y la organización de los amigos. Está acorralado: o sigue sirviendo al que se adueñó de la situación interna o pierde su fuerza y tiene que recomenzar la labor que abandonó hace diez años.
Los auténticos panistas tendrán que elegir entre votar por quien acorraló a su partido, o bien liberarse, votando por una opción distinta, la de una oposición congruente y democrática. *