JUEVES 22 DE JUNIO DE 2000
Las elecciones y el wishful thinking
* Octavio Rodríguez Araujo *
Hay quienes piensan que las utopías pasan por las elecciones. Yo no. Yo pienso que las elecciones sirven para cambiar de personas en los gobiernos y en los órganos de representación política. Aun cuando se ha tratado de elecciones en las que participan partidos que luchan (o han luchado) por el socialismo, y han triunfado, esto no ha significado que el socialismo haya sido una realidad sino, a lo más, una afrenta a los intereses capitalistas mundiales defendidos en primer lugar y en todo el planeta, por Estados Unidos y sus aliados.
En México ninguno de los partidos contendientes por la Presidencia de la República es socialista. Ergo, las elecciones por venir serán entre partidos y candidatos cuyos proyectos se inscriben en la lógica del capitalismo. Unos (Fox y Labastida) a favor del neoliberalismo, con variantes entre ellos, y otro (Cárdenas) en contra del neoliberalismo. Pero el antineoliberalismo no es anticapitalismo, sino una oposición a una fase del capitalismo que hemos llamado mundialización o globalización, cuya justificación ideológico-política conocemos como neoliberalismo. La lucha contra el neoliberalismo no es contra el capitalismo, sino contra una expresión de éste, quizá la peor en su historia por sus efectos sociales. Estos han resultado tan inadmisibles, incluso para la vida del capitalismo, que hasta el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) busca corregirlos y rescatar el sentido social, democrático y ético que postulara la socialdemocracia de antes (la de Bad Godesburg), ahora olvidados como principios rectores de los partidos de esta corriente que en su nombre gobiernan.
Las elecciones se ganan, con perdón de Perogrullo, con mayoría de votos. Esta obviedad es pasada por alto por quienes son dominados por el wishful thinking y llegan a pensar que con sólo desearlo intensamente su candidato ganará las elecciones. Para que los electores voten por un partido o un candidato y lo lleven al triunfo, alguien tuvo que convencerlos y esto es lo que intentan los candidatos (más que los partidos que los postulan) en la larga campaña electoral. Justamente por este fenómeno de convencimiento, que normalmente es efímero, los especialistas en elecciones hablan de voto duro y voto coyuntural. Los duros son los que votan por su partido pase lo que pase, los votos de coyuntura son los que ahora se dan por un candidato y mañana por otro aunque sean contradictorias sus posiciones. En estos tiempos en que la pluralidad (en sentido liberal) se ha impuesto, ganará el partido que excluya a menos gente y que convenza coyunturalmente a la mayoría de los electores. Tan lo saben los candidatos que sus discursos de campaña tienden a parecerse, pues en la indefinición están sus mayores probabilidades de atraer más votos. Si uno de los candidatos se pronunciara a favor del socialismo, por ejemplo, irremediablemente perdería la elección pues restaría el voto de millones de pequeños y medianos empresarios que, por más que sean víctimas de la mundialización neoliberal, siguen siendo procapitalistas.
Quienes son víctimas del wishful thinking dentro de la izquierda cometen el mismo pecado de juventud (propio, vale decir, de otras épocas) al creer que lo que desean será posible sólo porque así lo desean, con la abismal diferencia de que antes defendían posiciones revolucionarias hacia el socialismo y ahora defienden el acercamiento a las utopías "posibles" por la vía de las elecciones y con partidos que no son socialistas ni pretenden serlo. Ahora bien, si no desean lo posible, Ƒpor qué entonces se meten a discutir sobre elecciones si éstas son por definición pragmáticas y no significan ni significarán cambios sustanciales sino pequeñas reformas y a veces mero gatopardismo? ƑDe veras pensarán que las utopías se alcanzan por la vía electoral? Esto es no entender al electorado. Otra vez Perogrullo: el electorado está compuesto por individuos (salvo los que todavía se alinean al voto corporativo), y cada cabeza es un mundo, como cada voto es o debe ser producto de una reflexión personal. Sólo en asuntos y planteamientos generales se podrá homogeneizar al electorado o, en el peor de los casos, cuando el nivel político de la gente es tan bajo que se privilegia a las personas y no a los partidos. Por cierto, pregunta a mis críticos: Ƒson los partidos los que contienden por la Presidencia desde la oposición, o son personas apoyadas por partidos? *