MARTES 20 DE JUNIO DE 2000

* Siempre fue más conocido por su pintura expresionista, señala Nobis


Albergará el MAM exposición de Beckmann en su faceta de grabador

* Incluye 159 piezas que pertenecen al acervo del Museo Sprengel, de Hannover, Alemania

* Utilizó la xilografía en blanco y negro; ''sólo así puedo ver las cosas nítidamente", decía

Merry Mac Masters * Cesado como profesor por ''decadente", el pintor y grabador alemán Max Beckmann (1884-1950) emigró a Holanda el día que se inauguró la exposición de ''arte degenerado" patrocinada por el gobierno nazi en 1937.

Y no obstante una invitación para impartir clases en Estados Unidos, tuvo que esperar casi diez años antes de realizar el viaje en 1947, para desempeñarse como profesor en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Washington. Su fallecimiento en aquel país lo relegó, al igual que a su compatriota, el escritor Thomas Mann, y lo convirtió en un refugiado en California.

Admirador juvenil de Cézanne

El artista, originario de Leipzig, es considerado uno de los grandes maestros alemanes de la primera mitad del siglo XX, más importante, incluso, que Ernest Ludwig Kirchner o los creadores de Die Brücke. Y eso que el ''expresionista" Beckmann en realidad se relacionó con tres estilos, lo que desconcierta al público: primero fue impresionista y al final ''más o menos" surrealista. Además, sus enseñanzas en la academia de Francfort no produjeron ningún artista famoso ni tuvo seguidores.

Admirador juvenil de Cézanne, siempre fue más conocido por su pintura que por su grabado. Es apenas en la última década que su obra gráfica se comienza a apreciar en su conjunto. ƑA qué se debe?

''Sus pinturas eran para los grandes coleccionistas, mientras los grabados por lo normal se hacían para aquellos interesados en el arte pero sin mucho dinero que gastar", explica Norbert Nobis, curador de la exposición Max Beckmann. Obra gráfica, que llega al Museo de Arte Moderno (MAM) después de itinerar por Oaxaca.

Las 159 piezas que la integran son parte del acervo del Museo Sprengel, de Hannover, que tiene cerca de 400 gráficas de Beckmann. Según Nobis, las diez que faltarían son obras únicas, ya que el artista, después de una primera edición, decidió no volver a hacerlo y son propiedad de la familia.

Beckmann fue muy dado a los autorretratos a modo de introspección. Uno figura entre sus primeras gráficas fechadas por 1894/95 y no incluidas en la muestra que llega a México.

Y aunque hizo grabado de manera esporádica, fue hasta 1917 cuando su obra experimentó una ''explosión" en este sentido. Enlistado como voluntario en la Primera Guerra Mundial, fue dado de baja en 1915 tras sufrir un colapso nervioso. En Francfort una familia le ayudó a sanar. Una vez recuperado, empezó a hacer mucha gráfica, ''tal vez porque a finales de la guerra las telas eran difíciles de conseguir", conjetura Nobis.

Esta explosión artística continuó hasta 1924/25, tiempo en que se volvió a casar. De su segunda esposa pintó muchos retratos. Beckmann realizó, en 1943, Apocalipsis, libro de 27 litografías que, aunque parezca increíble, fue impreso en Francfort en pleno conflicto bélico.

De los 40 libros que se editaron, el Museo Sprengel cuenta con uno de los pocos que el artista coloreó a mano y que se incluye en la muestra. Terminada la Segunda Guerra Mundial, Beckmann volvió al grabado porque, como dice Nobis, ''quién hubiera querido tener pinturas de un artista alemán".

Recrear el infierno

Los portafolios de Beckman destacan en la exhibición del MAM. Después de mencionar El regreso de Eurídice, tres cantos (1909) y Nuevo Testamento (1911), Nobis hace hincapié en El infierno (1919), que se refiere a un estado de gran sufrimiento, ya que después de la Primera Guerra Mundial ''todo era infierno a su alrededor". Luego está La feria anual (1921), que tiene que ver con la diversión, con las personas a quienes les gusta la vida, pero cuando se les ve de cerca no hay en ellas felicidad: en los caballitos no hay niños. En uno de los aguafuertes, una pareja de equilibristas está en la cuerda floja; el hombre tiene los ojos tapados. Para Beckmann, ya separado de su primera esposa, con quien mantenía una relación amistosa, éste era el retrato de la pareja, como escribió en una de las pruebas. ''Es como preguntar qué es la vida", acota Nobis.

Es en este portafolio donde el curador de la muestra percibe el cambio surrealista en Beckmann, al imbuir a sus obras de ''mucho más significado". En Viaje berlinés (1922), el artista contrasta la vida de los muy ricos con la de los muy pobres. Un último portafolio es Día y sueño (1946). Se intercalan los autorretratos, efigies de aquellos con quienes vivía, escenas cotidianas y paisajes pueblerinos.

Si Beckmann parece un artista ''muy alemán", Nobis atribuye esto a su periodo expresionista: ''Esta es una manera muy alemana de ver las cosas y trasladarlas al arte. También lo parece por el uso que hizo de la xilografía, que es un modo alemán de imprimir. En la primera mitad del siglo XX sólo unos cuantos artistas franceses como Matisse y Picasso utilizaron la xilografía, pero de manera diferente y nunca para una pieza en blanco y negro". Aunque Nobis reconoce que tal vez, en Alemania, Beckmann no parecería tan germano, apunta: ''En una conferencia que dio en un congreso, dijo que su vida era blanco y negro y que todo lo que podía ver era así, es decir, veía las cosas nítidamente. O eran buenas o eran malas. Ver el mundo de manera tan derecha es parte de la mentalidad alemana".

(Max Beckmann. Obra gráfica será inaugurada el jueves 22, a las 20:00 horas, en el Museo de Arte Moderno, en Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec.)