MARTES 20 DE JUNIO DE 2000

 


* Miguel José Yacamán *

ƑQué pasa ahí?

El mes pasado, las tres academias científicas más importantes relacionadas con la ciencia y la tecnología del país --la Mexicana de Ciencias, la Nacional de Medicina y la Mexicana de Ingeniería-- invitaron a todos los candidatos presidenciales a presentar un planteamiento sobre el desarrollo futuro de la ciencia y tecnología en el país.

La idea fundamental era que la política científica se convirtiera en una política de Estado y no de gobierno, de tal manera que tuviese una continuidad transexenal y se pudiesen realizar planes de largo plazo. Para ello se propusieron cambios en el sistema organizativo de la ciencia mexicana. El punto más notable fue la solicitud de que el Conacyt se transforme en un organismo autónomo (al estilo del Banco de México o la Comisión Nacional de Derechos Humanos). Esta idea ya había sido discutida durante varios años, y la respaldan muy amplios sectores de la comunidad científica mexicana.

A diferencia de otras reuniones de candidatos con científicos, cuyo objetivo era demostrar la amistad de algunos funcionarios con el candidato, ésta era una invitación institucional a las academias representadas por sus presidentes. Hasta el momento, dicha invitación sólo ha sido aceptada por Cuauhtémoc Cárdenas y Gilberto Rincón Gallardo. Vicente Fox prometió la reunión en un futuro, y Francisco Labastida no ha respondido.

En la reunión con Cárdenas, los presidentes de las academias, acompañados de una comisión de académicos, hicieron planteamientos a fin de que la ciencia estuviera en la palestra de las campañas. Esto es importante, pues el tema ha estado ausente en todas las campañas.

Sin embargo, como reacción, apareció en días pasados un desplegado firmado por algunos de los ex presidentes de la Academia Mexicana de Ciencias, donde critican al doctor René Drucker Colín por haber organizado dichas reuniones sin haber consultado a sus bases. Resulta notable dicho desplegado no sólo por el tono agresivo y personalizado que contiene, sino por lo que hay detrás. El tono no es el acostumbrado durante muchos años entre científicos, cuando prevalecía la discusión civilizada e institucional.

Resulta sorprendente a primera vista que este grupo personalice sus ataques contra el doctor Drucker y critique iniciativas para que los candidatos presidenciales incluyan la ciencia en su agenda, así como el esfuerzo de las tres academias más importantes del país por resaltar la importancia de la ciencia en la discusión política del país. Algunos de los firmantes, durante sus actuaciones como funcionarios académicos o de otra índole, no se han caracterizado por su carácter democrático, sino que más bien han demostrado una forma de actuar autori- taria, excluyente e intolerante con la disidencia.

Por ejemplo, el autoritarismo y actitud antidemocrática del rectorado de José Sarukhán es antecedente directo del actual conflicto de la universidad. Asimismo, el legendario autoritarismo de Jorge Flores como subsecretario de Educación Superior provocó enfrentamientos con todos los rectores de universidades estatales.

Por otro lado, quiero mencionar que he sido miembro de la Academia desde hace más de 20 años, y ninguno de los presidentes me ha consultado sobre ningún asunto. Es más, algunos de los firmantes hicieron públicamente declaraciones muy delicadas sobre política científica, ante el Presidente de la República o ante el secretario de Educación, con los cuales no necesariamente estábamos de acuerdo quienes conformábamos toda la membresía.

Por ejemplo, a mí me hubiera gustado ser consultado respecto a la posición que asumió la Academia de Ciencias durante la presidencia del doctor Francisco Bolívar ante la Ley de Ciencia y Tecnología, la cual dejó insatisfechos a muchos académicos, o por la presidencia del doctor Mauricio Fortes, quien usó en forma más que generosa los medios de la Academia de Ciencias y la comprometió en aspectos muy delicados de política científica internacional.

En realidad lo que está detrás no es un asunto de democracia. El asunto de fondo es que algunos de los firmantes pertenecen a un grupo que dominó la ciencia y la tecnología por muchos más años y hoy han perdido poder y posiciones políticas. A ellos se debe la torpeza con que se manejó el conflicto universitario, y las posiciones de extrema derecha contribuyeron a que el doctor Francisco Barnés de Castro no resolviera el conflicto.

En el pasado, ese grupo ha atacado a los que se oponen a sus puntos de vista. Ahora lanzan ataques contra el doctor Drucker en todos los frentes posibles dentro de la UNAM, a fin de demostrar que todo tiempo pasado fue mejor. Hoy, desde la oposición tratan de descalificar todos los actos de las personas que entraron al relevo.

Drucker Colín, científico de primera línea, cuenta con una producción de alta calidad, y es un hombre de izquierda que ha luchado toda su vida contra la universidad de la intolerancia y la antidemocracia, construida por ese grupo que le dio vida al CGH, que ahora tiene en jaque a la universidad. Es muy lamentable que algunos de estos colegas tomen una actitud tan negativa y lancen ataques personales públicos; no es la primera vez que lo hacen, ni será la última.

Por otro lado, es importante resaltar que la lucha que está dando un sector de los científicos consiste en que la ciencia y la tecnología jueguen un papel fundamental en el desarrollo de México, pues habemos quienes creemos que es la única manera de saldar las diferencias sociales. Para esto se requiere un verdadero cambio de la actitud que hemos tenido los mexicanos respecto al desarrollo científico y tecnológico.

Necesitamos construir una cultura en donde nos convenzamos de que si generamos ciencia, que a su vez dé lugar a la tecnología y posteriormente termine en productos de alto valor agregado, los mexicanos lograremos el nivel de vida que nos merecemos como pueblo y evitaremos seguir como un país maquilador.

Es realmente lamentable que un grupo de científicos ataque públicamente esos esfuerzos cuestionando "por qué no fueron consultados". Resulta contradictorio que en el esfuerzo por hacer de la ciencia una prioridad nacional, un grupo de científicos anteponga sus intereses personales y descalifique los esfuerzos del presidente de la Academia de Ciencias, del presidente de la Academia Nacional de Medicina y del de Ingeniería. Esto resulta decepcionante.