SABADO 24 DE JUNIO DE 2000
Ť Tal era esa condición que el ídolo de Argentina murió a bordo de un avión
Gardel, un meteoro en constante periplo
Fabrizio León Ť Hoy, hace 65 años, murió Carlos Gardel, y con él desapareció el primer ídolo latino conocido en el mundo, así como la voz que identifica a la única obra de teatro que dura tres minutos: el tango.
Fue al mediodía del 24 de junio de 1935 cuando, a bordo de un avión de la compañía Aérea Colombiana, durante el despegue del aeropuerto Olaya Herrera de la ciudad de Medellín, Colombia, con rumbo a Cali, la aeronave perdió el control y fue a estrellarse con otra, muriendo calcinados todos sus tripulantes y pasajeros, a excepción de uno de los músicos del Zorzal Criollo, llamado José María Aguilar, que luego de 30 años falleciera atropellado por un auto en Buenos Aires.
Cinco días después del accidente, Gardel fue sepultado en el cementerio de San Pedro de Medellín, Colombia, y en febrero de 1936 sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, recorriendo una ruta enorme y muy loca, según nos cuenta Luis Félix Herrera, historiador del tango en México, que nos permite reproducir parte de su investigación publicada en el boletín El ABC del tango y algo más.
Cuando se exhumaron los restos, fueron transportados en mula y ferrocarril hasta el puerto de Cartagena, y de ahí, en el barco Panamerican, se trasladaron a Nueva York en donde se le rindió un homenaje. Luego partió hacia Montevideo (en el patio de la aduana se le brindó otro reconocimiento póstumo). Al día siguiente llegó a Buenos Aires y su ataúd se veló en el teatro Luna Park, de donde salió en una carroza tirada por ocho caballos que recorrieron la calle de Corrientes, para luego arribar al cementerio de Chacarita, lugar en donde fue enterrado en medio de una multitud que lloraba y cantaba, algo similar a lo que sucedió en México cuando murió Pedro Infante.
El periplo de Gardel durante el año 1935 y 36 fue como un meteoro. Inició su primera gira por América Latina al salir de Nueva York, donde había filmado las películas El día que me quieras, Cuesta abajo y Tango bar, que fue el pretexto de la promoción. A bordo de un vapor de gran lujo llamado El Coamo se trasladó a San Juan de Puerto Rico, donde más de 40 mil personas le dieron un cordial recibimiento y en días posteriores los deleitó con más de 15 conciertos. De ahí partió a Venezuela donde el publico colmó toda su estancia. Se cuenta que era tal el fervor por verlo, que los fans de la época cortaron con navaja la capota de su auto convertible para poder verlo y estrecharlo. Los conciertos en Caracas y en una población llamada Cabimas fueron la apoteosis. No permitían que Gardel dejara el escenario, y cuanto lo hacía, el público enfurecido destrozaba los escenarios.
Luego fue a Maracaibo, Curazao y Aruba, isla caribeña a la que llegó transportado por primera vez en avión, lugar que había evitado en toda su gira. Los mandatarios y dictadores de la zona le pedían audiciones privadas y los tumultos eran cada vez más incontrolables. Siempre había una sensación de tragedia.
Una vez más se trasladó en barco a Barranquilla, Colombia. Ahí hizo un concierto y después voló, otra vez el 4 de junio, hacia Cartagena, donde el público volvió a enloquecer con su canciones y a abarrotar todos sus conciertos. De ahí voló a Medellín, con lo que Carlos Gardel emprendió su tercer viaje por los aires y llegó a Bogotá, la capital antioqueña, el 10 de junio de 1935, donde realizó sus dos últimas presentaciones: una en el Teatro Real y en la noche del mismo día en la estación radiofónica La voz, de la Víctor, donde cantó por última vez en su vida, con tal éxito, que los productores tuvieron que instalar altoparlantes en la calle por la presión de la multitud que quería oír a Gardel.
Al despedirse del publico, el cantante agradeció a todos y dijo: "Muchas gracias por tanta amabilidad. Yo voy a ver a mi vieja pronto y no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone", y el Zorzal criollo, el hijo pródigo de Argentina, anunció su última interpretación de esa noche y de su vida: ''Tomo y obligo mándese un trago... que necesito el recuerdo matar..."
Por la mañana del 24 de junio de 1935, Carlos Gardel salió temprano del hotel junto con la comitiva que lo acompañaba, entre los que se encontraba el capitán Samper Mendoza, quien tripulaba el trimotor Ford 33. El decidió volar rumbo a Cali, pero haciendo una loca escala en Medellín, para cargar combustible. Al llegar al aeropuerto de Bogotá, abordaron el avión Carlos Gardel, el compositor Alfredo Le Pera y sus tres guitarristas, Guillermo Barbieri, Angel Domingo Riverol y José María Aguilar. También viajaban José Corpas Moreno (secretario de Gardel), José Plajas (su profesor de inglés), Alfonso Azzaf y Henry Shwatz, quienes fungían como publirrelacionistas.
Al llegar a Medellín, muy lejos de la ruta más cercana de Bogotá a Cali, el capitán Samper pidió a los pasajeros que bajaran mientras se abastecían de combustible por un lapso de dos horas, y volvieron a abordar para viajar a Cali.
El avión tomó pista y al levantar el vuelo se desplomó y fue a estrellarse con otro que se preparaba a despegar. Una gran bola de fuego se levantó y la gran tragedia sobrevino, al quedar prácticamente todos los pasajeros calcinados, salvo el guitarrista Aguilar, y uno que otro pasajero del otro avión.
De Cali, Colombia, el viaje de Gardel debería proseguir hacia La Habana, Cuba, y luego a la ciudad de México, donde culminaría la primera y última promoción de Gardel en América.