LUNES 26 DE JUNIO DE 2000

* La ardua construcción del ciudadano *

* Armando Bartra *

Ediciones Era pondrá en circulación en breve el libro Guerrero bronco, de Armando Bartra, del que ofrecemos un adelanto a nuestros lectores. Es un ensayo de historia política. En la Costa Grande de Guerrero, sostiene el autor, se desarrolla un laboratorio donde los magnos acontecimientos de la historia se reproducen in vitro.

 

Desentrañar la maraña guerrerense, esclarecer el significado profundo de los enconos en apariencia circunstanciales, descubrir el sentido oculto de las absurdas muertes cotidianas, demanda ubicarse en una perspectiva más amplia. Cuando los acontecimientos se atropellan, estallan las brújulas y nos asalta el porvenir; ilumina y reconforta echar un vistazo a la historia. Sobre todo si su trama nos resulta familiar y propicia una más distanciada y ecuánime reflexión sobre los desafíos del presente.

Para entender la saña con que, a fines del milenio, un nuevo Figueroa manda matar a los costeños insumisos, es necesario remontarse a la insurgencia gremial que arranca en los setenta, a la rebeldía cívica que estalla a fines de los ochenta. Pero ésta es sólo la cuenta corta. El origen de las actitudes ciudadanas y la matriz de las fuerzas políticas actuantes en el Guerrero actual remiten también a un pasado más lejano. ƑCómo soslayar el peso que aún tiene en la memoria política regional la militarización antiguerrillera que apenas comenzó a remitir a fines de los setenta? ƑCómo explicar el origen de los focos campesinos de autodefensa armada sin referirse al multitudinario y reprimido movimiento cívico de los sesenta? ƑCómo entender el encono de la lucha política en Guerrero sin remontarse a las particularidades de la revolución en ese estado, cuya secuela insurrecional se prolonga hasta los años treinta? ƑCómo medir, en fin, la profundidad del caciquismo sin asomarse a los grandes patriarcas costeños del siglo XIX?

Tratar de iluminar la presente coyuntura política esbozando antecedentes regionales más o menos remotos, no es lujo académico ni prurito historicista: es una reflexión de primera necesidad. En los acontecimientos recientes está haciendo crisis un añoso y perverso entreveramiento de lo político y lo social, de la propiedad y el poder, del control económico y la dominación política. Esta imbricación no es patrimonio exclusivo de Guerrero, pero resulta sumamente relevante en una región donde hasta los municipios llevan el apellido de los caudillos y caciques que nos dieron patria y se cobraron el esfuerzo, dando así fe de su condición patrimonial:

Tecpan de Galeana (por don Hermenegildo). Atoyac de Álvarez (por don Juan), Coyuca de Benítez (por doña María Faustina, esposa de don Juan y prócer consorte).

La recuperación del pasado no sólo persigue fines analíticos; refrescar la memoria histórica es también indispensable para reorientar la práctica y definir los proyectos de las fuerzas políticos sociales actuantes en la región. La alarmante semejanza de hechos recientes con acontecimientos de hace dos décadas, así como la analogía entre aquéllos y los sucedidos en la primera mitad del siglo será menos ominosa si los actores políticos actuales tienen muy presente su pasado. Y no se trata de espantar con el petate del muerto, sino de reconocer en las aparentes repeticiones históricas la inercia de estructuras cada vez más irracionales.

(...) Durante la última década, también los movimientos por la democracia política han sido una constante en la lucha popular. Al disputar con sorprendente garra la Presidencia de la República, el neocardenismo elevó estos combates al pleno nacional y tanto el Partido Acción Nacional (PAN) como el de la Revolución Democrática (PRD) han competido con éxito diverso por numerosas gubernaturas. Pero, quizá debido a la relevancia cotidiana del poder municipal, el ámbito más frecuentado por la lucha ciudadana ha sido y sigue siendo el de las alcaldías. Y detrás del combate contra el despotismo de las autoridades locales hay, casi siempre, agravios socioeconómicos seculares. En esta perspectiva, los movimientos por la democratización del poder formal se articulan con el cuestionamiento de la injusticia económica y son la prolongación de la lucha reivindicativa por otros medios.

Pero el espacio, las reglas del juego y los actores de la política "a la mexicana" tienden a propiciar experiencias negativas; tanto fracasos por imposición, fraude o represión, como victorias pírricas que a la larga devienen retrocesos. Lógica perversa que desalienta la acción política propiamente dicha y coadyuva a la despolitización pragmática de la lucha reinvidicativa.

(...) En la marcha hacia una nueva democracia muchos dilemas habrán de resolverse. Entre otros, las persistentes rutinas clientelistas que conducen a alentar la independencia política a cambio de dádivas sociales. Pero los problemas a superar no están únicamente en la relación entre el Estado y la sociedad. Después de 1988 la sociedad civil no sólo se organiza; también se politiza aceleradamente, y en este proceso es indispensable resolver el viejo desencuentro entre movimiento reivindicativo y movimiento político; entre organización gremial y organización partidaria. El corporativismo de Estado no puede ser cuestionado a partir de un corporativismo de oposición, y si las organizaciones gremiales deben ser independientes del poder político, deben serlo también de todos los partidos. Pero si en el pasado esta autonomía pudo entenderse como neutralidad, hoy el apoliticismo pragmático y defensivo es cada vez menos viable.

Los partidos políticos de oposición no pueden dejar de lado los movimientos reivindicativos, y las organizaciones sociales de carácter autónomo no pueden avanzar como proyectos populares alternativos soslayando la persistente conmoción electoral; pero la politización no corporativa de la vida social es una tarea inédita que exige una profunda redefinición de las relaciones entre movimientos cívicos y movimientos gremiales, entre organizaciones sociales reivindicativas y partidos políticos, entre la lucha por la democracia político electoral y el combate por la democracia económica y social.