VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000
Universidad, dogmatismo y candidatos
* Horacio Labastida *
En la medida en que la autonomía de la universidad, garantía de libertad de cátedra e investigación, se ha interpretado como un fuero a la manera medieval, o sea en el sentido de ley especial concedida a regiones, ciudades o personas, algunos grupos de estudiantes y no estudiantes radicalizados han usado tal error para autonombrarse jueces de la comunidad universitaria y condenar, asentados en imaginario tribunal, todo aquello que es contrario o desemejante a lo que tratan de imponer como ideología absoluta frente al disenso, actitud ésta muy conocida porque forma parte de los huertos del siglo pasado en que se cultivó por igual al fascismo, el nazismo o el stalinismo. Recordemos dos ejemplos lamentables. El distinguido escritor Jaime Avilés en su conocida columna El tonto del pueblo, publicada en La Jornada, informó durante la huelga universitaria que vio a uno de sus líderes platicando con un alto funcionario de Gobernación, y de inmediato los huelguistas lo declararon persona non grata, y tan ridícula como torpe conducta repetiríase recientemente. Dos candidatos a la Presidencia, Gilberto Rincón Gallardo y Manuel Camacho, que deseaban exponer sus puntos de vista políticos a los estudiantes, fueron saboteados e incluso agredidos verbalmente, escudándose los bravucones en impunidades reconocidas en normas creadas por su fantasía, y después de los condenables hechos, una vez que los activistas pontificaron con falsedad que el PRD se asoció con el gobierno para angostar sus furias, sentenciaron que Cuauhtémoc Cárdenas era también persona non grata a la universidad.
Olvidan estos sectarios que ningún ciudadano puede ser purgado del claustro por intentar o declarar sus puntos de vista sobre los grandes problemas nacionales; hacerlo no sólo es grosera violación de la autonomía, sino la siembra del nefasto absolutismo que sufrió la conciencia del país durante casi el medio siglo en que la religión católica fue reconocida en las constituciones como iglesia oficial. Afortunadamente los reformistas de 1857 acabaron con el dogmatismo y reconocieron, en las leyes juaristas de 1859, la libertad de creencias y la separación de los órdenes civil y eclesiástico, sin marginar por supuesto la batalla liberadora que emprendieron los ilustrados ųGómez Farías, Mora, Rejón, Coutoų entre 1833 y 1834.
Las expresiones fascistas no nacieron con la marcha sobre Roma de los camisas negras, hacia 1922; lo cierto es que el fascismo con otros nombres y apariencias es una constante opuesta a la multiplicación no coercitiva de las ideas y del progreso humano. En los tiempos clásicos Esparta destruyó la democracia ateniense; una vez que los cristianos se asociaron con el emperador Constantino, desataron persecuciones contra los movimientos heterodoxos, sin importar su cristianidad; en la Edad Media, a pesar de los esfuerzos del teólogo Tomás de Aquino, mil veces la verdad revelada aplastó sin misericordia a la verdad científica; y lo mismo sucedió en el Renacimiento cuando Maquiavelo aconseja al Príncipe lograr sus fines sin importar los medios; y en la Modernidad, el rey Luis XIV o Rey Sol, declaró sin ambages: el Estado soy yo; y tan abrupta opresión de una manera u otra se ha infiltrado en la edad contemporánea al organizar el aniquilamiento de quienes no profesan las doctrinas izadas por un neofundamentalismo que nutre a la vez agrupaciones insignificantes como los mencionados huelguistas universitarios, y posiciones de gran peso y fuerza gravitatoria como la democracia formal que busca imponer Washington en Latinoamérica: si votas por mis parciales eres demócrata; si no, eres enemigo de la democracia.
Libertad y absolutismo son términos contradictorios en la historia universal y obviamente en la de México, y esto hay que subrayarlo, acentuarlo, repetirlo una y mil veces, porque precisamente el absolutismo es la doctrina que en sus concreciones trascendentales o intrascendentales ha obturado la marcha firme y ascendente de México hacia la democracia y la justicia social.
ƑNo valdría la pena que los estudiantes huelguistas y sus asociados meditaran que el condenar a personas por ideas es simple y llanamente un autoritarismo identificado con el fanatismo más tenebroso de nuestra historia?, Ƒpodrán hacerlo? *