Angel Guerra Cabrera
Cuba en Estados Unidos
Un cambio de actitud hacia Cuba está ganando espacio en la opinión pública de Estados Unidos. Cerca de 70 por ciento de los estadunidenses -la misma proporción de los que abogan por el regreso del niño Elián González a la isla- favorece en todas las encuestas la normalización de relaciones con el pequeño y rebelde vecino.
Mientras tanto, en comisiones de las dos ramas del Congreso fue aprobada una moción para suprimir limitadamente el bloqueo a la venta de alimentos y medicinas a la isla, cuya discusión parecería inminente en el pleno de la Cámara de Representantes. La propuesta cuenta con el voto de tantos legisladores que muchos observadores coinciden en que la única posibilidad de que no pase es que se impida su discusión por el liderazgo republicano aliado a la contrarrevolución cubana de Miami, como ocurrió en 1999 después de ser votada favorablemente por la mayoría del Senado.
La moción es importante porque daría inicio -aunque muy parcialmente- al levantamiento de las sanciones. Podría aprobarse en este periodo legislativo, aunque no debe descartarse que corra igual suerte que el pasado año. Pero lo realmente significativo es que la corriente de opinión proclive a una normalización de relaciones con Cuba crece cada vez más, tanto en el seno del establishment como del pueblo estadunidense, lo que terminará sepultando, más tarde o más temprano, al bloqueo y al decadente y contumaz lobby anticubano.
En este viraje han influido varios factores. Uno es la convicción a que han llegado los cerebros pensantes del sistema de que el bloqueo no sirve al objetivo de derrocar al régimen revolucionario y en cambio fortalece el vigoroso patriotismo cubano y lesiona el prestigio internacional de Estados Unidos. Otro, es la acción decidida del influyente lobby de los agricultores del Medio Oeste, golpeados por la sequía y la baja prolongada de los precios de sus productos, que defiende fervorosamente la libertad de comercio y no está dispuesto a renunciar por más tiempo a un mercado potencial de cientos de millones de dólares anuales. Los legisladores de esta región, junto con muchos otros de estados agrícolas y fabricantes de maquinaria, se han sumado, apoyados por la prominente Cámara de Comercio, a los que tradicionalmente venían abogando por poner fin a las sanciones.
Decenas de ejecutivos de trasnacionales del coloso del norte, entre ellas Caterpillar y Pepsi Cola -y numerosos legisladores-, han visitado a Cuba en los últimos meses para interesarse por las posibilidades de negocios una vez se levanten las sanciones. A ello se suma un poco publicitado pero ya numeroso intercambio de académicos y estudiantes propiciado -junto a otras medidas de distensión- por la administración Clinton.
Ha sido también muy importante la irreversible maduración de relaciones diplomáticas y comerciales con China y Vietnam y la suspensión parcial de las sanciones contra Corea del Norte, porque elimina toda justificación ideológica para aplicar a Cuba un trato distinto.
Reiterados informes del Pentágono y el Departamento de Estado reconociendo que la mayor de las Antillas no constituye una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos abonan igualmente este cambio de actitud.
Por último, el caso Elián ha propiciado una presencia de Cuba en los espacios estelares de los medios durante siete meses, hecho sin precedentes. Ni siquiera la crisis de los misiles de 1962 tuvo una cobertura así. Con la notable diferencia de que en esta ocasión la mayoría de los estadunidenses coincide con la posición cubana sobre el asunto en litigio y se enfrenta a los que quieren retener a Elián en Estados Unidos a cualquier precio.
La pelea por el niño ha desplazado la percepción de una Cuba maligna, estereotipada durante la guerra fría, para dar paso a una inspirada en la identidad universal de la condición humana por sobre las diferencias ideológicas y políticas.
Muchos estadunidenses se han dado cuenta de que en la isla, aunque sea comunista, también cuentan el amor filial y el derecho de patria potestad. Que hay padres allí tan decididos a educar a sus hijos en ideas distintas a las del egoísmo y el éxito individual a ultranza, que prefieren para ellos la modesta y austera alternativa cubana de vida, aunque deban a cambio renunciar a una bolsa de oro.
Si el verdadero propósito de Washington es propiciar una apertura política y económica en Cuba no se ve ningún medio mejor de alcanzarlo que poner fin al bloqueo y fomentar el intercambio sin restricciones de ideas, mercancías y personas entre los dos países. ƑA qué le teme?