LUNES 26 DE JUNIO DE 2000
* Cierre de la campaña presidencial tricolor en Toluca
Revive Labastida la retórica de las promesas
* Ofrece "una nueva orientación para la economía", mejorar salarios, elevar precios de garantía
* La feliz familia mexiquense patentiza, una vez más, que sabe cómo atraer multitudes
Rosa Elvira Vargas, enviada, Toluca, Méx., 25 de junio * Teñida de blanco y rojo, la familia mexiquense priísta ubica en su exacto lugar a los parientes ricos y a los parientes pobres. Especialista ųcomo pocosų en eso que sus malquerientes llaman "acarreo", el PRI cuadricula la plaza y delimita el espacio. Y así, cada quien en su lugar, dispóngase a escuchar a un Francisco Labastida Ochoa ávido del voto de los 7.5 millones electores que componen el padrón estatal.
"Vamos a ganar". ƑCertidumbre o apremio?
En cualquier caso, el hombre que por mera "identificación cromática" insiste en el atuendo de camisa azul y pantalón caqui, reitera acusaciones contra Vicente Fox y reivindica el "nacionalismo mexicano" que, asegura, "no está pasado de moda", y ofrece que la defensa de la soberanía y de la independencia será "tarea importante, tarea permanente, lucha incansable de todos los días".
Casi de inmediato, Labastida pasa sin embargo a la retórica que tanto empleó antaño el partido oficial, pero que de un tiempo acá había quedado sólo como censurable práctica ųen la definición oficialų de los reductos populistas: las promesas.
El candidato del PRI lo ofrece clarito: habrá "una nueva orientación para nuestra economía".
Y dirigidas hacia esos parientes pobres que apenas se distinguen a lo lejos, y para aquellos ųlos menosų que contribuyen de cerca con sus gritos y banderitas, brotan las promesas: bajar el precio de la gasolina, del diesel y de las autopistas; construir más guarderías, más vivienda popular (con pavimento y urbanización a cargo del gobierno federal); más educación de calidad, escuelas de tiempo completo, alimentos al mediodía para los alumnos y, en aquéllas, todo "bueno": salones, laboratorios, canchas, sueldos...
Y son esas ofertas, las de atención médica a embarazadas y a sus hijos, las de abrir más empleos, mejorar los salarios, las de elevar los precios de garantía para el maíz, el trigo y el frijol, "desde diciembre de este año", las que consiguen una respuesta animada, el ondear de banderitas y algunas interrupciones con el "vamos a ganar, vamos a ganar".
Pero de ahí en fuera, el discurso de Labastida Ochoa cae en largos baches de silencio y de apatía por parte de su auditorio.
"Que esto acabe ya y empiece Juan Gabriel", se oye decir por ahí. Es ya larga la espera por el cantante, que esta vez no arranca su actuación en el estrado alterno con su profunda canción a Labastida. Lo acompaña un buen mariachi, y luce un traje oscuro con camisa clara que lo hacen ver elegante, sobrio. Hace lo suyo y con las clásicas de su repertorio.
La crème de los parientes ricos se ubica ųdónde másų en el estrado. Cualquiera supondría que por el mero hecho de asistir a un mitin político y de esa manera refrendar su apoyo a un candidato, toda persona se convierte en alguien distinguido, apreciable, para el partido que convoca. Pero aquí no hay que equivocarse, existe un área claramente marcada y vigilada por personal de seguridad, exclusiva para "invitados especiales".
Pero la elite está arriba. Allí, desde donde puede dominarse la concentración y buscar la identificación con, éstos sí, sus pares. Sólo dos ex gobernadores asisten, Alfredo del Mazo y César Camacho (ahora candidato a senador y quien viste hoy con los mismos colores que Labastida).
Están también, Manuel Cadena, secretario general de Gobierno; Armando Neyra, líder de la CTM; Yolanda Sentíes, de largo historial político en el PRI y hoy secretaria de Ecología del estado; Carlos Rella, titular de Desarrollo Económico; Jaime Dosal, líder de la Canacintra local; Alfonso Otero, de los industriales de Tlalnepantla, y Abel Villicaña, presidente del Tribunal Superior de Justicia, entre otros muchos.
Los animadores hacen todo para que, dirían los clásicos, el ánimo no decaiga. Ya en otro extremo de la Plaza de los Mártires, Los Joao, esos eternos camaleones de la música comercial, han puesto lo suyo. Luego ųantes del arribo del candidatoų y para que por lo menos los más cercanos a la pasarela sumen algo a su anecdotario, desfilan los presentados como estrellas del espectáculo: Raúl Ramírez y los comediantes Lalo El Mimo, Pompín Iglesias e Isabel Martínez, La Tarabilla. Ellos, todos, con perfecto teñido capilar, saludan y hacen alguna gracejada que los identifique con su público.
Por último, caminan y se dejan querer por los priístas, Anabel Ferreira, Nailea Norvind y Regina Torné, quien es la única que asume que fue invitada para sumar votos. Responde los aplausos del respetable, señala hacia el gigantesco retrato de Labastida que se encuentra a la derecha del estrado y rubrica con el dedo pulgar en señal de victoria.
Es, pues, la "šqué bonita familia!" que usa como estribillo eterno Pompín Iglesias, y a la que se suman los clavadistas Jesús Mena y Fernando Platas, que se codea con los candidatos a alcaldes, a diputados federales y locales. En fin, con parte de los 2 mil 223 puestos que sólo en el estado de México estarán en disputa el próximo domingo.
Quince actos multitudinarios
Labastida llega pasadas las 12:30 horas. Viene de un mitin en Zumpango, donde su vocero, Marcos Bucio, asegura que se congregaron 15 mil personas. Luego de aquí, irá a Hidalgo.
Se calcula que con este, son al menos quince los actos multitudinarios que a lo largo de su campaña Francisco Labastida ha efectuado en el estado de México. Con sus 22 mil 500 kilómetros cuadrados, sus 122 municipios y su contribución de 11.8 por ciento al producto interno bruto nacional, esta entidad ocupa un lugar clave en la disputa electoral.
Colindante con Morelos, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, Guerrero, Michoacán y el Distrito Federal, en el estado se asientan diariamente mil nuevas personas. La contienda local interesa tanto como la de la Presidencia, pues los mayores centros urbanos están repartidos aquí en forma muy pareja: el PRD tiene las alcaldías de Nezahualcóyotl y Texcoco; el PAN tiene Atizapán de Zaragoza, Naucalpan, Tlanepantla y Coacalco, mientras que el PRI gobierna en Ecatepec, Toluca, Atlacomulco, Huixquilucan y Metepec.
El rito de cada acto masivo de campaña se repite hoy: Labastida camina por la pasarela acompañado del gobernador Arturo Montiel; la líder del PRI, Dulce María Sauri, y la esposa del candidato, Teresa Uriarte. Se detiene y agacha para abrazar y besar a varios niños; ondea una bandera nacional que ya alguien le entregó oportuna y a la medida perfecta. Y de regreso, se encuentra con Luis Colosio Fernández, otro de los activos de que el PRI dispone en esta ocasión.
Aparecen también los globlos y el papel picado tricolores. Se oyen cohetes y vuelan palomas. En el mitin sólo intervienen Fernando Alberto García, líder estatal del tricolor, y el candidato.
Al terminar, la feliz familia mexiquense sonríe con satisfacción. Una vez más, ha logrado patentizar que sabe cómo atraer multitudes, cómo montar un escenario e, incluso, cómo escarbar en las profundas reflexiones de su candidato. Al lado derecho del estrado, con gigantescas letras verdes se lee: "Para atrás, nunca, ni para tomar vuelo: FLO".