VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000
* José Cueli *
Cómo decir
Las dramáticas escenas que contemplamos en días pasados en el Valle de Chalco continúan flotando como imágenes espectrales en el ambiente y nos resignifican otros desastres acontecidos en otras partes de la República. Baste recordar las desoladoras imágenes de las inundaciones en el sureste el pasado año. Tal parece que a los mexicanos, literalmente, nos llueve sobre mojado. Más la memoria suele ser infiel y los damnificados se olvidan con facilidad, pronto dejan de ser noticia.
Si bien es cierto que los desastres naturales se multiplican en frecuencia y magnitud debido a los brutales cambios climatológicos como consecuencia de nuestra conducta ecocida (en términos de Césarman), no menos cierto es que éstos podrían tener consecuencias menos desastrosas si hubiera previsión y buena planeación de infraestructura y urbanización de los asentamientos humanos.
La ciudad se encuentra acordonada por cinturones de miseria representados por las zonas conurbadas en las que se asientan alrededor de 6 millones de habitantes (según cifras del INEGI, 1995). Marginados en su mayoría, que como he dicho en reiteradas ocasiones, son campesinos que acuden al espejismo de la ciudad porque el campo los expulsa. Afincados en tugurios, exiliados, sin comprender la compleja simbología de la ciudad, quedan al margen del sistema y de la institución. Desempeñan trabajos eventuales (cuando los encuentra) y viven en condiciones de hacinamiento y promiscuidad. La desintegración familiar y las adicciones son constantes en estos grupos. La violencia y los altos índices delictivos son las actuaciones más comunes y cotidianas.
La problemática de las poblaciones marginadas es en extremo compleja y el crecimiento desorbitado de estos grupos está desbordado, nos rebasa, nos rebasó desde hace mucho. Los sucesos de Chalco son un claro ejemplo de la insuficiencia de los servicios de urbanización, drenaje, etcétera, que se vieron superados ante las abundantes lluvias.
Antes de que el suceso ingrese al archivo muerto por falta de rating televisivo, debería ser un tema de reflexión profunda o Ƒacaso será que las únicas categorías posibles para los mexicanos sean las de marginado o damnificado?
Pérdidas que se suman a otras pérdidas, duelos que se agregan a otros duelos. A final de cuentas, depresión y desesperanza que impregnan el ambiente, estancamiento, sensación de fracaso y frustración permanentes, traumas repetidos difíciles de elaborar, parálisis de la creatividad.