LUNES 26 DE JUNIO DE 2000

* El grupo británico ofreció un concierto sin parafernalia técnica ni guión


El sonido de The Mission se alojó en la piel

Jorge Caballero * La exquisita densidad lóbrega del grupo inglés The Mission UK anegó/bendijo el escenario del Hard Rock Live la noche del sábado, en un concierto que se salió del guión, pues los músicos abandonaron al líder vocal Wayne Hussey, que por más que miraba hacía atrás para ver si era verdad, se la rifó solo e interpretó cuatro rolas, entre ellas Dancing barefoot, de Patty Smith, con la compañía de su guitarra y sus gafas oscuras Armani, haciendo un encore neto y enardeciendo al público que llenó el bar.

Las puertas se abrieron desde las diez de la noche. Apenas cinco horas antes, el grupo pisaba por segunda vez tierras mexicas. La mezcla musical ambiental corrió a cargo del dj Dany Wakantanka, pero resultó muy alternativa para los otrora darkies, ahora veinteañeros en edad productiva, pues no provocó el más mínimo movimiento del personal, salvo contadas excepciones.

Una hora después, los chiflidos de impaciencia se escucharon. La pantalla, que hace las veces de telón, se plegó y el griterío aumentó. Los instrumentos esperaban. Aparecieron los músicos con un look más posmo. El baterista tomó asiento frente a su instrumento; los otros tres integrantes conectaron los plugs a las dos guitarras y el bajo. Hussey comenzó con Pale, siguió con Hands across the ocean y continuó con In to the blue, con la cual llegó la primera gran ovación. Hussey gozó el coro de sus fanáticos mexicanos, que debieron esperar diez años para volver a escuchar de manera decente a The Mission UK.

Salud por Hussey

El líder saluda. Levanta una botella de vino tinto. El público hace lo propio con sus vasos de plástico, con diferentes tipos de bebidas etílicas, en correspondencia.

Ahora toca en solitario la desencarnizada Mesmerized, bajo una tenue luz roja. Vuelven los músicos para interpretar tres rolas: Naked, Savage y Sea of love. Demuestran lo que es, en esencia, una verdadera banda de rock, sin parafernalia ni grandes juegos de luces ni apoyo tecnológico.

Hay una falla técnica en el micrófono que provoca que la voz de Hussey suene como si hubiera tomado diez valiums. El ingeniero de sonido, atariado, trata de reparar la falla. Todo vuelve a la normalidad. Llega la rolísima esperada: Butterfly on a wheel, en versión troubadour mix. El ex hermanita de la caridad se contorsiona, baila y su potente voz se encaja/aloja en un lugar intermedio entre la piel, el alma y la ropa del público. El vocalista anima a que lo sigan, pero no es necesario: todo mundo lo secunda. Da las gracias en castellano, lo que provoca un estallido de júbilo.

El baterista Scott Hinkler rompe el parche de la tarola. La cambian. Piden que bajen las luces para interpretar Swoon. El escenario se torna morado. Termina la parte formal del concierto con el potente bombo, acompañado con las palmas del respetable.

Pero los insaciables fans fuerzan su regreso. Hussey canta tres rolas: Tower of strength, Deliverance y Severina. Su banda lo abandona y queda solo en el escenario. Incrédulo, voltea hacía atrás para ver si no regresan. Canta Dancing barefoot y desaparece.

Minutos después vuelven al escenario. Hussey se dirige a su público y les pregunta cuál canción quieren escuchar. Cada quien pide su preferida. En la parte alta del escenario un chico grita a todo pulmón Amelia. Hussey se pasa a la barra. Una parvada de manos tratan de tocarlo. El besa a una afortunada. Por último, toma la botella de vino y dice: "gracias". La respuesta adecuada se pierde entre el griterío: ''De nada, mister Hussey. Un placer tenerlo de vuelta''.