VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000
Primavera democrática
* Jorge Camil *
No cabe duda: los mexicanos somos sentimentales. Aún no acaba el partido y ya hemos comenzado a extrañar al PRI. Son muchos años, šclaro está! Los guitarrones no están preparados todavía para entonar Las Golondrinas, pero algunos politólogos (siempre en la oposición, llevando la contraria, de otra manera el oficio no tendría chiste) han iniciado la preparación del balance final. Hoy, cuando más de 60 por ciento de la intención del voto ciudadano favorece a la oposición combinada, aparece el panegírico de Federico Reyes Heroles (Reforma 30/5/00) al PRI de los institutos médicos ejemplares (''orgullo internacional''), al PRI que liberó al país de la ''negrura inquebrantable'' con nuestra industria ''hidroeléctrica, termoeléctrica y nucleoeléctrica" (aunque esta última constituya actualmente un peligro nacional). Dos semanas después, en El País (13/6/00), Héctor Aguilar Camín reconoció, nobleza obliga, que ''los pecados sepultan las virtudes'', pero que la ''modernidad, desarrollo y tejido institucional sólido en el México de hoy es atribuible también, en gran parte, a la gestión de (los) gobiernos priístas''.
Ambos escriben para enmendarle la plana a Vicente Fox y advertirnos de los peligros escondidos en el caballo de Troya de su lema de campaña: la tesis de que una victoria panista terminaría con 70 años de corrupción. Es imposible, dicen: un sofisma demagógico para ganar la Presidencia; una falacia desmentida por la evidente obra social y material de los gobiernos de la Revolución. ƑCómo explicar, sin el PRI, las arterias visibles e invisibles de nuestra extensa red de comunicaciones? ƑA quién, si no al PRI, le debemos el dulce encanto de la danza, el estruendo armonioso de la Orquesta Sinfónica Nacional y la magia de nuestra espléndida pintura nacional? ƑCómo podría Vicente Fox (se pregunta Aguilar Camín) perfeccionar el acto de prestidigitación que le permitiese ser, a un tiempo, el plomero que limpie los drenajes ocluídos por la corrupción y el arquitecto de la reconstrucción nacional? La falta de precisión histórica en la tesis de Fox, afirman, es simplista e inaceptable: está sembrando el odio en el territorio nacional; preparando el terreno para descalificaciones y disturbios poselectorales.
ƑQué esperaban: un Fox que compitiera por la Presidencia alabando los éxitos innegables del PRI? ''Acabar con setenta años de corrupción'' es un lema de campaña, como ''arriba y adelante'' y ''la solución somos todos'' y ''bienestar para tu familia'': una invitación a participar en la aventura por el cambio. ƑPor qué no se analizaron en su momento, con esa acuciosidad, la consistencia y precisión histórica de los anteriores lemas de campaña? ''Arriba y adelante'', por ejemplo, Ƒinsinuaba acaso que en 1970 el país no se levantaba aún del letargo porfirista? ƑEra quizá una ''tesis política'' que soslayaba la inconmensurable obra social de Lázaro Cárdenas? Ahora resulta que los candidatos priístas del pasado han sido historiadores, sociólogos y académicos de la lengua...
Lo que irrita de Fox es el estilo: el desparpajo y la insolencia con los que abandonó el antiguo patrón de los candidatos panistas para retar al sistema de frente, de igual a igual, sin considerar al candidato del partido oficial ab initio como el virtual presidente de México. Para ganar, es necesario salir a la cancha con actitud de ganador.
Fox acabó de golpe con el trato caballeroso y deferente de los Gómez Morín y los González Luna y los Preciado Hernández. Hombres cultos y precursores de trato refinado que crearon conciencia política y pusieron su grano de arena, pero nada más. Es cierto que en aquella época no estaba el horno para bollos, y que retar al sistema, como hoy lo hace Vicente Fox, hubiese sido un juego sumamente peligroso. Sin embargo, sin la valentía y determinación de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 (el inicio del verdadero rompimiento del sistema), y sin las auténticas ganas de triunfo de Vicente Fox en 2000, hubiésemos permanecido esperando la democracia para siempre.
Fox, ahora tildado injustamente de ''loco'' e ''iluminado'' por Francisco Labastida y Aguilar Camín, puede perder como perdió Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. No por una caída del sistema ni el robo de urnas, que hoy parecen imposibles. Pero sí por las artimañas asociadas con la compra de votos, el trato inequitativo de los medios, las encuestas amañadas, la atomización del voto entre los demás partidos de oposición o, simplemente, por la fuerza contundente del voto ciudadano.
Aun así, su participación en la campaña electoral habrá sido un fenómeno inusitado en la vida política nacional; una ventana para asomarnos hacia el futuro inmediato; un soplo de aire fresco para los ciudadanos, actores secundarios, que estamos tejiendo calladamente los hilos de la ''primavera democrática'' descrita recientemente por Gabriel Zaid, que está avanzando ''donde se espera y donde no se espera... (porque) el poder está cambiando de lugar, se está moviendo hacia la sociedad''. Ojalá el 2 de julio podamos cantar con Zaid, parafraseando a Antonio Machado: La democracia ha venido/ Nadie sabe cómo ha sido. *