La Jornada sábado 24 de junio de 2000

BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
El Consejo Monetario, otra vez

El pasado lunes 19, en entrevista radiofónica, el influyente economista estadunidense Rudiger Dornbusch insistió en la gran conveniencia de que México adopte un Consejo Monetario al estilo de Argentina para consolidar las reformas estructurales de la década pasada. Según él, es el requisito indispensable para apuntalar una fase de crecimiento sostenido de 8 por ciento anual.

Planteó como aleccionador el caso de Argentina, dado que su crecimiento medio de la década pasada de 4.5 por ciento se explicaba por la impresionante baja de la inflación y la gran estabilidad de los precios y de las tasas de interés. Ambas como resultado de la instauración del Consejo Monetario.

Al referirse a la actual situación de México, señaló que buena parte de las reformas estructurales aplicadas desde comienzos de los años 80 han surtido efecto y que la gestión macroeconómica de esta administración ha sido excelente, en comparación con el final del salinismo. Asimismo, señaló que las elecciones próximas no serán un problema central, puesto que las estructuras institucionales están armadas y deben funcionar.

Sin embargo, comentó que el principal problema de la economía mexicana ahora, y que obstaculizará el desarrollo a mediano y largo plazos, sería mantener al sistema bancario con los enormes problemas que padece desde hace varios años, en el sentido de que ha dejado de cumplir su principal objetivo, que es el de recibir ahorro y canalizarlo a la inversión productiva a tasas de interés sostenibles. En ello radica centralmente que la economía mexicana crezca a la tasa propuesta. No hay otro obstáculo importante a la vista, indicó. En tal sentido, el Consejo Monetario sería la mejor política a seguir, en virtud de que traería consigo los mismos resultados que en Argentina, particularmente por la reducción de las tasas de interés. Comentó que éstas, la reanudación del crédito a tasas semejantes a las de Estados Unidos y la inflación serían en adelante la preocupación de Washington y no del gobierno mexicano. Lo que a éste le correspondería sería continuar con una gestión macroeconómica clara y prudente, tal como hasta ahora lo ha hecho la actual administración.

En principio esto no suena mal. Pero no comentó qué hacer frente al desequilibrio comercial y de cuenta corriente que es de carácter estructural y que siempre ha detenido las fases de alto crecimiento. Este es precisamente el problema que enfrenta Argentina y cuya solución se ha planteado en términos de reducciones de los salarios monetarios.

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