LUNES 26 DE JUNIO DE 2000

La guerra del agua

 

* Samuel Schmidt *

Hace años en el poniente de Ciudad Juárez hubo una invasión de tierras conducida por la Asociación Nacional de Productores de Algodón (Anapra) y como herencia dejó su acrónimo en Nuevo Mexico y en Juárez, aunque en ambos casos se trata de asentamientos precarios.

Anapra Nuevo México es una de las ciudades más pobres del sur de Estados Unidos y en Juárez; aunque éste no es el nombre legal, ahí se han asentado miles de personas, que no solamente carecen de título de propiedad, sino también de servicios.

Durante las elecciones, Anapra se convierte en materia de clientelismo político, surgen promesas y buenos deseos y la esperanza se mantiene viva.

Mientras el asunto no se resuelva, Juárez no sólo tiene una herida abierta, sino que dolorosamente tenemos que aceptar que ésa sea la cara de México, porque a unos metros corre la carretera interestal 10, que cruza Estados Unidos de costa a costa. Así que muchos, que presumen de haber visto México, se llevan una imagen de desorden y desolación. Ni qué decirles que ésta es la solución mexicana a la falta de vivienda y que por eso es raro ver gente dormir en la calle, pero es un consuelo poco elegante.

El PAN se ha negado a regularizar Anapra bajo el argumento de que la tierra es de priístas, y los priístas han evadido el tema, porque la zona ha sido sujeta de un bandidaje vergonzoso. Parte de la dificultad para regularizar esta zona, es que los polígonos no coinciden; cuando se nota que hay un intento por regularizar salen varios propietarios del mismo predio. Y esto, sin duda, complica el esfuerzo mejor intencionado.

Hoy Anapra es el centro de fuertes intereses binacionales, porque Sunland Park Nuevo México tiene cifradas sus esperanzas en el desarrollo de Anapra Chihuahua, para que éste gotee algo sobre su maltrecha economía, y les es tan preciado el tema, que se han sentado a la mesa con la carta más codiciada de la zona: tienen agua. Y esto no es poco en una zona desértica y sujeta a un acelerado crecimiento demográfico.

El Paso y Ciudad Juárez se alimentan del mismo acuífero y lo están secando a marchas forzadas, mientras que Anapra comparte otro bolsón con Nuevo México.

El alcalde Jaime Bermúdez inició en los ochenta un proyecto de perforación de pozos llamado Conejos Medanos, que fue frenado por los gobiernos panistas para que la falta de agua desmotivara a los colonos, cerrándole la puerta a las ganancias de los priístas. El agua era la clave para regularizar; sin embargo, prefirieron que la zona fuera un riesgo de salud pública y que la gente pagara con gran sufrimiento su precariedad.

El gobernador Patricio Martínez intenta cumplir una promesa de campaña, de ésas que cada candidato hace, pero se ha topado con la oposición del alcalde panista. Si el priísta se impone, se trunca el proyecto de redirigir el crecimiento hacia zonas cuyos propietarios son panistas. Y el tema de nuevo es agua. Martínez ha perforado pozos y está entregando escrituras. Pero si bien esto pudiera ser un gran avance, su gran reto no para allí.

Juárez no puede seguir creciendo desordenadamente, tiene que dirigir su crecimiento y para esto tiene varias opciones. Una es trabajar junto a Estados Unidos y avanzar en la elaboracion de un acuerdo o tratado de aguas subterráneas, ésta es una materia problemática, de la que ningún diplomático quiere oír, porque puede servir de precedente para acuerdos posteriores que afectan intereses muy poderosos a lo largo de la frontera.

Otra es armonizar y ordenar el crecimiento de la ciudad, con o sin el vecino del norte, y esto implica grandes inversiones y una gigantesca voluntad política.

Nuevo México lleva muchos años vendiendo agua por la libre, pero ahora quiere hacerlo bajo un marco más formal. El alcalde de Sunland Park le quiere vender agua a Ciudad Juárez y los propietarios de derechos de perforación están dispuestos a vender el líquido a cambio de distintas concesiones.

Mientras tanto, todo este cuadro está enmarcado por la batalla PAN-PRI y, aunque este último parece ponerse a la cabeza, la historia apenas empieza y mucho oíremos de Anapra. Los optimistas dicen que como de cada seis años en cuatro hay elecciones en Chihuahua, y si las campañas sirven para cumplir las promesas de otras campañas, entonces tal vez no pase mucho antes que el problema se resuelva. ƑSerá? *

 

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