VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000

El mitin

 

* Luis Javier Garrido *

ƑHasta cuándo seguirá la clase política negándose a escuchar a la sociedad?

1. El controvertido acto electoral del PRD en la UNAM, presentado por los medios como una prueba de fuerza frente al CGH, no fue en realidad más que un acto de imposición de quienes se han equivocado radicalmente en su análisis de lo que acontece en México, y no sorprende por ello que haya resultado tan airado, marcado por el repudio de un sector significativo de los estudiantes de la universidad.

2. El mitin de Cuauhtémoc Cárdenas en Ciudad Universitaria (22 de junio de 2000), hay que decirlo claramente, no tenía por objetivo presentar una rectificación de las tesis del PRD sobre educación superior, que no fue el caso, sino fortalecer a los profesores y estudiantes ''moderados'' en vistas al congreso universitario del rector, y esto es inocultable por todo lo acontecido en los meses pasados.

3. El PRD se presentó a la campaña presidencial de 2000 como un partido político funcional a las tesis de la globalización neoliberal, y en consecuencia su plataforma no se diferenció en mucho de las del PRI o del PAN, en especial en lo relativo a la inversión extranjera en sectores estratégicos o en lo concerniente a la aplicación de los programas del FMI. Es falso por consiguiente que el PRD no haya tenido una definición sobre la huelga de los estudiantes de la UNAM, que tras la resistencia zapatista es la mayor movilización de resistencia social a la política neoliberal del fin de siglo: una movilización que fue saboteada y combatida a lo largo de 1999 y de lo que va de 2000 por el gobierno perredista de la capital, por la cúpula dirigente del PRD y, de manera singular, por los intelectuales perredistas, que le hicieron así el trabajo sucio al régimen.

4. El PRD sí ha tenido y tiene una propuesta para la UNAM, y sobre los problemas de la educación, que es la misma de los organismos financieros internacionales, y poco importa que se haya ocultado expresándose ante todo en los hechos.

5. La prensa documentó de manera amplia en todos estos meses los detalles de estas políticas del PRD por doblegar al movimiento estudiantil, y que se manifestaron no sólo en prácticas políticas nefastas sino en un abandono de los principios que el partido pretendía tener: en lo político y en lo ético. Las autoridades del Distrito Federal y la dirigencia perredista avalaron desde abril el alza de las cuotas y ofrecieron la desmovilización del movimiento; a espaldas y en contra del CGH, negociaron en junio otro reglamento de pagos, que en violación al principio constitucional creaba nuevas cuotas, y exigieron con engaños la rendición de los estudiantes; urdieron junto con funcionarios de Gobernación la propuesta ''de los eméritos'', que daba la razón a la rectoría, y poco después la ''de las cinco escuelas'', uniéndose en el verano a una campaña de difamación sin precedentes en contra de los jóvenes. Nadie puede olvidar que en el último semestre de 1999, los estudiantes de la UNAM fueron reprimidos con violencia injustificada, lo mismo el 5 de agosto que el 14 de octubre, por el gobierno del PRD y que tras los acontecimientos del 11 de diciembre fueran las autoridades del DF las que formularan acusaciones penales contra los estudiantes.

6. Los partidos políticos están actuando en este fin de siglo, casi sin excepción, a contracorriente de las demandas populares, y ese es el caso de México. En un contexto histórico marcado por la exigencia cada vez mayor de las comunidades de participar en la toma de decisiones que les afectan, las formaciones ''de oposición'' han fortalecido la oligarquización de la vida política, negociándolo todo con el gobierno y pretendiendo no tener que darle cuentas a nadie, como lo hizo el PRD en el caso de la UNAM: buscando transar una huelga que no era suya, como lo reclamaron los estudiantes en el mitin de Ciudad Universitaria.

7. El doble lenguaje tradicional de la política mexicana resulta ya inaceptable para la sociedad, y eso no lo han entendido los perredistas que, al no alcanzar el control del CGH, desde junio de 1999 han pretendido estar a favor de la universidad pública, pero han negociado ya muchos de sus fundamentos, buscando una salida ''institucional'' al conflicto, sin querer darse cuenta que lo único que han logrado es el desprestigio de su partido. Pretender que los perredistas no han actuado como integrantes de una fuerza organizada en busca de espacios de poder en la UNAM, es negarse a la realidad. Desde noviembre, los cuadros del PRD entraron en alianza con el rector De la Fuente para ayudarlo a romper la huelga a cambio precisamente de posiciones burocráticas, de ahí su respaldo abierto al plebiscito de enero, que buscaba legitimar la ocupación policiaco-militar de las instalaciones y su lucha frontal ahora contra el CGH.

8. Los historiadores habrán de evaluar algún día cuál fue el peso de esta política sobre la UNAM en el resultado electoral del PRD en el 2000, pero es indudable que hasta ahora ha sido determinante para su pérdida de credibilidad por lo que significó para amplios sectores de la sociedad el abandono que tuvo la dirigencia perredista de principios fundamentales.

9. Las elecciones de 2000, que pudieron ser el inicio de un proceso para fundar un nuevo régimen político, sólo están siendo por el contrario un hito más en otro proceso, el de la reconversión del viejo ''sistema'', por la falta de claridad de las dirigencias partidistas.

10. Pero aunque los dirigentes de los partidos no lo puedan entender, están teniendo otro significado para amplios sectores de la sociedad. *